Williams FW07 C con el que Carlos Alberto Reutemann perdió el campeonato de Fórmula 1 en 1981, muchos se preguntaron, ¿dónde están los autos históricos de la Máxima? ¿Cómo se hace para comprar uno de ellos? Son máquinas que dejaron su sello hayan o no salido campeonas. Algunos tienen un valor agregado porque fueron conducidos por los mejores pilotos de la historia. Entre los coches que alcanzaron la gloria, varios de ellos están en la Argentina e Infobae te cuenta su destino. Unos pueden verse en eventos especiales y otros están en museos. También cómo es el negocio para adquirirlosdonde algunos pagan una fortuna con tal de tenerlos.
El FW07 C lo vende la empresa Cars International que no informó la base de su precio. Aunque ese monoposto le produjo sensaciones encontradas a Lole. Con aquél chasis número 17, el santafesino corrió las últimas carreras de la recordada temporada ’81. En Holanda abandonó por un toque con el francés Jacques Laffite (Ligier). En Monza fue su mejor resultando siendo tercero. En Canadá fue décimo en una carrera donde largó segundo, pero antes del inicio se largó a llover. Y en la última fecha, en Las Vegas (USA), no pudo ser competitivo por fallas en la caja de cambios: resultó octavo, no pudo sumar puntos y el quinto puesto final del brasileño Nelson Piquet (Brabham) le alcanzó para lograr el primero de sus tres títulos.
Pero un coche que sí le trae los buenos recuerdos al actual Senador Nacional por Santa Fe es el FW07 C con el que arrancó la temporada de 1981. Con esa máquina logró sus últimos dos triunfos en F-1, en Brasil, cuando desobedeció la orden del equipo Williams de dejarlo pasar a su compañero, el australiano Alan Jones; y en Bélgica. Fue a su vez la última vez que un argentino ganó en la categoría. Ese auto está en la base de Williams en Grove, Inglaterra. Es muy valorado en incluso detrás de su lugar en exhibición hay una gigantografía de Lole en acción.
Otro Williams que genera mucha nostalgia para los argentinos es el que Reutemann empleó para vencer en Mónaco, el 18 de mayo de 1980. Ese chasis es del modelo FW 07Bque fue comprado por un coleccionista argentino llamado Jorge Ferioli y suele mostrarse en algunas exposiciones. Por ejemplo, la última vez que se lo vio en público fue la “Expo Lole 2017”, que se hizo en el marco de los 200 Kilómetros de Buenos Aires del Súper TC 2000 en el autódromo capitalino.
En tanto que hay más autos que marcaron hitos en la F-1 y están en el país. Por ejemplo, tres de los coches con los que Juan Manuel Fangio logró sus cinco títulos. Esas joyas están en el museo que lleva el nombre del Quíntuple, en su Balcarce natal. Es visita obligada para los amantes del automovilismo y muy recomendable para todo el público en general. Allí está la emblemática Flecha de Plata, el Mercedes-Benz W196 que el Chueco usó entre 1954 y 1955, la Ferrari-Lancia D50 con la que se consagró en 1956 y la Maserati 250 F con la que hizo la mejor carrera de su vida en Nürburgring en 1957, cuando en los últimos diez giros rompió nueve veces el récord de vuelta del mítico circuito alemán, pudo ganar y alcanzó su quinta corona.
Pero la lista sigue. El empresario Gregorio Pérez Companc es un gran amante del automovilismo. Tiene una envidiable colección y allí cuenta con una de las F2004 de Ferrari que el alemán Michael Schumacher usó para conseguir su séptimo y último cetro en 2004. Por ese ejemplar se habrían pagado 2.5oo.ooo de euros. El auto se compró en 2005, pero por un acuerdo de secreto industrial con la Scuderia, recién pudo llegar a la Argentina en 2014. Se lo vio en una carpa muy custodiada en Autoclásica 2017 (la exposición de autos y motos más importante de Latinoamérica que se hace en el Hipódromo de San Isidro). Fue días después de que uno de sus hijos, Luis Pérez Companc, lo usó en una prueba privada en el Autódromo de Buenos Aires Oscar y Juan Gálvez. Los tres hijos de “Goyo”, Luis, Jorge y Pablo, fueron pilotos internacionales y no desentonaron más allá de tener un fuerte presupuesto. Su nietotambién corre, Ezequiel, hijo de Jorge, quien compite en IMSA (categoría de sport prototipos en USA) y en las recientes 24 Horas de Le Mans fue 39º en la clasificación general (7º en su clase).
