Según la historia, el Miércoles Santo del año 1696, cuando por primera vez, a las nueve de la mañana, la sagrada imagen, advocación de Cristo, sale de la iglesia en medio del clamor y las alabanzas de la feligresía. Muchos más, desde sus hogares, alababan a Dios con fe y devoción, esperando el tan ansiado milagro.
Un hecho trágico relacionado con el Nazareno tuvo lugar la madrugada del Miércoles Santo, 9 de abril de 1952, durante una de las misas en honor a la imagen. La basílica de Santa Teresa estaba abarrotada de fieles. De repente alguien gritó: “¡Se está cayendo la iglesia!, ¡incendio!”, y los asistentes entraron en pánico e intentaron salir del templo a trompicones. La estampida arrojó un saldo de 46 muertos, por asfixia y aplastamiento, y 115 heridos.
Las personas estaban tan confundidas como desesperadas. Parecía que nada se podía hacer para contener la epidemia de peste de vómito negro o escorbuto que estaba haciendo estragos en la población, dejando muerte y desolación por todos lados. La ciencia médica no lograba conseguir un tratamiento efectivo para el combate de la enfermedad y esto aumentaba el miedo en la gente, que masivamente se volcó a las iglesias en busca de ayuda divina. Uno de estos templos, abarrotado de devotos, fue la iglesia de San Pablo Ermitaño, a donde acudieron cientos de personas que, apretujadas, clamaban desesperadas por un milagro que pusiera fin a la epidemia, para la cual no había cura.
En medio de tanta incertidumbre, alguien tuvo la idea de sacar en procesión la imagen del Nazareno de San Pablo.
Fue en la procesión donde ocurrió un suceso inexplicable y extraordinario. Durante el recorrido, la corona de espinas del Nazareno de San Pablo, y parte de la cruz, quedaron enredadas en un limonero, por lo que las personas que trasladaban la imagen debieron halar con fuerza para librarlas y continuar la marcha. Fue en ese momento que gran cantidad de limones cayeron al piso, a los pies de los devotos, que, interpretando aquel acontecimiento como un mensaje divino, corrieron con los limones a sus casas para preparar infusiones, que suministraron a los enfermos y estos, sorprendentemente, fueron sanando.
El Nazareno de San Pablo
La procedencia de la imagen no está del todo clara. Se trata de una talla de madera que mide 1.74 de altura, y se cree fue esculpida en Sevilla, España, posiblemente por Felipe de Ribas, en el siglo XVII. Otra versión atribuye a un inmigrante canario radicado en Carayaca, estado La Guaira, haber esculpido el rostro de la imagen, en tanto que existen versiones en el sentido de que la escultura atravesó a la deriva el Atlántico y cuando la encontraron en La Guaira, fue llevada a la capilla de San Pablo.
También dice la creencia popular que, una vez el escultor terminó la talla, se le apareció la imagen del Nazareno y le pregunta: “¿Dónde me has visto, que tan perfecto me has hecho?». El Nazareno llegó a Caracas en el año 1674, y era venerada en la capilla de San Pablo, el Ermitaño. Es de allí donde le viene el nombre Nazareno de San Pablo. La imagen fue consagrada el 4 de julio de 1674 por fray González de Acuña. Permanece en la capilla de San Pablo hasta el año 1880, cuando el presidente Antonio Guzmán Blanco, conocido por sus posiciones anticlericales y enfrentamientos con la curia, ordenó su derribo, para levantar en ese mismo lugar el Teatro Municipal de Caracas.
Ya en esa época, el Nazareno era conocido en toda Caracas y contaba con un importante número de feligreses. Logra sobreponerse a la adversidad. Ni la persecución contra la Iglesia por parte del gobierno de Guzmán, ni la demolición de su iglesia, lograron hacer mella en su popularidad, que aumenta de manera incontenible. Un año después de ocurrida la destrucción de su tempo, en 1981, el propio Guzmán Blanco, de manera sorpresiva, da la orden para construir la iglesia Santa Teresa, en la cual permanece actualmente y es adorado el Nazareno de San Pablo.
