Cuando todo el mundo esperaba la aparición del mejor tirador de la historia de la NBA, Stephen Curry, fue LeBron quien tiró de sangre fría y ejecutó el milagro en forma de triple sobre la bocina. El alero resultó decisivo en la victoria de los Lakers ante los Warriors para conseguir el billete a los playoffs. Y lo hizo como lo habría hecho su rival: con un triple imposible.
Con un minuto por jugarse, y mientras la posesión de los Lakers agonizaba ante una buena defensa de los Warriors, el balón llegó a las manos de James. A más de ocho metros del aro y con menos de un segundo en el reloj de posesión, el alero se levantó escorado en un lateral y anotó la canasta (el 103-100 definitivo) que mantiene con vida a los Lakers en la carrera por el anillo.
El triple de LeBron tiene todavía más mérito si tenemos en cuenta que apenas unos segundos antes el jugador de los Lakers había recibido una falta flagrante por parte de Draymond Green, que le propinó un manotazo en la cara al ir a entrar a canasta y que le nubló la visión durante unos instantes. “Después de que Draymond me metiera el dedo en el ojo, veía tres aros. Literalmente. Simplemente apunté al del centro”, explicaba LeBron tras el choque sobre su último milagro ‘ciego’.
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