La historia del primer matrimonio lésbico en América Latina

La historia del primer matrimonio lésbico en América Latina

Norma Castillo no le asusta que a sus 76 años tenga que vivir sola con Hipólito, su perro compañero, en un pequeño departamento de la ciudad de Buenos Aires, capital de Argentina. Tampoco que su actual trabajo en una mueblería y su escasa jubilación de maestra apenas le alcancen para comprar lo básico: comida y medicamentos. Ni siquiera se inmuta frente a la tarea que conlleva escribir la novela en la que está abocada desde hace meses. Hay una sola palabra, un recuerdo grabado en la memoria, que hace que Norma se quiebre, que sus ojos se cristalicen y el marco de sus lentes se empañen como un chorro de humo directo al rostro: ‘Cachita’.

Norma Castillo y Ramona ‘Cachita’ Arévalo ─quien falleció a finales del 2018, a la edad de 75 años─, protagonizaron una historia de amor y de lucha que duró casi cuatro décadas y cuyos logros sentaron un precedente único para los derechos de las personas LGBTI de América Latina: el 9 de abril de 2010 se convirtieron en el primer matrimonio lésbico de toda la región.

En julio de 2010, Argentina se convirtió en el primer país latinoamericano en reconocer el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo a nivel nacional. El artículo 2 de la Ley 26.618, que reglamenta el derecho, establece que “el matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos, con independencia de que los contrayentes sean del mismo o de diferente sexo”. La ley es el resultado de masivas campañas llevadas a cabo por las organizaciones LGBTI, que impulsaron desde proyectos de unión civil hasta amparos y fallos judiciales en favor de las minorías sexuales.

Buenos Aires tuvo una nueva Marcha del Orgullo Gay donde miles de personas exigieron el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBTIQ. 17 de noviembre del 2018. / Mario De Fina / www.globallookpress.com

Fue en la década de los noventa, bajo el gobierno de Carlos Menem, que varias organizaciones comenzaron a presentar iniciativas de unión civil o matrimonio igualitario en el Congreso argentino, pero sin éxito alguno. En 2002, bajo la presión de organizaciones como la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires promulgó una ley que estableció uniones civiles para parejas del mismo sexo, convirtiéndose en el primer distrito latinoamericano en hacerlo. Esa disposición, sin embargo, garantizaba solo algunos de los beneficios de un matrimonio, como incorporarse a la obra social médica o visitas hospitalarias, pero no incluía el derecho a la adopción o la herencia. 

En 2005, la CHA presentó un proyecto legislativo similar ante el parlamento, que incluía la posibilidad de adopción, pero nunca llegó a ser votado. Por eso, la organización empezó a concentrar esfuerzos en el matrimonio igualitario.

En 2009, la CHA y la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales (FALGBT), con el apoyo de otras agrupaciones de diversas provincias, lanzaron una campaña nacional conjunta, tanto en el Poder Legislativo como en el Judicial. Los proyectos avanzaron y, en mayo de 2010, la Cámara de Diputados aprobó una combinación de dos leyes propuestas para modificar el Código Civil, a fin de permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo. Finalmente, el Senado le dio luz verde a la iniciativa el 15 de julio de 2010.

“Siempre fui una rebelde”

“Yo tenía novios por todos lados”, dice hoy Norma Castillo, en diálogo con RT, desde una apacible vivienda donde visita a las mujeres que la acompañaron en su lucha por legalizar su matrimonio con Ramona Arévalo. “Siempre fui una rebelde. Mi mamá era maestra de campo y trabajaba mucho. Mi padre lo mismo, así que vivía prácticamente con mi abuela, alguien muy religiosa. Nos peleábamos demasiado.’Tu conducta es muy inapropiada’, decía ella. Nunca creí en el feudo católico y sus prohibiciones. En la escuela secundaria, a la edad de los 15 años, ya militaba y tomamos el colegio para no quedarnos libres de tantas inasistencias que teníamos. Todos éramos socialistas, entonces me afilie al partido. Así seguí hasta la universidad, en los años 70′, cuando llegó la dictadura militar”, recuerda Castillo. 

