“Pensar en que la reforma fiscal va a darnos la estabilidad que necesitamos por sí sola, no es cierto”

“Pensar en que la reforma fiscal va a darnos la estabilidad que necesitamos por sí sola, no es cierto”

El expresidente Leonel Fernández considera que debió realizarse entre 2016 y 2020 y que hacerla en un contexto de incertidumbre, con una situación de crisis mundial, puede tener consecuencias sociales y políticas desagradables

El expresidente Leonel Fernández considera que hacer una reforma fiscal en un contexto de incertidumbre, de una situación de crisis mundial, puede tener consecuencias sociales y políticas desagradables. Admite que la situación fiscal del país, producto de la pandemia, es difícil.

Fernández, con experiencia de Estado en los períodos 1996-2000 y 2004-2012, ofreció una entrevista a elDinero, en la que ofrece su visión de la crisis actual, los efectos de la pandemia en la economía y qué podría hacer República Dominicana para salir airosa. El también fundador y presidente del Partido Fuerza del Pueblo (FP) considera que la reforma fiscal no resolverá todos los problemas ni dará toda la estabilidad que necesita el país.

Ha sido necesario endeudarse para cubrir el déficit presupuestario y recurrir al financiamiento ¿Considera usted que es impostergable la reforma tributaria profunda de la que tanto se ha hablado?
El tema del pacto fiscal está establecido en la Estrategia Nacional de Desarrollo. Eran tres pactos: eléctrico, educativo y fiscal. El pasado gobierno logró el pacto educativo y recientemente de suscribió el pacto eléctrico, por lo que quedaría pendiente el pacto fiscal. Yo entiendo que el pacto fiscal debió haberse realizado en período 2016-2020 cuando la economía estaba creciendo y había estabilidad macroeconómica. Era el momento para poder hacerlo. Claro, si el Presidente (de turno) estaba clandestinamente en un proyecto reeleccionista para un tercer mandato consecutivo no iba a haber pacto fiscal, ya que las reformas fiscales nunca son agradables y no resultan simpáticas, pero menos cuando se aproxima un torneo electoral.

¿Qué hacer, entonces?
Se plantea para ahora, pero en condiciones más difíciles. Vemos que ahora el pacto fiscal o reforma fiscal integral es primera plana en los periódicos. ¿Por qué ahora? Por el impacto del covid en términos sanitarios y económicos. ¿Qué ha ocurrido? Que hemos tenido que aumentar el gasto público en un contexto de disminución de los ingresos fiscales, que de por sí han sido precarios. Caímos en 3.7 puntos porcentuales en 2020 y llegamos a alrededor de un 11% del PIB. Estamos un nivel muy bajo. Pretendemos hacer una reforma fiscal en un contexto de incertidumbre, de una situación de crisis mundial y, por tanto, eso puede tener consecuencias sociales y políticas desagradables.

¿Qué plantea el expresidente Leonel Fernández en este contexto de crisis y la reforma fiscal?
Debemos entender que hay una crisis global y que una crisis global requiere soluciones globales, que no hay ningún país en América Latina que tenga una solución nacional a un problema de carácter global. ¿Qué tendría que hacerse para darle solución global a un tema global? Bueno, crear un fondo global de cooperación y solidaridad.

¿Cómo se puede nutrir un fondo como el que propone?
Ya hay señales de cómo puede hacerse. Parece que el Fondo Monetario Internacional (FMI) está dispuesto a emitir derechos especiales de giro (DEG) por un valor de US$600,000 millones. Por otra parte, el sistema financiero global tiene aproximadamente US$700 trillones en activos financieros, que representan cerca de 10 veces el producto bruto anual. Si hoy día existe una filosofía de la filantropía entre las grandes corporaciones (Warren Buffet, Bill Gates), que donan parte de sus fortunas para fines filantrópicos, y tienen mucho menos que los activos del sistema financiero global, sin tener que gravarlos, hagamos un cálculo de qué porcentaje del interés anual, en dos años, podría generarme una cifra para América Latina equivalente a tres trillones de dólares, y que esto se convierta en una especie de transferencia de recursos para cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de Naciones Unidas (Agenda 20-30), con lo cual toda la humanidad se beneficia.

