La soprano cubano española María Remolá, figura fundamental del arte lírico en la isla, falleció este jueves en Santo Domingo, días después de haber cumplido los 91 años.
Remolá, nacida en 1930 en Barcelona pero conocida como “el Ruiseñor Cubano”, se instaló en Cuba a comienzos de la década de los 50, y fue fundadora del Teatro Lírico Nacional, compañía con la que interpretó un amplísimo repertorio de óperas, operetas y zarzuelas.
En 1956 fue discípula de canto de Francisco Fernández Dominicis y recibió clases de perfeccionamiento con la cantante búlgara Liliana Yablenska. Realizó su debut profesional en 1958, en la compañía de Aguilá-Martelo, con el rol titular de la ópera Marina, de Arrieta. Tres años después, protagonizó la puesta de Doña Francisquita, de Vives, dirigida por Antonio Palacios en el teatro Payret y en la versión televisiva. También cantó en el teatro Martí llevada por Antonio Palacios Espejo.
La carrera de María Remolá incluyó también numerosas actuaciones en el cabaret, la radio y la televisión, medios que la hicieron muy popular entre los cubanos en los años 60, 70 y 80. Fue también solista con la Orquesta Sinfónica Nacional.
No puede olvidarse su colaboración con el Ballet Nacional de Cuba en dos obras de Alberto Méndez: “Oda a la alegría”, con música de Ludwig van Beethoven, y de manera muy especial, “El río y el bosque”, con música del que fue su esposo, el cubano Félix Guerrero.