De manera sorpresiva, pero no inesperada, el presidente estadounidense Donald Trump hizo público desde su cuenta Twitter, la destitución del asesor de seguridad nacional, John Bolton.
El anuncio desde su cuenta en la referida red social, fue acompañado por un brevísimo argumentario sobre el despido de su principal asesor en política exterior.
“Anoche informé a John Bolton que sus servicios ya no son necesarios en la Casa Blanca. No estuve de acuerdo con muchas de sus sugerencias, al igual que otros en la Administración, y por lo tanto… le pedí a John su renuncia, la cual recibí esta mañana. Le agradezco mucho a John por su servicio”, indicó el mandatario.
Al rato, Bolton indicó desde su cuenta en Twitter que había ofrecido su renuncia a Trump, el cual respondió: “Hablemos de eso mañana”.
El tercer asesor de seguridad nacional del mandatario ha salido del cargo, en medio de un conjunto de señalamientos en su contra por ser uno de los artífices del caos en el que se encuentra la política exterior estadounidense en distintos frentes geopolíticos.
La errática agenda estadounidense
Parece ser un factor transversal en la Administración Trump, el cambio de sus colaboradores como resultado de la pugna interna en lo más alto de la política estadounidense. Se trata de la conjunción de mecanismos y circunstancias de presión entre el presidente y las instancias del “Estado profundo” que configuran la esfera del poder ejecutivo.
Durante su turbulento mandato, Donald Trump ha tenido que cabildear sus intereses incluso entre grupos duros del Partido Republicano. Ha otorgado cuotas específicas de poder a los llamados halcones, o elementos delineados en los lobbys petroleros y armamentistas, para así definir el desarrollo de su política exterior.
Con el despido de su asesor de seguridad nacional, Trump parece deslindarse de uno de los factores más sobresalientes de este grupo, luego de continuos señalamientos que indican que la actual Administración en la Oficina Oval, es la más errática en el desarrollo de la estrategia estadounidense en sus frentes interno y externo.
El deterioro de las relaciones económicas con otros países, la continuidad de los frentes de guerra heredados y la apertura o reapertura de nuevas tramas de asedio contra Corea del Norte, Irán, Cuba y Venezuela, han empantanado a Washington en escenarios contraproducenetes, cosechando con ello el peor momento de las relaciones estadounidenses con el mundo.
The Washington Post por medio de la pluma de John Hudson, explica el desenlace del ex asesor refiriendo detalles tras bastidores de la Casa Blanca. Según el medio estadounidense, el halcón se había convertido en un obstáculo por varias razones. Las diferencias entre ambos siempre fueron claras.
El hombre tras bastidores
En ocasiones Trump indicó querer superar los escollos de la política que para él representaban “una molestia” y que habían sido heredadas por administraciones anteriores, para lo cual Bolton era un declarado obstáculo. Según Hudson, él tendría un rol directo en el empantanamiento de EEUU en otros nuevos frentes que no estaban caldeados hasta la llegada de Trump.
En junio de este año, tras la decisión de Trump de no ordenar un ataque militar contra Irán después de que derribó un avión no tripulado estadounidense, Bolton quedó “devastado”, dijo a Hudson un funcionario estadounidense familiarizado con el asunto.
El ex asesor también se opuso al deseo de Trump de reunirse con el presidente iraní Hassan Rouhani en un esfuerzo por alcanzar un nuevo acuerdo que limitaría el programa nuclear de Irán y alejaría a Washington y Teherán de un eventual conflicto militar.
En efecto, la alta tensión pre-bélica entre EEUU e Irán ha tenido un nuevo punto de inflexión, a causa de la salida del halcón. A tal punto, que los principales marcadores petroleros del mundo, apenas horas luego del anuncio, reflejaron una baja inmediata del precio petrolero mundial haciendo suponer que, para los analistas de mercado y la cartera de compradores a futuros, se producirá una baja en las tensiones militares con la nación persa.
El frente asiático también fue testigo de los claros desacuerdos entre Trump y su asesor, según The Washington Post.
“En Corea del Norte, Trump llegó a ver a Bolton como un posible obstáculo de un acuerdo nuclear histórico con el país aislado y lo excluyó repetidamente de reuniones importantes. Durante la segunda cumbre de Trump con Kim en Hanoi, Trump ordenó que Bolton no fuera incluido en una cena con altos funcionarios estadounidenses y norcoreanos. Cuando Trump realizó una visita sorpresa a la zona desmilitarizada en junio, envió a Bolton a Mongolia en lugar de hacer que se quedara en el país para la reunión Trump-Kim”, refiere el medio.
