Taylor Swift anunció el título hace semanas, en apariencia tan sesudo, ‘The Tortured Poets Department’, muy alejado de otros como ‘Red’, ‘Fearless’, ‘Reputation’ o ‘Love’. Pero a las dos de la mañana del día del estreno apareció un nuevo tuit de Taylor: «Sorpresa de las dos de la mañana: el disco será un doble álbum secreto.
El marketing y la noticia es que tenemos 31 canciones en las que sumergirnos en este undécimo disco de estudio de Swift. Hay fans no tan contentos con esto: la preventa del disco «simple» (16 canciones) ya acumula miles de pedidos y muchos de ellos acabarán ahora comprando el disco dos veces.
Un álbum, de toda la vida, también entra por los ojos. Mucho más si hablamos de pop de masas. Swift anunció el nombre del disco según recogía un Grammy (fue hace unos dos meses, difícil escoger mejor altavoz), pero desde esa misma mañana sus redes sociales y su página web habían cambiado a blanco y negro, casi con un toque sepia. Un cambio de mentalidad que nos prepara para entrar en un universo más de chimenea y manta que de grandes estadios. Tempos más relajados, sintetizadores elegantes y más susurros que gritos. Eso sí, en 31 canciones hay sitio para todo: ‘I can do it with a broken heart’ es casi electropop.
El primer tema, ‘Fortnight’ (se espera un inminente estreno de videoclip) contiene una de las dos colaboraciones acreditadas, bastante inesperada: el rapero Post Malone. La otra acerca un poco más a Taylor al mundo indie: Florence Welsh, de Florence + The Machine (la canción es ‘Florida!!!’, y Florence demuestra una personalidad a la hora de cantar que hace empequeñecer un poco a Swift). Siempre hay que mirar con lupa las colaboraciones para averiguar el rumbo, los nuevos nichos de público que ansía conseguir un artista hoy en día.