¿Qué se puede esperar de un fondo como el que propone?
Hoy día todo está interconectado, todo es global, por lo que esto contribuiría a mantener seguridad alimentaria, estabilidad macroeconómica, paz social y estabilidad política democrática y con eso ganamos todos. Si República Dominicana está estable, está bien y creciendo, podemos importar desde Europa, Estados Unidos o de otros lugares. Si por el contrario no hay respuesta del sistema global, tales como del G-20 a través de Naciones Unidas, Banco Mundial (BM), Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco de Desarrollo de América Latina (CAF)…si no hay recursos disponibles en bancos de desarrollo para mitigar el impacto de la crisis, y lo que se quiere es buscar una solución por la vía de aumentar los gravámenes, con impuestos indirectos y regresivos, ¿qué vamos a tener? Crisis social y descontento. ¿Qué vamos a gravar? ¿La comida? No puedo gravar zonas francas porque se van; no podemos quitar los incentivos al turismo porque caemos. Esto va a requerir de mucha discusión, mucha experticia técnica de cómo hacer esto y en qué momento se puede hacer.

¿Dónde y cómo ubicar a los sectores que habrán de asumir cuotas de sacrificio en un escenario de reforma fiscal profunda?
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) está recomendando que no se hagan reformas fiscales en lo inmediato. Se sabe que en algún momento habrá que hacerla, pues estaba pendiente antes de la pandemia y ahora con más razón por motivo a la pandemia. El asunto es ser oportuno, el “timing” tiene que ser el correcto. Estamos saliendo de la depresión, pero en el 2020 fue la catástrofe mundial. Bueno, empezando el 2021 como consecuencia de la masiva inyección de capitales de los gobiernos a través del gasto público, que en Estados Unidos va por alrededor de US$8 trillones entre Donald Trump y Joe Biden, más de lo que se hizo durante el “New Deal”, la época de la Gran Depresión. No ha habido nada parecido a lo que está ocurriendo actualmente.

¿Considera que ha habido avances en enfrentar la crisis?
Se le ha puesto el torniquete a la hemorragia. Vamos avanzando. Ahora bien, la solución de corto plazo tiene consecuencias de mediano y largo plazo. Todo lo que se ha hecho es deuda pública. Las deudas de hoy son los impuestos de mañana. Biden está planteando una reforma fiscal en Estados Unidos, pero está precisando. Primero van a marcharles a los paraísos fiscales, es decir, enfrentarán la opacidad. Todo el que tiene y no paga. Van a gravar a las grandes fortunas, los que están por encima de US$400,000 de ingresos al año. No está pensando en una reforma regresiva que afecte el “income tax” de la gente que gana menos de US$100,000 o el pago del “sales tax”, porque sabe que no puede en estos momentos. La reforma fiscal es un tema que se plantea a nivel mundial, pero antes de entrar a esa hay que buscar la manera de inyectar recursos que devuelva la estabilidad al empleo, al ingreso y a generar confianza en el consumidor.

En los últimos 12 meses hemos tenido que acudir al mercado de capitales, que por ahora tiene liquidez y tasas competitivas, para cumplir con la demanda de recursos a propósito de la pandemia. ¿Qué le dice su experiencia de Estado que debe hacerse en este contexto de crisis?
Aquí hay que generar sensibilidad en los organismos internacionales. Se ha hecho una distinción entre los países muy pobres altamente endeudados, que son como 80 países. Tema resuelto. Sin embargo, nosotros (República Dominicana) caemos en una categoría ficticia de países de renta media y a los países de renta media, nada. Entonces tenemos que negociar con ellos reprogramación de deuda. Ejemplo: lo que tengo que pagar inmediatamente vamos a transferirlo en el tiempo.