El rotativo también refiere la posición de Venezuela en la salida de Bolton, pues es “el espacio donde más se dejó maniobrar” al funcionario.
En Venezuela, la agenda del ex asesor también terminó en fracaso. “Trump expresó reiteradamente su frustración con Bolton y sus ayudantes en el tema sobre el cual Bolton recibió el mayor control: Venezuela. Bolton le había dicho al presidente que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, podría ser expulsado rápidamente luego de la imposición de sanciones económicas por parte de Estados Unidos a la compañía petrolera estatal del país (…) el enfrentamiento ha empeorado la situación humanitaria, causando una escasez más severa de alimentos y medicamentos”, enfatizó el medio.
Precisamente Venezuela es hoy el principal foco de tensión geopolítica en el continente americano. En este punto concurre el resultado de una errática agenda que ha mellado todo el marco de relaciones internacionales, especialmente desde enero de este año, cuando EEUU patrocina el ascenso forzado de Juan Guaidó como “Presidente interino de Venezuela”, cabildeando el apoyo de más de 50 países. Pero hasta ahora Guaidó no ha ejercido ninguna cuota de poder real en Venezuela.
La figura de Guaidó constituye una forma de proto-Estado venezolano que solo ha tomado relativa forma en el extranjero mediante presiones estadounidenses, caotizando las relaciones internacionales mediante misiones “diplomáticas” paralelas emisarias de Guaidó, colocando en aprietos a los países que confiaron en la aventura del gobierno instantáneo y autoproclamado.
El halcón también habría sido artífice del fracaso en los acercamientos del gobierno estadounidense con los Talibanes en Afganistán.
Según The Washington Post, “días antes de su renuncia, Bolton había discutido con dureza contra un acuerdo emergente con los talibanes para retirar las tropas estadounidenses a cambio de una promesa de que el grupo militante no permitiría que el país se convirtiera en un escenario para ataques terroristas contra EEUU”.
En efecto, los norteamericanos se retiraron de cualquier posibilidad de acuerdo para poner fin a la guerra, la cual significa un pantano político para todas las administraciones posteriores a George W. Bush.
Para John Hudson hay una explicación elemental a los choques entre Trump y su ahora ex asesor. “En el centro de la tensión entre Trump y Bolton hay una diferencia ideológica. Trump llegó al poder prometiendo el fin de la ‘guerra interminable’ de los Estados Unidos, y dijo que el país ha desperdiciado miles de millones de dólares en una presencia militar que hace más para proteger a los ricos aliados estadounidenses que los ciudadanos estadounidenses promedio. Bolton, por el contrario, alberga una visión que exalta el uso del poder militar estadounidense y favorece una respuesta contundente a los adversarios estadounidenses tradicionales como Rusia, Irán, Venezuela y Corea del Norte. En diferentes momentos, Trump intentó probar las opciones diplomáticas con cada país, pero Bolton se resistió agresivamente a los movimientos”.
Bolton también es señalado, tras bastidores de Washington, de actuar en dos frentes.
Primeramente desde su despacho y gestión como burócrata, pero también de manera camuflada ante los medios. Al parecer, al ver el fracaso de sus iniciativas, en casos específicos como en el de detonar una guerra abierta contra Irán, Bolton acudía a filtrar informaciones a los medios de comunicación, para de esa manera manipular la opinión pública y crear un clima adverso, adelantándose, creando focos de presión, para de esa manera inferir (fallidamente en muchos casos) en decisiones de la Casa Blanca.
Sin embargo, luego de la salida del funcionario, los caminos de Washington siguen siendo insondables, mientras concurre la espera por un nuevo nombramiento, que, según Trump, tendrá lugar “la próxima semana”.
Los focos elementales de presión intestina en la política estadounidense que devinieron en el nombramiento de Bolton siguen intactos, especialmente desde las alas más duras del partido Republicano y sus lobbys.
Esto significa que las posibilidades del nombramiento de un “moderado” en materia de seguridad y política exterior siguen siendo pocas, diluyendo con ello el margen de maniobra para que EEUU contenga sus focos de presión en su errática agenda de relaciones con el mundo.
(Tomado de Misión Verdad)