Según los Evangelios, el jueves por la tarde antes de Pascua, durante su última comida con los apóstoles, Jesús instituyó la Eucaristía. Era uno de los pasos de la comida ritual judía de Pesaj, y fue su última cena antes de su muerte. En los Evangelios se indica que Jesús, tomando pan y vino, los consagró como su “cuerpo” y su “sangre”.
Los distribuyó a sus discípulos como “alimento” espiritual, pero también como signo de la “nueva alianza” entre Dios y los hombres. Finalmente les pidió: “hagan esto en memoria” suya y para siempre.
La teología cristiana, en todas sus confesiones, sostienen que “Cristo, el salvador” realizó entonces la “redención” definitiva de la humanidad del pecado original, a través de su sacrificio “único” que vendría al día siguiente en la cruz.
La petición de Cristo a sus discípulos fue que siguieran celebrando esta comida “en memoria” de aquel que fundó la Iglesia. Después de su muerte y resurrección, los cristianos se reunieron en secreto en las casas -o en ciertas sinagogas que habían reconocido en él al “Mesías” esperado por el pueblo judío- para reproducir esta última cena.
Jesús es un fiel devoto judío, y está celebrando junto a sus amigos uno de los Seder de Pesaj, es decir uno de los “pasos” que se realizan para llegar el culmen de la Pascua Judía, por eso el mismo Jesús dice en Lucas 22:14: “Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el reino de Dios”.
Tomará el pan, el cual es un pan sin levadura llamado Matzá y pronunciará sobre él la bendición: “Bendito eres, Oh Señor, Dios nuestro, Rey del Universo, que nos has santificado con tus preceptos y nos ordenó comer Matzá…”, lo partió y se los dio diciendo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía”.
Luego, Jesús dió la bendición: “Y, tomando un cáliz, después de pronunciar la acción de gracias, dijo: ‘Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios… este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.’” ¿Jesús tomó una copa común de la mesa del Seder? No. Jesús tomó la copa reservada al profeta Elías, “la quinta copa”.
En la práctica, no se acostumbra beber de la quinta copa, pero sí servirla. En el Seder de Pesaj se bebe cuatro veces en las cuatro copas de vino que se corresponden con las cuatro expresiones de liberación que fueron pronunciadas en la salida de Egipto: “os sacaré”, “os salvaré”, “os libraré” y “os tomaré” (Éxodo 6:6-7). Vale recordar que el profeta Elías fue raptado por un carro de fuego y volvió a la tierra para anunciar la llegada del Mesías.
Jesús, al tomar de esa copa, nos indicó que los tiempos ya se habían cumplido, ya que considera que Juan el Bautista era Elías, como leemos en Mateo 17:12 “…pero yo os digo que Elías ya vino y no lo reconocieron, sino que le hicieron todo lo que quisieron”.
Estas dos acciones del pan y del vino darán lugar, posteriormente, a la institución actual de la celebración de la Eucaristía, que no es más que un Seder de Pesaj resignificado con una liturgia codificada, donde el sacerdote católico u ortodoxo reproduce esta última comida, pero donde la fe cristiana considera que el vino y el pan una vez “consagrado”, son el soporte material y sustancial de la “presencia real” de Cristo. Es la “transubstanciación”, es decir: el pan y el vino son realmente Cristo presente.