En el actual panorama laboral, ofrecer un buen salario ya no basta para retener al mejor talento. En 2025, factores como el bienestar emocional, la flexibilidad y el sentido de propósito superan al dinero como principales motivadores de fidelización laboral, según múltiples estudios globales.
Una investigación de THT Multilatina revela que el 36 % de los empleados latinoamericanos prioriza el salario emocional —como la flexibilidad, el reconocimiento y el sentido de pertenencia— por encima de la remuneración económica. Además, un 64 % de los trabajadores, según McKinsey, valora más la salud mental y la flexibilidad que el sueldo. Estos datos marcan una transformación en las prioridades del talento global, impulsando a las empresas a rediseñar sus estrategias de gestión humana.
En este contexto, las habilidades blandas se consolidan como el verdadero diferencial. Según un estudio de Harvard, Carnegie y Stanford, el 85 % del éxito profesional se atribuye a competencias como la empatía, la comunicación y la adaptabilidad, mientras que solo un 15 % proviene de las habilidades técnicas. Deloitte refuerza esta visión al indicar que las organizaciones centradas en estas habilidades son un 57 % más resilientes y adaptables al cambio.
Casos como el de Patagonia, con una tasa de rotación inferior al 4 % gracias a políticas de propósito, bienestar y flexibilidad, demuestran que una cultura organizacional centrada en el ser humano es clave para la retención. En el ámbito académico, BIU University lidera la formación en habilidades blandas a través de su programa SUJIS (Step Up Journey Into Success), que combina mentorías, pruebas de resiliencia y liderazgo emocional. “No solo formamos profesionales, formamos seres humanos conscientes de su impacto”, afirma Eduardo Atencio, director de Desarrollo Profesional de BIU.
El mensaje es claro: quienes invierten en cultura, propósito y bienestar, no solo retienen talento: lo transforman.









