Liverpool. – La gran final del festival de Eurovisión, el sábado en la ciudad inglesa de Liverpool, rindió homenaje a Ucrania, vencedora de la pasada edición, que debido a la guerra no pudo acoger el popular y extravagante concurso.
Los cantantes de los 26 países finalistas tuvieron tres minutos cada uno para convencer al jurado y al público internacional, con la novedad de que este año también pueden votar telespectadores de todo el mundo cuyos países no participan en la competición.
El grupo ucraniano Kalush Orchestra abrió el espectáculo con una versión extendida de “Stefania”, la mezcla de hip-hop y música tradicional que en 2022 les llevó a la victoria.
En esta ocasión contaron con el acompañamiento en el escenario de decenas de tamborileros vestidos de soldados y la aparición de la princesa de Gales, Catalina, tocando el piano en una grabación de vídeo.
Ucrania fue la gran protagonista de un espectáculo de cuatro horas bajo el lema “Unidos por la música”, desplegado sobre un escenario totalmente compuesto de luces led en el M&S Arena de Liverpool.
El país estuvo esta vez representado por el dúo electrónico Tvorchi con la canción “Heart of Steel” (“Corazón de acero”), inspirada en la resistencia durante un mes de asedio a la fábrica Azovstal por las fuerzas invasoras rusas.
“Simboliza la fuerza y el valor”, explicó previamente el cantante del grupo, Jeffery Kenny, que luciendo un enorme corazón metálico sobre su traje negro fue transformado durante su interpretación en robot de acero mediante imágenes digitales.
La guerra de fondo
Habitualmente, el país ganador acoge el concurso del año siguiente.
Sin embargo, la 67ª edición del festival no pudo hacerse en Kiev debido a la invasión rusa, y el Reino Unido, que quedó segundo, tomó el relevo.
Entre un público vestido con lentejuelas, profusamente maquillado y armado con banderines, pulseras luminosas y muchas ganas de divertirse, Vasylyna Kindrat, una ucraniana de 25 años que tuvo que huir de su país en diciembre, aseguró esperar la victoria.
Pero “no en Eurovisión, sino en la guerra”, afirmó, asegurando que los colores azul y amarillo de Ucrania desplegados por toda la ciudad la hacen “sentir como en casa”.
La guerra estuvo de fondo en muchas de las canciones.
Por Suiza, el joven cantante Remo Forrer lanzó con “Watergun” un mensaje de paz en tono grave.
En el extremo opuesto, el desopilante y bigotudo grupo croata Let 3 subió al escenario con “Mama ŠČ!”, un tema corrosivo que arremete de forma poco disimulada contra el presidente ruso Vladimir Putin.
Desplegando dos enormes misiles, sus componentes se despojaron de sus ridículos uniformes militares de colores con faldas para acabar tocando únicamente vestidos en ropa interior.
La banda describió su canción como “un arma” contra la “estupidez humana”, “contra las guerras”.
Vestidas de rosa y con larguísimas trenzas, las seis intérpretes checas de “Vesna” rindieron su propio homenaje cantando en ucraniano una parte de su canción “My Sister’s Crown” (la corona de mi hermana).
“Mi hermana no se quedará arrinconada, tampoco te escuchará”, cantaron, “estamos con vosotros en nuestro corazón”.
Favoritos escandinavos
Tras el fin de las actuaciones comenzó el largo proceso de votación, en el que Ucrania partía entre los tres favoritos acompañada por dos países escandinavos.
La sueca Loreen, que ya ganó en 2012, podría alzarse con el premio con su grandilocuente canción de amor “Tatoo”, convirtiéndose en la segunda artista que lo hace dos veces, tras el irlandés Johnny Logan.
Pero se veía rivalizada por el frenético “Cha Cha Cha” del rapero finlandés Käärijä, que con su impactante estilo, cóctel de brillantes colores y aires punk, salió de una caja de transporte y no dejó a nadie indiferente.
La española Blanca Paloma con su nana “Eaea”, mezcla de música flamenca con arreglos electrónicos, el belga Gustaph con su pegadizo tema disco “Because Of You” o la joven israelí Noa Kirel con el enérgico “Unicorn” amenazaban también con arrebatarles el título.