¿Recuerda usted que ahora son tenedores de bonos y que por eso la característica es diferente?
Todos entran en el paquete porque lo decide el G-20. Entonces, los países de renta media, como República Dominicana, necesitan tiempo. Si usted coge el Presupuesto nacional se dará cuenta que un 48% es para pagar intereses y amortización de la deuda. Entonces, el país se hace insostenible. Por eso es que estamos pensando en la reforma fiscal porque es que el Presupuesto no me da. Pero no me da porque es que el 48% es para pagar deuda. Vamos a reprogramar la deuda, lo que está previsto para cinco años mandémoslo para diez o 15 años y, luego, vamos a discutir los intereses. Como está planteando la Reserva Federal, reducción de intereses. Vamos a bajarlos y fijarlos. Una tercera opción sería la condonación de deuda. En los 80, cuando la deuda se hizo impagable, inventaron el mecanismo de los bonos Brady. Podemos buscar algún tipo de bono que nos permita hacer eso. También está la condonación de deuda y hacer préstamos concesionales a través de los derechos especiales de giro.

¿Qué debe suceder en lo inmediato?
Primer vamos a resolver un tema de cómo ganamos tiempo antes de pensar en la reforma fiscal interna. Porque si usted se da cuenta, todas las reformas que hemos hecho al final no pasan de un 15% y después retrocedemos. Si nos ponemos a ver todo lo que ha sucedido desde los años 90 para acá, siempre queda así. Por tanto, pensar en que la reforma fiscal va a darnos la estabilidad que necesitamos por sí sola, no es cierto; es una combinación de factores y el factor externo tiene que ser clave. Que la categoría de país de renta media entre dentro del criterio que se adopte en general para mantener unas finanzas públicas internacionales saneadas y permita crecimiento sostenible en el tiempo.

¿Cómo ve usted el potencial que tienen las alianzas público privada para realizar obras que el Estado no está en capacidad de ejecutar?
Uno tiene que descansar en inversión extranjera directa, inversión privada local, tiene que ver alianzas público-privada porque el Estado no tiene los recursos para emprender los grandes proyectos. Esos ingresos fiscales no están. Entonces, el país se estancaría. Los expertos dicen que un país debe invertir anualmente un 6% de su PIB en infraestructura y nosotros no tenemos esa capacidad. Es lógico que ahí se convoque al capital privado para hacer esas alianzas para hacer los grandes proyectos. Tenemos el marco legal, hay un consenso nacional de que procede y entonces ya es asunto de atraer la atención de esos capitales para que vengan a República Dominicana.

¿Cuáles ejemplos puede darnos para aprovechar este mecanismo?
Nosotros, por ejemplo, a través de Funglode realizamos un estudio hacia el año 2044, mirando al bicentenario de la República, identificamos 1,500 proyectos de infraestructura que habría que realizar, incluyendo el tren de pasajeros y mercancías que conecta al Caribe con el Atlántico. Lo podemos tomar desde el puerto Caucedo, pasando por Haina, sigue hacia el Norte al puerto de Manzanillo y terminando en Puerto Plata. Este proyecto conecta a todo el Cibao con la parte Sur del país. ¿Cuánto podría costar eso? No tenemos con qué, por lo que eso puede ser una alianza público-privado. Ahora bien, el país debe generar la confianza necesaria para la inversión. Vamos a ponernos de acuerdo con las reglas de juego, pero una vez nos ponemos de acuerdo, esas son las reglas de juego. República Dominicana ha acelerado su proceso de desarrollo durante los últimos 25 años. El país va avanzando. De US$18,000 millones que era el PIB anual en 2004 hemos pasado a casi US$90,000 millones y en cuatro o cinco años llegaremos a US$100,000 millones. Esta es la economía más importante de Centroamérica y el Caribe.

