AFP.- Tras el triunfo de la serie española “La Casa de Papel”, el de la francesa “Lupin” ilustra el fin del poderío estadounidense sobre la producción televisiva, un movimiento impulsado por las plataformas y la nueva ambición de actores internacionales, sean latinoamericanos, europeos o coreanos.
“Hace 10 años, el 90% de la creatividad estaba en Estados Unidos”, recuerda Pascal Breton, fundador y presidente de la productora Federation Entertainment. “Había buena creatividad local a pequeño nivel, pero no viajaba”.
Sin embargo, las cosas cambiaron. Aumentó la potencia de internet, se instaló el modelo de televisión a demanda, los canales estadounidenses dieron el ejemplo, HBO a la cabeza. Todo eso llevó a sus homólogos extranjeros a apostar por las series, cuando antes optaban por el cine o el deporte.
“Engrenages”, “Carlos”, o “Braquo”, todos producidas por el canal francés Canal+, marcaron un primer cambio, y le siguieron los canales públicos, con “Borgen” en Dinamarca y “Sherlock” en Reino Unido, dos series estrenadas en 2010, o “Un pueblo francés” (2009).
“No estoy seguro de cuál era la intención al inicio, pero las producciones constataron que no era únicamente una manera de diferenciarse en el mercado internacional sino que esto interesaba a otros mercados”, explicó Luca Barra, profesor de la Universidad de Bolonia y coautor de un estudio sobre la ficción televisiva en Europa.
Este “cambio de mentalidad” favoreció asimismo el desarrollo de estructuras de producción transnacionales, como Federation, sobre todo en Europa, para enfrentar presupuestos en sensible alza, dijo.
Paralelamente, la explosión de la cantidad de canales y plataformas generó un apetito de contenido nunca visto, y redefinió la noción de éxito.
“Hay tantos programas y la audiencia está tan fragmentada que producciones que antes no habrían dado con su público pueden hallar salida”, dijo Barra.
La emergencia de plataformas internacionales, principalmente Netflix pero también más recientemente Amazon y Disney+, desempeñaron un papel crucial.
Netflix también ofreció subtítulos en todas sus producciones y el doblaje de varias de ellas, lo cual permite que series que no están en inglés como “Lupin” (en francés) dominen los ratings mundiales desde hace varios días.
– “Reequilibrio” –
Para implantarse en el extranjero, las plataformas estadounidenses produjeron contenido local en varios países, pasando por productoras locales.
En Corea del Sur, y ahora en Europa gracias a una ley reciente (SMA) los servicios de video a demanda por internet tienen además la obligación de contribuir financieramente al sector audiovisual del país donde estén presentes.
En este nuevo paisaje de la producción televisiva, los estadounidenses “siguen siendo muy poderosos”, dijo Breton, pero “hay un verdadero reequilibrio” que “se acelerará”.
Cheyenne Federation, empresa del grupo Federation detrás de las series francesas “Oficina de Infiltrados” y “Marseille”, trabaja actualmente en una serie sobre el incendio de Notre Dame, con estreno esperado en 2022, con un presupuesto similar al de “Lupin”, explicó el productor.
Para Jonathan Gray, profesor de la Universidad de Wisconsin, las productoras no estadounidenses también integraron códigos de escritura que se exportan a Estados Unidos.
“Los gustos estadounidenses son conocidos por ser limitados en términos de televisión”, dijo. Pero las producciones extranjeras comprendieron ahora cómo satisfacerlos, “sacudiéndolos un poco a veces, pero siempre de una forma reconocible”.
“Hay temas, tipos de narración mucho más internacionales”, dijo Breton.
“Versalles o Saint Tropez son temas mundiales. Dan ganas” al público internacional, como la serie italiana “Gomorra” sobre la mafia, o la mexicana “Narcos”.
En el caso de “Lupin”, el museo del Louvre funciona como imán, pero para Breton, el éxito también se explica por la puesta en escena.
“Se parece un poco a los filmes de Luc Besson (…), el único en el cine francés que comprendió el mercado internacional”. Varios excolaboradores de Besson están de hecho tras las cámaras en la serie “Lupin”.