Nueva York, Estados Unidos. La Bolsa de Valores de Nueva York abrió a la baja el lunes, afectada por pésimos indicadores de China y Estados Unidos, que reflejan una desaceleración económica pronunciada.
En las primeras operaciones de Wall Street, el índice estrella, el industrial Dow Jones, caía 0,47%, en tanto el índice Nasdaq, de fuerte composición tecnológica, bajaba 0,30% y el índice ampliado S&P 500 -de las principales 500 empresas cotizadas- cedía 0,46%.
¿Por qué ríen las bolsas cuando llora la economía?
Al margen de la autosatisfacción de los políticos ¿por qué ríe tanto la bolsa estadounidense, cuando acecha la recesión, se dispara el desempleo y proliferan los ajustes sociales?
La vieja máxima de “la bolsa no es la economía”, tan utilizada tanto en alzas como en hundimientos bursátiles, resuena con fuerza, pues semejante desfase se aparenta a una forma de indecencia de los mercados financieros.
– Tecnología –
Varias de ellas ya presentan cifras superiores a lo esperado en el segundo trimestre, marcado por el confinamiento.
Pero en la era del teletrabajo, del “streaming” y de las redes sociales, la bolsa no beneficia a todos por igual: las empresas tecnológicas se llevan la mejor parte, dejando poca cosa a los demás sectores golpeados por la crisis.
Apple, por ejemplo, registró un beneficio neto de 11.000 millones de dólares entre abril y junio. El precio de su acción se ha duplicado desde marzo, y la firma superó el miércoles los dos billones de dólares de valor en bolsa, algo nunca visto en Wall Street.
Ello hace que la distorsión se amplíe: las empresas tecnológicas representaban 20% del índice S&P 500 en 2016, y ahora suman un tercio, calcula Nicholas Colas, cofundador de la sociedad norteamericana DataTrek Research.
“Saber si estas empresas tecnológicas han llegado a su máximo (rendimiento) es la pregunta del millón”, opina Richard Hunter, de Interactive Investor.
Seguramente no. No sólo porque estas empresas superaron la crisis sino también porque los operadores siguen dispuestos a apostar por ellas, protegidos por el banco central (Fed) de Estados Unidos, con sus tipos de interés cercanos al 0% y sus programas de préstamos para ayudar a empresas y colectividades.