Las crónicas de esa época reseñan que, durante el pomposo acto de inauguración del Teatro Municipal, Antonio Guzmán Blanco recibió un mensaje del Nazareno mientras se encontraba en el palco presidencial. Se comenta que experimentó una extraña visión durante la cual visualizó la imagen del Nazareno, que le preguntaba: “¿Dónde está mi Iglesia?”. Tal acontecimiento no solo causó una gran consternación en el anticlerical presidente, sino que, para sorpresa de todos, incluyendo al mismo clero, anunció la construcción de la basílica de Santa Teresa y Santa Ana, nombrada así en honor a su esposa, Ana Teresa Ibarra. El mismo presidente ordenó el traslado de la imagen al nuevo templo, donde se ha mantenido hasta ahora.
Adorado en todo el país
El Nazareno de San Pablo forma parte de una tradición nacional, de una creencia popular que se inició en Caracas. Con el transcurrir del tiempo se fue extendiendo por todo el país, para convertirse en uno de los acontecimientos más importantes de la Semana Santa. Todos los Miércoles Santos se celebra el día del Nazareno y la sagrada imagen de Cristo, con la cruz a cuestas, es venerada por millares de personas que suelen vestir de morado en su honor, bien como acto de fe o como ofrenda por un favor recibido. Pese al paso del tiempo, el Nazareno se ha mantenido en la fe del pueblo venezolano por más de tres siglos y en la medida que transcurre el tiempo, son más los fieles que se suman a la adoración de la sagrada imagen y le rinden tributo de fe y devoción.
Aun cuando la veracidad de este hecho ha sido cuestionada, es la del Nazareno una de esas historias repletas de aspectos extraordinarios, de milagros, admiración, fe y devoción por parte de un pueblo que lo venera incondicionalmente desde el año 1696, cuando la población víctima de la epidemia de peste, para la cual no había cura, recibió el milagro de sanar a los enfermos en su primera procesión. La corona de espinas y parte de la cruz de madera quedaron enredadas entre las ramas de un limonero y ese fue el inicio de esa extraordinaria devoción popular que se mantiene como parte fundamental en la cultura religiosa de nuestro país, desde hace más de tres siglos.
El limonero del Señor
Han transcurrido 324 años de aquel extraordinario acontecimiento, de la cura milagrosa de millares de enfermos, muchos de los cuales, resignados, solo esperaban la muerte ante el fracaso de la ciencia médica por encontrar un remedio. Eran momentos terribles para una población desesperada, que volvió sus ojos a la Iglesia para implorar a Dios ayuda. Fue en ese momento cuando los religiosos decidieron sacar en solemne procesión la imagen del Nazareno, que por primera vez sale de la iglesia San Pablo el Ermitaño, con destino al centro de la ciudad. Según la leyenda, al pasar por la esquina de Miracielos, donde había un frondoso limonero, la cruz del Nazareno lo tropezó y junto a la corona de espinas quedaron engarzados de las ramas.
Este inconveniente detuvo por momentos la romería, hasta que los hombres comenzaron a tirar para liberar al Nazareno de las ramas, pero con ello solo consiguieron que varios gajos de limón cayeran al piso, hecho que en medio de aclamaciones fue interpretado por algunos feligreses como un aviso divino, un mensaje del cielo. Algunos tomaron los limones y corrieron a sus casas para preparar infusiones que suministraron a los enfermos, que rápidamente curaron. El remedio se extendió por toda la ciudad y la pandemia llegó a su fin, según la leyenda.
El primer milagro
Este extraordinario acontecimiento es considerado como el primer milagro del Nazareno de San Pablo. Salvar a la población de la terrible epidemia de vómito negro, enfermedad que llegó a Venezuela a través de un barco que con muchos enfermos atracó en La Guaira.
Este hecho alcanzo tal notoriedad que fray González de Acuña decretó el Miércoles Santo como el día para la veneración del Nazareno, fecha que se mantiene y reúne todos los años a miles de creyentes en la Basílica de Santa Teresa y en las iglesias de toda Venezuela. La esquina donde ocurrió el milagro fue bautizada como Miracielos y el árbol, el Limonero del Señor. Lamentablemente, la planta ya no existe.
