De reyes de la animación a fracasos en taquilla: ¿Está Disney en crisis?

De reyes de la animación a fracasos en taquilla: ¿Está Disney en crisis?

Escrito por Mr. Fílmico

Es indiscutible que el avance tecnológico ha revolucionado el mundo, y hacer películas se ha vuelto cada vez más accesible a lo largo de los años, dando paso a nuevas técnicas y puntos de vista para contar historias capaces de llevar a las personas a las salas de cine. 

Hace menos de 80 años, casi todo el equipo de “Los nueve ancianos de Disney” dibujaba a mano, cuadro por cuadro, una de las mejores películas del estudio: Alicia en el país de las maravillas (1951). En ella, el uso de la animación experimental fue innovador para la época, con efectos de distorsión visual y perspectivas ilógicas que fortalecían la sensación de ensueño.

Cuarenta y cuatro años después se estrenó Toy Story (1995), la primera película completamente animada por computadora, marcando un antes y un después en la industria. Esta obra maestra trazó un puente entre lo análogo y lo digital, ofreciendo una perspectiva fresca y una historia original cargada de mensajes sobre la amistad, la lealtad, la comunidad y el trabajo en equipo. Los personajes aprendían a valorar a sus amigos pese a las diferencias y obstáculos.

La animación digital por computadora (CGI) se consolidó en los años 90 y 2000 con grandes éxitos como Shrek (2001), una historia que rompió con las estructuras clásicas de los cuentos de hadas y se convirtió en un fenómeno global. Su humor irreverente, personajes entrañables y referencias a la cultura pop dieron pie a tres secuelas y un reboot programado para 2026.

Después llegaría Frozen (2013), que subvirtió las películas tradicionales de princesas al enfocarse en el lazo entre dos hermanas en lugar de una historia de amor con un príncipe. La película también abordó temas de autodescubrimiento, valentía, independencia y aceptación.

Una de las más recientes joyas de Pixar, Intensamente (Inside Out, 2015), logró conectar con el público al representar de forma entretenida y accesible las emociones humanas. Su enfoque profundo y a la vez ligero sobre la salud mental hizo que tanto niños como adultos se sintieran identificados. La secuela, estrenada casi una década después, resultó incluso más exitosa.

Sin embargo, en los últimos años Disney ha apostado por otro camino: los live-action remakes de sus clásicos animados. Lo que comenzó como una estrategia de nostalgia visual con títulos como El libro de la selva (2016) y La bella y la bestia(2017), poco a poco perdió fuerza a medida que las producciones se volvieron más frecuentes, menos creativas y con menor impacto emocional.

¿Acaso existe una crisis creativa en hollywood y Disney se ve sumergida en ella?

La película Snow White (prevista para 2025) se convirtió en el epicentro de una fuerte controversia. La elección de Rachel Zegler como protagonista desató críticas de sectores conservadores que esperaban una representación más cercana al personaje clásico, descrito originalmente como de “piel tan blanca como la nieve”.

Además, Zegler expresó en entrevistas su desacuerdo con el mensaje de la versión original de 1937, calificándolo como “anticuado” y señalando que el príncipe “la acecha”. Estas declaraciones dividieron al público: mientras unos celebraban la nueva visión, otros lo vieron como una falta de respeto hacia el legado original.

A esto se sumó el debate sobre los siete enanitos. El actor Peter Dinklage, quien tiene acondroplasia, criticó a Disney por perpetuar estereotipos sobre personas con enanismo. En respuesta, el estudio anunció que replantearía a estos personajes, lo que generó aún más confusión y polémica.

Como si fuera poco, las posturas políticas opuestas de las protagonistas —Gal Gadot, de origen israelí, y Zegler, simpatizante de Palestina— intensificaron las divisiones en redes sociales, y algunos grupos llamaron incluso al boicot.

El resultado fue un ambiente de tensión mediática que afectó gravemente el desempeño de la película. Con un presupuesto de 270 millones de dólares y una recaudación de apenas 145 millones a nivel global, Snow White fue un rotundo fracaso en taquilla. El impacto fue tal que Disney decidió pausar indefinidamente otros proyectos similares, como la adaptación live action de Enredados.

La crítica principal hacia estos remakes es su falta de riesgo creativo. A diferencia de los clásicos que marcaron época por su innovación técnica y narrativa, las nuevas versiones parecen depender más de la nostalgia que de una propuesta cinematográfica sólida.

En una era donde el público exige historias nuevas, diversas y emocionalmente significativas, los live actions de Disney parecen quedarse atrapados en un espejo retrovisor, repitiendo fórmulas que ya no encantan como antes.