Científicos especialistas en células madre dicen que han creado “embriones sintéticos” sin usar espermatozoides, óvulos o fertilización, por primera vez, pero la perspectiva de usar esta técnica en el desarrollo de órganos humanos para el trasplante sigue siendo distante y generando polémica.
“Los embriones sintéticos se formaron por sí mismos hasta una etapa avanzada, a partir de células madre colocadas fuera de un útero”, resume este trabajo publicado esta semana en Cell, una de las mayores revistas científicas en materia de biología.
El experimento fue llevado a cabo en ratones en un laboratorio israelí, bajo la dirección del palestino Jacob Hanna, y tuvo un éxito sin precedentes, en un campo de investigación que apareció hace unos años.
Se trata de desarrollar en laboratorio estructuras próximas al embrión, extrayendo células simples de un animal y actuando sobre ellas sin ningún procedimiento de fecundación.
El último gran avance en esta materia se remonta a 2018.
En ese momento, los investigadores –encabezados por el francés Nicolas Rivron– habían logrado que las células madre se desarrollaran en un conjunto cercano a un embrión muy poco avanzado, un “blastocisto”.
Pero, en este punto, las células del embrión no se diferencian y son indistinguibles de lo que constituirá la futura placenta.
– Esbozos de órganos –
El equipo de Jacob Hanna fue más lejos.
Desarrolló estructuras similares a un embrión de ratón de ocho días, es decir, un tercio de la gestación, y en un momento en que los órganos comienzan a diferenciarse.
Para ello, los investigadores extrajeron células de la piel de los ratones y luego las hicieron regresar artificialmente al estado de células madre, capaces de diferenciarse para constituir órganos diferentes.
Las colocaron en un baño de nutrientes, las agitaron constantemente y las alimentaron con oxígeno para reproducir en la medida de lo posible las condiciones de un útero materno.
Como resultado, en una pequeña parte de estos dispositivos, las células se organizaron por sí mismas, a partir de la información que contenían, para formar órganos nacientes.
Es un avance nunca visto, aunque tampoco hay que ver en ello el secreto de la vida artificial.
En la mayoría de los casos, la experiencia no dio resultado e, incluso cuando tuvo éxito, el resultado fue un conjunto demasiado mal formado para confundirlo con un verdadero embrión.
Por otra parte, algunos científicos no aprueban la expresión “embrión sintético”.
“No son embriones”, declara el investigador francés Laurent David, especialista en desarrollo de células madre. “Hasta que se demuestre lo contrario, no dan un individuo viable y capaz de reproducirse”, precisa.
El investigador, que prefiere el término ‘embrioides’, subraya que solo presentan “esbozos” de órganos.
Sin embargo, celebra un trabajo “nuevo y muy convincente”, que ofrece el potencial de realizar experimentos con estos embriones de imitación para comprender mejor cómo se desarrollan los órganos.
– ¿Alguna esperanza para el trasplante? –
Estos experimentos son cruciales para que un día se puedan cultivar células madre, para formar extremidades que luego puedan ser trasplantadas sin tener que extraerlas de un donante.
Ya no es solo una posibilidad teórica. Hace varios años los investigadores consiguieron desarrollar en laboratorio un intestino artificial que funcionó una vez implantado en un ratón.
En el ser humano, esta perspectiva sigue siendo ciencia ficción, aunque Jacob Hanna cree que su investigación abre directamente el camino a tal avance. Y, para ello fundó una empresa emergente, Renewal.
Otros investigadores consideran que aún es muy pronto para considerar los avances terapéuticos, aunque admiten que estas investigaciones constituyen una piedra importante en este edificio.
Pero, a este respecto, advierten también que el siguiente paso lógico consistirá en obtener resultados similares a partir de células humanas, abriendo la vía a interrogantes éticos sobre el estatuto que debe darse a estos “embrioides”.
“Aunque todavía estamos lejos de la perspectiva de los embriones humanos sintéticos, va a ser esencial entablar amplios debates sobre las implicaciones legales y éticas de tales investigaciones”, resume el investigador británico James Briscoe, especialista en desarrollo embrionario en el organismo Science Media Center