¿Cuál cree usted que debe ser la actitud de República Dominicana ante un Haití con una crisis política y económica más profunda?
Nosotros debemos tener siempre la preocupación con el tema haitiano porque todo lo que pasa en Haití repercute en República Dominicana. Tema central: Haití necesita estabilidad política. ¿Por qué República Dominicana ha podido desarrollarse? Porque logramos la estabilidad política. ¿Qué quiero decir con esto? ¿Cómo se accede al poder? Cuando hay inestabilidad usted llega al poder porque hay un golpe de Estado, hay una guerrilla de izquierda que está en las montañas y por eso nadie se fija en ese país para invertir. Nosotros, a partir de 1978, resolvimos ese tema en este país con elecciones cada cuatro años y hemos ido perfeccionando el sistema. Si hay fraude vamos a detectar para que no se produzca en el futuro. No hay traumas. Pierde el PLD y viene el PRM; ahorita pierde el PRM y viene la Fuerza del Pueblo (y esperamos que así sea). Lo importante es que el partido que llega sabe que debe someterse a reglas juego y entender los límites electorales.

¿Cómo se refleja la estabilidad en la inversión?
Si usted tiene estabilidad económica y democrática crea certidumbre. La estabilidad política me lleva a la estabilidad económica. Ahí sabemos que el país dispone de proyecciones de crecimiento y así llega la inversión. La diáspora haitiana es poderosa. Hay mucha gente brillante, académicos y son profesores. Lo vemos por todas partes. Es gente de primer plano. Una Edwidge Danticat es una escritora haitiana recomendada por el The New York Times. Este talento existe, pero está fuera del país.

¿Qué puede hacer República Dominicana ante esta realidad haitiana?
Es limitado lo que República Dominicana puede hacer. A propósito del terremoto de 2010 construimos la universidad en Cabo Haitiano y hoy está funcionando bien con alrededor de 10,000 estudiantes. Un profesor de Harvard, de nombre Paul Farmer, construyó un gran hospital en Puerto Príncipe, absolutamente moderno. Son ayudas. Haití ha ido mejorando su infraestructura física. Las carreteras ya existen por muchas partes. Hay pueblos como Jacmel que son atracciones turísticas. En la parte Norte, por Cabo Haitiano, llegan cruceros y tienen muchas áreas que van mejorando. El tema, por supuesto, es la delincuencia con secuestros continuamente. Hay un descontrol, una falta de orden. Eso se logra controlar eso con participación internacional. Para mí, la salida de la Minustah fue un error, pues esta misión mantenía un cierto orden. La policía requiere más entrenamiento. Hay que mirar a Haití en un plazo de 40 a 50 años, pues eso no ocurre de la noche a la mañana.

¿Cómo ver el desarrollo en el tiempo?
El desarrollo en República Dominicana es un proceso que se inicia 100 años atrás. En 1920 los americanos hicieron un censo. En el país había 800,000 personas. Diez años después llega Rafael Leónidas Trujillo y gobierna por 30 años y cuando es ajusticiado son 3.5 millones de habitantes. Hoy el Gran Santo Domingo tiene 4.5 millones. Por otra parte, la pirámide estaba invertida, pues el 80% era rural y hoy es el 25%. Si nos ponemos a ver la infraestructura que hemos creado, aún deficiente o precaria o no incluyente, pero ha habido un avance inmenso. En 1961, cuando muerte Trujillo, había una sola universidad (la UASD) y hoy tenemos más de 40 de calidad. Este es un país que está hiperconectado mundialmente. Aquí usted tiene internet de velocidad. Este es en 100 años. Usted viaja por los pueblos y se puede ver la arquitectura trujillista. Se puede ver el Arco del Triunfo de Barahona, San Juan y en todos los pueblos se ven los hospitales, tribunales de justicia. Luego llegó Joaquín Balaguer y más adelante nuestro legado con el Metro de Santo Domingo, los elevados, túneles y esto se toma años. ¿Cuántos años ha costado crear a Punta Cana? 40. ¿Cuánto tomó crear Casa de Campo? 40 y 50 años. Eso no es de la noche a la mañana, es un proceso, el cual se acelera cuando usted tiene estabilidad política democrática. La política importa, juega un papel central porque es la que pone el orden, la que dirige y genera la confianza.