Perfil de Norma Castillo. 27 de mayo del 2019 / Facundo Lo Duca / RT

A los 28 años, Norma conoció a Julio, con quien contrajo su primer matrimonio, y luego se trasladó a estudiar en una Universidad en la ciudad de La Plata, en la provincia de Buenos Aires. Aunque reconoce que contrajo nupcias porque él la aceptaba como era, “libre como el viento y sin ataduras de compromisos únicos”, fue a través de él que conoció a la persona que más amó y le cambiaría la vida por completo: Ramona Arévalo.  

“A Cachita la conocí en marzo de 1971, a través de Julio. Ella era la mujer del primo de mi esposo y vivía con él en Uruguay. Cachita llegaba con su marido de visita a la Argentina para luego radicarse definitivamente en Colombia, que era el país natal de mi esposo. En aquel momento yo tenía 28 años, hacía muy poco tiempo que me había casado y vivía en La Plata. Así fue la primera vez que nos vimos y no volvimos a hacerlo hasta 1977, cuando con Julio nos fuimos a vivir al pueblo donde ellos estaban”, recuerda.

Norma tuvo que huir de la Argentina en 1976, cuando el gobierno militar de facto ocupó el poder y masacró a los movimientos de izquierda, que pasaron de inmediato a la clandestinidad. Para aquel entonces, ella estudiaba en la Universidad de Ciencias Naturales y trabajaba en el Hospital de Niños de La Plata. La llevaron detenida dos veces y en ambas ocasiones quedó liberada, pero la tercera ─presentía─, iba a ser la vencida, así que tomó un avión hacia Colombia junto a su marido y se instaló en el pueblo de Pivijay, departamento de Magdalena. 

Norma Castillo. 27 de mayo de 2019. / Facundo Lo Duca / RT

Pero las dudas con respecto a su sexualidad no comenzaron cuando desembarcó en Colombia y volvió a ver a ‘Cachita’. Antes, durante su militancia universitaria en La Plata, convivía en una casa junto a otros compañeros. Entre ellos estaba Teresa Bonficet, quien sospechaba de Castillo y su relación con las mujeres. “Ella me hizo un gran favor porque me insistía con replantearme el tema de los hombres. Yo me enojaba, por supuesto. Una día teníamos que abandonar la vivienda donde estábamos porque había recibido unos disparos por la noche. Yo decidí irme un tiempo a Bolivia hasta que se calmara todo, pero Teresa se quedó. Antes de partir en el tren, me abrazó fuerte y me susurro al oído ‘vos me querés a mí’. Cuando bajé del trenya era lesbiana“. 

El amor en Colombia

Cuando Norma se instaló en Colombia junto a su marido, y volvió a reencontrase con Ramona —aunque esta vez, explica, ya asumida como “lesbiana”—,  comenzó la historia de amor que, sin saberlo, daría el inicio al primer matrimonio igualitario de América Latina. En aquel momento, Castillo admite que se enamoró de inmediato.

“No sólo me gustaba una mujer, sino una que estaba casada con el primo de mi esposo y tenía un hijo adolescente, detalles suficientes que reducían mis posibilidades por completo. Pero una noche me olvidé de todo e hice algo que cambió la historia: estábamos en la fiesta de un vecino del pueblo (Pivijay) y, como yo nunca supe tomar, me encontraba totalmente alcoholizada de ron. La fiesta terminaba y nuestros maridos bebían las últimas copas, mientras que ‘Cachita’ y yo entrábamos al auto para esperarlos e irnos. Estábamos una al lado de la otra y hablábamos, hasta que, movida por un instinto que no sé de dónde nació, me acerqué a ella y le mordí la oreja, despacito. Si no hubiese estado borracha, nunca lo hubiera hecho”, admite. 