El poeta Andrés Eloy Blanco escribió sobre el milagro una prosa que es un reclamo contra aquella persona inconsciente que cortó el limonero del Señor.
“En la esquina de Miracielos agoniza la tradición.
¿Qué mano avara cortaría el limonero del Señor?
Se pregunta de manera insistente el bardo criollo.
Como un recuerdo de ese milagro, en una de las esquinas de la iglesia de Santa Teresa, templo que aloja al santo, está sembrado un nieto de aquel limonero que forma parte de la leyenda.
Miércoles Santo
Desde esa fecha, hasta el presente, miles de fieles vestidos de morado visitan al Nazareno de San Pablo, especialmente en Semana Santa. No obstante, cualquier época del año es propicia para adorar el santo. Diariamente el Nazareno recibe visitas de fieles que se arrodillan, rezan, piden y agradecen.
Su gran día es el Miércoles Santo, cuando sale en procesión vestido con las galas de una túnica morada con hilillos bañados de oro en sus bordes. Los preparativos se inician un día antes con la decoración de la base y los marcos, para lo cual se utilizan miles de orquídeas. El mismo Martes Santo comienzan a llegar los Nazarenos trajeados de morado para ingresar a la basílica a pagar promesas o simplemente en procura de los mejores puestos para la misa y tomar parte en la procesión del miércoles, que se prolonga por varias horas.
Durante el día se ofician más de 30 misas, y en la tarde sale la procesión.
Curiosidades del Nazareno
Tres años después de la muerte del Libertador Simón Bolívar, el general José Antonio Páez se declaró devoto del Nazareno de San Pablo. Incluso, a partir de 1833, Páez comenzó a vestir el traje morado en época de Semana Santa, según los historiadores.
No se sabe cuándo llegó la imagen a Caracas, ni quién es su autor. Pero, tras examinar la pieza en 1975, el experto Carlos Federico Duarte certificó su procedencia ibérica, ya que está hecha de pino de Flandes, material habitual para la realización de esculturas sacras en España, mientras que en Venezuela se utilizaba cedro amargo.
El milagro de los limones ‘La suerte del Nazareno de San Pablo’, cambió drásticamente con el ascenso al poder de Antonio Guzmán Blanco, quien gobernó Venezuela en tres ocasiones, entre 1870 y 1888. Conocido como “El Ilustre Americano”, el régimen de Guzmán se caracterizó por las obras públicas, el fomento de la ciencia, el progreso y un fuerte anticlericalismo que lo llevó a expulsar a algunos obispos del país, prohibir órdenes religiosas, cerrar conventos, expropiar bienes eclesiásticos e incluso intentar fundar una Iglesia venezolana, independiente de Roma.
La iglesia en realidad se llama basílica de Santa Teresa y Santa Ana. Su arquitecto fue Juan Hurtado Manrique, responsable también de la Santa Capilla, y la construcción finalizó el 28 de octubre de 1881. Fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1959 y elevada al rango de basílica menor por el papa Paulo VI, en 1974.
Un hecho trágico relacionado con el Nazareno tuvo lugar la madrugada del Miércoles Santo 9 de abril de 1952, durante una de las misas en honor a la imagen. La basílica de Santa Teresa estaba abarrotada de fieles. De repente alguien gritó: “¡Se está cayendo la iglesia!, ¡incendio!”, y los asistentes entraron en pánico e intentaron salir del templo a trompicones. La estampida arrojó un saldo de 46 muertos, por asfixia y aplastamiento, y 115 heridos. Las autoridades concluyeron que el supuesto “incendio” nunca había ocurrido.
—A comienzos de los años 70, el deterioro del Nazareno de San Pablo, a causa del comején, las turbulencias políticas y deficientes restauraciones anteriores, era tan notable que las autoridades de Santa Teresa optaron por una restauración definitiva y solicitaron los servicios del restaurador español Manuel Díaz y el mencionado experto venezolano Carlos Federico Duarte, quienes instalaron un taller detrás del nicho de la imagen, en la misma basílica. Los trabajos se efectuaron entre el 17 de julio y el 15 de octubre de 1975, cuando el Nazareno volvió a su lugar habitual.
