James Ellroy: "Marilyn Monroe era tonta, superficial y usaba a la gente"

James Ellroy: "Marilyn Monroe era tonta, superficial y usaba a la gente"

Marilyn Monroe era “tonta, superficial, sin talento ninguno y usaba a la gente” y John F. Kennedy, “un hombre de dos minutos” en el sexo, según el escritor James Ellroy, que presentó este lunes en Madrid su nueva novela, ‘Los seductores’ (‘The Enchanters’), donde deconstruye el mito del icono hollywoodiense.

“Se han escrito muchísimos libros sobre ella y todos parecen absolverla por sus malas acciones, pero yo aquí la condeno”, dice con rotundidad el rey de la novela negra estadounidense, autor de ‘L.A. Confidential’ o ‘La Dalia Negra’ (‘The Black Dahlia’) .

Lo relativo a Monroe lo dice por “puro instinto”, no es que haya hecho una investigación para escribir este libro, una ficción detectivesca llena de personajes y situaciones reales. Sí leyó, aunque parcialmente, la biografía escrita por el periodista británico Anthony Summers.

“No se prueba nada, es pura especulación, nadie sabe lo que ocurrió”, afirma el escritor estadounidense, que visita España para participar en la tercera edición del Hay Festival de Sevilla.

Aunque la novela se aprovecha de toda esa especulación y misterio, Ellroy no cree que la actriz de ‘The Seven Year Itch’ o ‘ Gentlemen Prefer Blondes’ fuera una verdadera amenaza para el ‘establishment’ estadounidense ni para los Kennedy en particular.

“Jack (John Kennedy) y ella solo tuvieron ocho encuentros de una hora, Jack era un hombre de dos minutos”, sostiene refiriéndose a quien fuera presidente de Estados Unidos, asesinado en Dallas en 1963.

“Marilyn murió de sobredosis, era alcohólica y drogadicta, había tomado grandes cantidades de alcohol y estupefacientes durante años”, asegura.

A su juicio, si el mundo sigue hoy fascinado con ella es porque “al mundo se le engaña fácilmente” y “la gente quiere creer cosas”.

Otash, guardián de los secretos de un Hollywood podrido

Ambientada en la ciudad de Los Ángeles, en el verano de 1962, la trama relaciona la muerte de Marilyn con el secuestro de una actriz de películas de serie B -en este caso, un personaje de ficción-.

En medio de todo, el detective Freddy Otash, un expolicía corrupto y extorsionador, que intuye que ambos casos están relacionados e investiga, primero a las órdenes de Jimmy Hoffa -líder sindicalista vinculado a la mafia y en guerra con los Kennedy- y después para el otro bando, respondiendo ante el propio Robert Kennedy.

Darryl F. Zanuck, el mandamás de la Fox, Elizabeth Taylor o Natasha Lytess, son algunos otros personajes reales que aparecen a lo largo de las más de 500 páginas de novela, además del propio Otash, un detective privado a quien Ellroy conoció en persona y de quien se decía que había espiado a todo Hollywood.

“Tenía cautivo a Hollywood, era su guardián, lo sabía todo”, afirma Ellroy, antes de añadir que “era un pedazo de mierda”. Otash es el protagonista de una trilogía que empezó con ‘Pánico’ (‘ Widespread PanicA novel’2021) y de la que está escribiendo ya la tercera entrega.

El Hollywood que retrata Ellroy es un mundo lleno de violencia, perversión, drogas y traiciones. Del actual, prefiere no decir nada. “No quiero hablar del momento actual, ni de la política norteamericana, ni de nada relacionado con la actualidad, pero sí diré que allí donde hay un grupo de gente que piensa de la misma manera, querrán censurar las mismas cosas”.

“Sigo estando como una cabra”

El autor del Cuarteto de Los Ángeles confiesa que vive en el pasado. No usa ordenador, ni móvil ni televisión. “Todo eso es Satán en la Tierra”, alerta el escritor, que debutó pasada la treintena, marcado por el asesinato sin resolver de su madre cuando él era un niño, -algo de lo que ya habló en ‘Mis rincones oscuros’ (‘My dark places’, 1996)-.

A punto de cumplir 77 años, dice no tener la sensación de perder memoria ni de ir más lento. Su estilo literario, torrencial y de frases cortas como disparos de ametralladora, sigue intacto. Su ego, un poco más moderado, considera.

“La fe lo ha mitigado y también mirar la vida y ver que, pese a los libros escritos, la fama y el dinero que he ganado, sigo estando como una cabra, tengo insomnio y por la noche me entra un pánico que me impide dormir”, afirma.

Cómodo en la provocación y en ofrecer una imagen de tipo duro y cortante, pero con sentido del humor, asegura que no le gusta ninguna adaptación que se ha hecho de sus películas, aunque sigue dispuesto a que le paguen dinero por ellas.

Joyce Carol Oates ha dicho de él que es el “Dostoievski esdtadounidense”; él no tiene problema en admitir que no lo ha leído. Tampoco a Tolstoi, ni a Celine, ni a Kierkegaard, enumera. Cormac McCarthy y Faulkner no le gustan, porque “nunca usan comillas”.

“Ni siquiera me gusta la novela policíaca”, agrega el escritor, apodado “el perro demoníaco” de la novela negra estadounidense.