Por otro lado, en Brasil también hay un ejemplar único. Aunque cueste creerlo en San Pablo, ciudad natal de Ayrton Senna, no hay un museo dedicado al tricampeón mundial. No obstante, en la recepción de la fundación que lleva su nombre y que está a cargo de su hermana Viviane, está el McLaren MP4/5 B con el que brasileño ganó el Gran Premio de Italia de 1990, año de su segundo campeonato. El lugar está en un piso 15º de un edificio.
Desde ya en Europa puede decirse que se concentra la mayor cantidad de autos históricos. Por ejemplo, si bien el clásico equipo Lotus de F-1 ya no compite, sus coches se guardan en un excelente estado en Inglaterra. Luego están las bases de otros equipos británicos como McLaren y Williams, Renault en Francia, y el Museo de Ferrari en Maranello, que puede visitarse. Y quien tiene una propia galería es Bernie Ecclestone, que manejó la Máxima de forma comercial durante casi 40 años.
Entre otros coches el magnate inglés tiene varios Brabham (fue dueño del extinto equipo), una Ferrari Lancia D50 (similar a la de Fangio de 1956), otra Ferrari 312 (1966) y un McLaren M23 (usado por James Hunt en su título de 1976).
Ahora bien, ¿cómo se hace para comprar alguno de esos autos? Hay sitios de Internet que suelen publicar subastas como la última del Williams de Lole. Ese es el canal que permite que los adinerados puedan darse el gusto. Se suma la conocida página inglesa Fiskens, que en 2017 vendió una Ferrari 312 T3 (número de chasis 032) que también manejó Reutemann para ganar el Gran Premio de la Costa Este de los Estados Unidos en 1978. El portal Bonhams vendió otra máquina roja de ese mismo año y modelo fue el chasis 033, con el que el santafesino ganó el Gran Premio de Gran Bretaña. Fue en 2014 por un precio estimado en 2.300.00 de dólares. Puede decirse que fue una “hot sale” ya que por un Mercedes-Benz W196R usado por Fangio entre 1954, se pagaron 30.000.000 de dólares en 2013. Hasta ahora esa Flecha de Plata tiene el récord en la venta de autos históricos de F-1.
En tanto que en 2017 la firma Sotheby’s vendió en 6.300.000 de euros una F2001 de Ferrari de 2001 con la que Schumacher obtuvo su cuarto campeonato, el segundo con La Rossa. Mientras que Bonhams ostenta otras dos importantes operaciones. En 2018 subastó el McLaren MP4/8A con el que Senna logró en 1993 el último de sus seis triunfos seguidos en Mónaco. Lo compró el propio Ecclestone por 4.100.000 de euros. Y en julio de este año, durante el festival de la velocidad de Goodwood, en el Reino Unido (el más importante del mundo de clásicos para autos y motos), pondrá a la venta el Williams FW14B con el que el inglés Nigel Mansell fue campeón en 1992. Esperan que la subasta arranque en 3.500.000 millones de euros.
Estar atento a las ventas y tener el presupuesto son los caminos que conducen a los millonarios para acceder a estos diamantes de la F-1. ¿Qué hacen con ellos? Si bien algunos los guardan de forma celosa otros los corren en la llamada F-1 Histórica. Se trata de una categoría con autos de la Máxima en perfecto estado, al punto de que disputan carreras de exhibición en circuitos de Europa y los Estados Unidos. La categoría se formó en 2004 y suele disputar dos competencias de 25 minutos cada una. Tiene un calendario propio y en él los ricos pueden sentirse pilotos de otra época. Más allá de la pasión se trata de un gran negocio ya que estos monopostos tienen un importante valor de reventa al mantenerse en pleno funcionamiento.
Algo similar ocurre con el programa Ferrari F1 Clienti que por ejemplo usan los hijos de Pérez Companc con la Ferrari ex Schumacher. Quienes compraron autos de la Scuderiaque hayan corrido en la Máxima pueden acceder a pruebas que son supervisadas y atendidas por mecánicos de Maranello. Ya sea un monoplaza de la última etapa de los motores V8 o bien uno 12 cilindros en V a 180° de la década de los años ’70, todos cuentan con ingenieros y técnicos especializados en cada uno de ellos.
Cómo sentirse un piloto de F-1 y no morir en el intento. La venta de los autos de todas las épocas les permite a los millonarios poder plasmar su gran pasión con estos diamantes del automovilismo que hoy se mantienen intactos. Manejar un coche de Schumacher, Senna, Lauda u otros grandes debe ser una sensación única. Para el resto de los mortales la posibilidad es verlos en los museos (el de Fangio, por caso) donde se exhiben estas reliquias o en eventos especiales donde sus celosos dueños pueden llegar a mostrarlas (Autoclásica, por ejemplo). Lo importante es que se mantenga viva la historia de la Máxima.
Fuente: Infobae