A partir de entonces, y con el transcurso de los años y varios encuentros clandestinos entre Norma y Ramona, sus caminos comenzaron a asimilarse. Con el tiempo, ‘Cachita’ se separó de su marido y su hijo se fue con él a Barranquilla; en ese momento, comenzó a vivir junto a Norma y Julio en el mismo hogar. En 1992, el esposo de Castillo falleció.

Martín Canevaro (trasero L) y su compañero Carlos Alvarez (trasero R), y Norma Castillo (L) y su compañera Ramona Arévalo después de que la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner promulgó una ley que permite a los homosexuales Matrimonios sexuales. 21 de julio de 2010.

“En un principio, lo que nos pasaba era tomado como un juego pasajero y no teníamos pensado terminar con nuestros matrimonios ni empezar con una relación. Lo mío fue todo mucho más costoso y duró varios años, dada la enfermedad de mi esposo. Yo sentía mucha culpa por lo que le pasaba”, admite Norma.

A partir de ese entonces, ambas mujeres decidieron avanzar con lo que sentían. Fue cuando, de algún modo, inició su militancia por los derechos LGTBI en tierra colombiana. Norma como directora de la Casa de la Cultura de Pivijay, y Ramona, a cargo de una cerrajería. “Formamos el ‘Movimiento por la Integración Social’ con un grupo de amigos y comenzamos a reclamar ciertos eventos para la comunidad homosexual. Conseguimos que aceptaran el carnaval gay, paralelo, eso sí, (porque) no dieron permiso para que fuese todo junto. También alquilamos una discoteca donde hacíamos nuestras fiestas. Todo el pueblo nos empezó a señalar luego”, rememora Castillo.

Norma Castillo. 27 de mayo de 2019. / Facundo Lo Duca / RT

Su regreso a la Argentina 

En 2003, después de 26 años de haberse reencontrado en Colombia, la pareja regresó a la Argentina por dos razones: la madre de Norma se encontraba en un estado de salud delicado en Corrientes, donde se instalaron durante los primeros años, y Ramona anhelaba reencontrarse con su hijo, radicado en el país desde hacía tiempo. 

Con 60 años cada una, pronto se dieron cuenta que necesitaban encontrar un espacio que las representara en cuestiones de género. Fue así como comenzaron a asistir a las charlas que organizaba la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales (FALGBT) en Buenos Aires. 

María Rachid, actual secretaria general de la organización, recuerda el paso de Norma y ‘Cachita’ y su ferviente militancia: “Las conocí en el grupo de reflexión que organizamos semanalmente en la FALGBT. Ellas llegaron y contaron toda la historia que habían vivido juntas en Colombia. Pero lo que ambas se preguntaban era dónde estaban los adultos mayores de la diversidad. Si bien se sentían cómodas, no encontraban personas del mismo rango etario que confesaran su sexualidad abiertamente. Fue cuando las pusimos en contacto con la gente de ‘Puerta Abierta’, que comenzaban con la idea de armar un centro de jubilados de la comunidad”, cuenta Rachid.

En ‘Puerta Abierta’, ambas encontraron un lugar con un mayor sentido de pertenencia. Aunque actualmente el centro de jubilados no esté en funcionamiento, albergó durante años a personas de avanzada edad que no se sentían identificados en los sitios convencionales. Al poco tiempo, Norma logró ganarse un lugar y ser nombrada la presidenta del centro. 

En los primeros meses del 2010, la pareja lograría lo que tanto buscaba. Un recurso de amparo, antes de que se promulgara la ley del Congreso oficialmente y presentado por la propia FALGBT, las habilitaba a casarse legalmente. Y así lo hicieron.

“Fue el 9 de abril —la ley se aprobó en julio—, y fue un total escándalo porque éramos dos viejas que habían hecho semejante cosa. Nos llamaban de todos los medios. Pero desde que volvimos de Colombia, la lucha siempre fue esa. Y lo único que les deseo a las parejas que hoy pueden hacerlo es que se quieran tanto como lo hicimos nosotras”, finaliza Norma.

Por Facundo Lo Duca, fuente: RT Actualidad