En los años 70 el país aplicó la política de un modelo de sustitución de importación. Hay quienes sostienen la tesis de que esto le restó competitividad al país, ya que la industria local no se preparó para la apertura. ¿Qué considera usted?
Eso fue un fenómeno universal. No fue que lo inventamos aquí. La Comisión Económica para América Latina (Cepal) lo planteaba. El debate siempre fue ¿por qué hay países que se desarrollan y países que no? La tesis era que los que no se desarrollan viven fundamentalmente de la agricultura y del campo; los que se desarrollan tienen industria. Entonces, vamos a la fase industrial. ¿Cómo nos desarrollamos? ¿Cómo podemos crear industrias cuando vamos a competir con países con mayor nivel que nos van a aplastar? Entonces, esa política de industrializar, creando altos aranceles para frenar las importaciones y no compitan fue correcta en su tiempo. De hecho, en la mayoría de los países, su primera etapa, fue así. Estados Unidos fue proteccionista, pues cerraron su mercado a importaciones que pudieran competir con lo que ellos estaban haciendo. Europa fue siempre proteccionista. Usted mira la historia económica de la humanidad y hubo un momento que todo el mundo fue proteccionista. Con el tiempo se dan cuenta que es una fase superada y abren, entonces, el libre comercio.

¿Es completamente bueno el libre comercio?
El libre comercio también tiene sus trampas porque no todos estamos en igualdad de condiciones. Usted, por ejemplo, a Haití y su producción de arroz. Haití producía arroz. Ellos producían su consumo nacional. ¿Por qué Haití hoy no produce arroz? Porque empezaron a importar arroz de Arkansas, Estados Unidos, que está subsidiado en su producción y exportación, llega a Haití y arruina a todos los productores. Los consumidores compran un arroz que es más barato y de mejor calidad que producido por ellos mismos. Hoy el debate en la Organización Mundial del Comercio (OMC) es el tema de los subsidios. Los europeos no sueltan el subsidio y los estadounidenses dicen que los mantendrán hasta que los europeos lo hagan. El proteccionismo aún sigue en los países desarrollados.

¿Cuán preparado estaba el país para la apertura de los mercados a principios de los 90?
Aquí viene lo siguiente. También tenemos que ver con la política y los momentos históricos. Estábamos en el mejor de los mundos. Digamos, había un acuerdo de libre comercio unilateral de República Dominicana hacia el mercado de Estados Unidos en condiciones arancelarias preferenciales (zonas francas). Termina la Guerra Fría y ahora ya no es unilateral, sino bilateral. Ustedes pueden entrar si se abren también. Pero resulta que tenemos limitaciones en esa apertura porque está el tema agrícola. Hay 14 provincias de República Dominicana que dependen de la producción de arroz, café y cacao. Este es el Cibao. Podríamos decir que está bien que entren esos productos, pero también es pertinente que quiten los subsidios que tienen a la producción. Aquí no hay con qué subsidiar, el Estado no tiene para eso.

Acerca de…

Leonel Fernández nació el 26 de diciembre de 1953 en Santo Domingo. Hijo de José Antonio Fernández Collado (fallecido) y Yolanda Reyna Romero, en 1962 fue a residir junto a su familia a la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, donde realizó sus primeros estudios. A su regreso al país, ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

En 1978, obtuvo el título de Doctor en Derecho con honores (Magna Cum Laude), destacándose como el estudiante más sobresaliente de su promoción. Su tesis de grado, “El Delito de Opinión Pública”, enriqueció el debate sobre el tema.

Profesor de varias generaciones de periodistas y comunicadores de la universidad estatal, impartió asignaturas relacionadas con el derecho de prensa, historia, sociología de la comunicación y relaciones internacionales.

También fue docente en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). Amante de la lectura, el doctor Fernández es reconocido como uno de los académicos y profesionales más lúcidos de su generación.

Por: Jairo Severino