AFP.- El cantante Justin Bieber se encuentra en el centro de la polémica después de que aceptara un concierto en Arabia Saudita y que los militantes proderechos humanos le pidieran que lo anulara por las violaciones en el reino del Golfo.
El canadiense, de 27 años, tiene programada una actuación el domingo en Yeda (oeste) ante miles de personas, durante el primer Gran Premio de Formula 1 de Arabia Saudita, junto al DJ francés David Guetta y el cantante estadounidense Jason Derulo.
A pesar de que Arabia Saudita busca cambiar su imagen de país ultraconservador, las organizaciones internacionales siguen criticando las detenciones de opositores, las leyes contra la comunidad LGTBQ+ y las ejecuciones en el país.
Hatice Cengiz, la viuda del periodista saudita Jamal Khashoggi, asesinado en el consulado de su país en Estambul en 2018, se ha puesto al frente de un movimiento que pide a Bieber que anule su concierto.
“Es una ocasión única para decir con fuerza a todo el mundo que vuestro nombre y vuestro talento no serán usados para rehacer el prestigio de un régimen que mata a sus opositores”, escribió Cengiz en una tribuna publicada en el Washington Post.
Las críticas contra Bieber se vieron tanto en las redes sociales, donde la etiqueta #WTFJustin fue muy utilizada, como en los cielos de Los Ángeles, después de que un avión sobrevolara el mes pasado la gala de los American Music Awards con el mensaje: “¿Por qué canta Bieber para asesinos saudíes?”
El artista canadiense evitó hacer cualquier comentario.
“Podría dar la impresión de que simplemente es Justin Bieber cantando para su público, pero lo que está en juego este fin de semana en Arabia Saudita es un tema complejo, por quién canta y quién compite”, en el Gran Premio de F1, explicaba el profesor Simon Chadwick, experto de la industria deportiva en la escuela de negocios francesa EM Lyon.
Como otros países, el reino saudita quiere usar el deporte como elemento de influencia para mejorar su imagen internacional. Chadwick afirma que las autoridades niegan las acusaciones de “blanqueamiento deportivo” y prefieren presentar su interés por el deporte como un medio de diversificar una economía dependiente del petróleo.
El reino utiliza los ingresos de la explotación de hidrocarburos para atraer a los grandes eventos deportivos y a las estrellas, afirma James Dorsey, un especialista de Oriente Medio en la Universidad de Singapur.
Las autoridades sauditas “van a poner suficiente dinero para que este tipo de cosas (incluidos los Grandes Premios) no se puedan rechazar”.
Para el presidente de la Federación de automovilismo saudita, el príncipe Jalid ben Sultan al Faysal, “no es un cantante que va a (extender) la imagen del reino, sino más bien la de sus dirigentes y su pueblo”.
“Muchos están instrumentalizando a Justin Bieber para hacer de él algo que no es” tanto por parte del poder como de los defensores de los derechos humanos, asegura Chadwick.
Por una parte, “los liberales le juzgarán con mucha severidad por venir a Arabia Saudita”. Pero “si no hubiera venido, algunas personas en el Golfo o en otros sitios lo verían como un opositor a lo que ocurre en esos países”.