Río de Janeiro, Brasil | AFP | La mítica cantante brasileña Elza Soares murió este jueves a los 91 años de edad en su casa de Rio de Janeiro, tras una carrera de más de seis décadas y una vida “apoteósica”, llena de adversidades.
“Es con mucha tristeza y pesar que informamos del fallecimiento de la cantante y compositora Elza Soares, a los 91 años (…) en su casa, en Rio de Janeiro, por causas naturales”, informa el comunicado difundido en su cuenta de Instagram.
Con una ecléctica carrera que empezó en los años 60 y que incluye más de 30 discos, Soares, diva negra con una inconfundible voz rasgada, es considerada una de las mayores voces de la música brasileña.
“Ícono de la música brasileña, considerada una de las mayores artistas del mundo, la cantante elegida como la Voz del Milenio, tuvo una vida apoteósica, intensa, que emocionó al mundo con su voz, su fuerza y su determinación”, señala el comunicado.
A poco de anunciada su muerte, aparecieron en las redes sociales numerosos mensajes de condolencia y de homenaje a esta figura, fácilmente reconocible por su maquillaje dramático, las inmensas pelucas y tacones altísimos, a la que en 1999 la BBC consegró como “cantante brasileña del milenio”.
“Descansa en paz, Elza Soares. El mundo de la samba, y de toda la música brasileña, te agradece y reverencia por tu vida y tu arte”, escribió en Instagram Zeca Pagodinho, considerado uno de los grandes nombres de la samba.
Desafiante y altiva, Elza pasó por los más diversos ambientes, desde sus precarios inicios en Rio de Janeiro, donde creció, hasta escenarios y salas de conciertos de todo el mundo; del exilio en Italia, con su entonces esposo, el futbolista Mané Garrincha, durante la dictadura militar, a la Mocidade Independente de Padre Miguel, su escuela de samba.
Samba, jazz, bossa nova y hasta rock encajan en la voz de Soares.
Símbolo de resistencia
La vida golpeó una y otra vez a Elza Gomes da Conceição, pero también la convirtió en símbolo de resistencia y coraje y en sus últimos años, en figura de culto.
Hija de un obrero y una lavandera, nació en junio de 1930 en Río de Janeiro, y se crió en la favela de Moça Bonita.
Su padre la obligó a casarse a los 12 años, y un año después nació su primer hijo. Con su primer marido tuvo siete hijos, pero los primeros dos, prematuros y desnutridos, murieron muy pequeños. Soares llegó a confesar que llegó a robar comida para alimentarlos. A los 21 años ya era viuda.
Soares estuvo casada durante 17 años con el futbolista Garrincha, héroe de las conquistas en los mundiales de 1958 y 1962, con el que mantuvo una tempestuosa y violenta relación.
Garrincha “fue mi mayor amor, lo es” aún, confió en una entrevista con la AFP en 2017 en Nueva York, su show “La mujer del fin del mundo”.
Con Garrincha, quien moriría de cirrosis a los 49 años también en un 20 de enero, Soares adoptó una niña y tuvo un hijo, apodado “Garrinchinha”, que falleció a los nueve años en un accidente de automóvil, cuando iba a visitar la tumba de su padre.
La madre de Soares también falleció en un accidente automovilístico.
En la Copa del Mundo de 1962, en Chile, de la cual Soares fue la madrina, tuvo “un encuentro ma-ra-vi-llo-so” con el trompetista y cantante de jazz estadounidense Louis Armstrong.
La leyenda reza que Armstrong, impresionado con su voz, dijo que Soares escondía “un saxofón en la garganta”.