Las selecciones latinoamericanas de fútbol femenino que disputan el Mundial Sub20 en Costa Rica sueñan con derribar a las grandes potencias y conquistar por primera vez el título, en una lucha desigual con Europa y Estados Unidos, los reyes de la categoría.
Cuando la internacional colombiana Mariana Muñoz nació, en 2003, la Bundesliga femenina ya llevaba más de una década de competición, mientras que en su país la liga de mujeres está paralizada actualmente por falta de financiamiento.
A finales del siglo XX, cuando la selección colombiana femenina se fundó, Alemania ya llevaba un subcampeonato del mundo. Desde entones, ha sumado tres Mundiales en la categoría Sub-20.
Esas diferencias no impidieron que Colombia, con gol de Muñoz, consiguiera una victoria histórica ante la poderosa Alemania, hazaña que también persigan a los otros representantes latinoamericanos que aún siguen en carrera: Brasil, México y Costa Rica.
- Lucha desigual –
Sin embargo, mientras que las ligas femeninas de estos tres países no tienen ni una década de funcionamiento, la de España, actual subcampeón del mundo, se desarrolla desde 1988 y la de Francia desde 1968.
Además, solo la brasileña Lauren Leal (Real Madrid) y la colombiana Gisela Robledo (Tenerife, España) juegan en ligas europeas, frente a estrellas del Olympique de Lyon, FC Barcelona, Eintracht de Fráncfort, Paris Saint Germain o Bayern Munich.
Hasta la fecha, solo Brasil previó llegar a un tercer lugar en un Mundial Sub-20 y Colombia a un cuarto puesto, en un torneo dominado por Alemania y Estados Unidos, con tres títulos cada uno.
Latinoamérica tiene que imitar a “los clubes y las diferentes ligas en Europa, Estados Unidos y Canadá”, donde el fútbol femenino “tiene un desarrollo bastante avanzado”, señala a la AFP la exseleccionadora colombiana Myriam Guerrero.
“Afecta mucho la falta de torneos” porque “no hay esa competencia constante internacional que te vaya alimentando y que vaya desarrollando a tus jugadoras hacia otros niveles”, asegura a la AFP Leonardo Cuéllar, coordinador del fútbol femenino del equipo mexicano de Pumas.
- Brasil, el mejor posicionado-
Brasil, donde por ley las mujeres tuvieron prohibido jugar al fútbol en el siglo XX, afronta el Mundial con jugadoras de una liga que se creó en 2013 con 20 equipos. Ahora, hay 64 disputando las tres divisiones del Brasileirao, aunque la primera categoría solo se juega durante siete meses.
El técnico brasileño, Jonas Urias, considera que tiene a su disposición “la generación con más jugadores trabajando a nivel profesional en sus clubes”.
Con esos mimbres, la Canarinha peleará el martes en el Grupo A, junto a España y Australia, por uno de los boletos a cuartos de final, en una llave donde Costa Rica, sin liga profesional, quedó fuera de la carrera a las primeras de cambio.
“El movimiento de desarrollo de la base del fútbol femenino es muy reciente en Brasil”, dice a la AFP la periodista brasileña del B6 podcast, Bibiana Bolson.
“A lo largo de los años las chicas que alimentaban a la selección brasileña ni siquiera tenían un club para entrenar”, agrega.
- Colombia y México, a la heroica –
México y Colombia se la juegan con Alemania y Nueva Zelanda en el Grupo B. Las cafeteras lo hacen en medio de la cancelación del torneo Clausura local, lo que desató una protesta de brazos arriba de las jugadoras de la selección en su debut en la pasada Copa América.
Según la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales, en 2022 el 70% de las futbolistas tenían un contrato, aunque la “mayoría” estuvieron vinculadas formalmente a sus clubes apenas por los 107 días que duró la competición.
En México, la liga femenina inició en 2017 con 16 equipos y 406 jugadoras. Hoy tiene 18 escuadras con 476 futbolistas, pero no fue hasta Clausura 2022 que hubo un torneo Sub-17.
Los expertos considerando que el fútbol femenino ha tenido grandes avances en la región, con más patrocinadores y gente en los estadios, pero aún falta avanzar en derechos laborales de las futbolistas, su equiparación salarial con los equipos masculinos y ligas locales más profesionalizadas.
“No se trata sólo de querer jugar, es saber si el fútbol profesional me da estabilidad económica y seguridad, y eso se debe normalizar desde la base hasta la élite”, destaca a la AFP Ana Paola López Yrigoyen, exjugadora de la Liga mexicana con Pumas, Pachuca y Cruz Azul.
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