El Nazareno de San Pablo es la única figura en el país a la que se le ha hecho una radiografía, por ser la primera vez que se iba a restaurar. Vino de Sevilla un escultor y restaurador, Manolo Díaz, quien fue el “médico de cabecera” del Nazareno.
Los resultados de la radiografía: En el pómulo derecho, el Nazareno tiene una huella, de una bala. Se piensa que en alguna turba donde las personas se refugiaron en la iglesia, un disparo le dio en el pómulo derecho.
La cabeza estaba muy dañada, y tenía serios daños en las manos y en los pies. Tenía 7 túnicas, pero con la demolición de la iglesia se quedó solo con 2. La que usa en la Semana Santa y la del diario.
Cada Miércoles Santo es tradicional en la ciudad de Caracas visitar y acompañar durante su procesión al Nazareno de San Pablo.
Para su salida procesional, es vestido con una túnica morada, bordada con hilo de oro, con los símbolos de la pasión, y adornada con decenas de perlas, así como por sortijas y otros exvotos.
En la Colonia se le colocaba una cruz de cartón pintada de verde. Esto porque se temía que con las procesiones se le dañara el hombro. La leyenda dice que a medida que crece el sufrimiento del pueblo, el Nazareno se pone más oscuro, y que cuando se sufre más y la situación se torna más difícil, Él se inclina más.
Este culto no estuvo exento de inconvenientes, pues luego de la construcción de la ermita, un año después en El Calvario, “para que en él se recoja Jesús de Nazareno”, la cual fue levantada a expensas de los “fieles devotos”, Diego de Fuenmayor y Joseph de Ulloa resolvieron no entregarles las llaves de la capilla a fray Eugenio. Así, el santo que debía salir en procesión todos los viernes de cada mes, debió soportar los rigores del sol y la lluvia por no tener dónde recogerse.
Dudas y entredichos
Pese a los estudios realizados por historiadores y cronistas que coinciden en frustrantes resultados, la tradición del Nazareno de San Pablo ha cobrado mayor vigor en el pueblo, probablemente por aquello de que los milagros no se discuten en su veracidad. Así, cada Miércoles Santo, en la Basílica de Santa Teresa, colmada de fieles devotos de la imagen del Nazareno, renuevan la tradición, incorporando a esta nuevas versiones de sus milagros.
Feligreses, sin distinción de sexo o edad, concurren al templo desde la medianoche del Martes Santo, hasta el transcurrir del día miércoles, en solicitud de la misericordia del santo, pero también no son pocos los devotos que acuden en señal de gratitud por el favor recibido, cargando por las calles grandes cruces, recorriendo descalzos enormes distancias para ir al templo o andando de rodillas, dentro o fuera del templo, en actitud de imploración, etc.
Justamente, este rito es el que vitaliza la tradición del Nazareno, pues a no dudarlo, los milagros del santo parecen concretarse en casos muy particulares de sus devotos. Cada uno de ellos lleva consigo un fragmento de la verdad acerca de los milagros, y es el conjunto de todas esas versiones el que le da arraigo y credibilidad a la tradición que le atribuye a la imagen del Nazareno los benéficos poderes milagrosos.
También es creencia del colectivo el aseverar que la imagen del Nazareno de San Pablo se viene encorvando en razón de la pesada carga de su cruz, que simboliza los pecados que cometen los feligreses. Desde hace bastante tiempo, la cruz que sostiene la imagen fue sustituida por una de cartón, para evitar los daños que ocasionaba el peso de la cruz original, a las manos de la talla cuando era sacada en procesión.
Siempre se ha comentado que el único incidente conocido desde que el Nazareno es venerado en la Basílica de Santa Teresa y Santa Ana, fue la tragedia del 9 de abril de 1952, que arrojó el saldo lamentable de cuarenta y nueve víctimas, debido a una falsa alarma de incendio.
Sin embargo, cincuenta años antes, en 1902, ocurrió una tragedia similar, cuando alguien alertó sobre el inicio de un supuesto terremoto, lo que provocó de inmediato un tumulto que dio como saldo heridos, contusos y muertos. Según se dice, lo que provocó el incidente fue la caída de un cuadro de la pared, que alguien interpretó como un temblor.