Chile volvió a ser escenario de protestas en las últimas horas, mientras se resiente la crisis en medio de la emergencia sanitaria por la pandemia global del coronavirus. Con ese marco, varios académicos señalan que, lejos de terminar, el estallido social iniciado en octubre continúa, incluso en tiempos de covid-19.
En ese país sudamericano, al igual que en gran parte del planeta, la paralización de la actividad genera graves consecuencias económicas, sobre todo para los sectores más vulnerables de la población. Así, este lunes se registraron serios incidentes en la comuna de El Bosque, dentro de la capital, donde decenas de personas protestaban por la falta de ayuda estatal: “Nuestra gente está pasando hambre y vamos a salir a la calle. Esto no lo para nadie”, se escucha decir a un manifestante en un video viralizado en redes sociales.
La crisis es anterior a la pandemia, lo que hará el covid-19 será agudizarla
Máximo Quitral Rojas, doctor en Ciencia Política, académico de la UTEM
Aquella jornada de disturbios tuvo por lo menos 22 detenciones en ese distrito, pero también se produjeron incidentes en otras zonas: dentro de la comuna de Estación Central fue quemado un bus, mientras que en la jurisdicción de Conchalí, también en Santiago, los bomberos debieron apagar un incendio en un galpón de Tottus, una cadena de supermercados. Asimismo, hubo cacerolazos en La Granja y vecinos de Pudahuel cortaron el tránsito, reflejando que el parate vivido en la ciudad por el virus era tan solo una tensa calma, para descansar y luego continuar la revuelta.
Además, se proyectó la palabra “hambre” en el icónico edificio de Telefónica, en plena capital chilena, pero luego fue cambiado por la palabra “solidaridad”, por grupos menos afines a las movilizaciones.
Es tan metafórico que la palabra “Hambre” ayer estuviera proyectada de poniente a oriente en la torre de Telefónica, y hoy “Solidaridad” -la respuesta de esos niños liberales de derecha- de oriente a poniente. La sesgada mirada desde “arriba”, a la realidad de los de “abajo”. pic.twitter.com/gcxJjjgkAN— Vagabundo ilustrado (@vagoilustrado) May 20, 2020
Las protestas siguieron en las comunas de Peñalolén y Puente Alto, con un fuerte accionar policial, y se extendieron a la Región de Valparaíso, con detenciones incluidas. Al sur del país, en la ciudad de Osorno, el martes se registró un importante operativo de Carabineros para dispersar una protesta, en medio de los piquetes. El malestar no acabó.
CHILE: #Hambre y Pandemia en #Osorno“¡Queremos ayuda!”via @katotefu6pic.twitter.com/0LQ2lhEZcZ— PIENSAPRENSA 210,6 mil seguidores (@PiensaPrensa) May 20, 2020
“Podemos encontrarnos con más protestas”
“El estallido social está en pausa, pero no ha desaparecido”, le dice a este medio Máximo Quitral Rojas, doctor en Ciencia Política. “Hace unas semanas también hubo manifestaciones, creo que podemos encontrarnos con otros episodios de protesta”, añade, a pesar de las disposiciones de cuarentena obligatoria en ciertas zonas de Chile.
Para el académico de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), las demandas de las últimas horas no pueden analizarse de modo aislado, sino que van de la mano con el malestar general desatado hace siete meses: “Resurge el estallido, claramente”. Y suma: “Como el Gobierno adoptó decisiones que ayudan más bien a los empresarios y no a los pobladores, las consecuencias están a la vista”.
Con ese tono crítico, Quitral Rojas considera que el disconformismo irá en aumento: “La crisis es anterior a la pandemia, lo que hará el covid-19 será agudizarla”. Y finaliza: “Es más que una crisis sanitaria. Es social, política y económica, que viene a acentuar la crítica al mal llamado modelo económico chileno. No era un oasis, era un espejismo”.
“Situaciones complejas en el orden público”
“Lo que ha sucedido este último tiempo, da cuenta del enorme clima de incertidumbre que está atravesando una gran parte de los hogares en Chile”, introduce Benjamín Sáez, sociólogo de la Fundación SOL. Todo ello, “frente a la tímida propuesta del Gobierno para palear los efectos de la crisis sanitaria y económica que se vive a nivel mundial”. Con ese contexto, para el entrevistado es factible esperar “situaciones complejas en el orden público”.
Asimismo, subraya que los grupos que actualmente se manifiestan “pertenecen a los territorios de mayor vulnerabilidad en términos de bajos ingresos y trabajos precarios“. Sáez también alerta que “prácticamente 3,6 millones de trabajadores no tienen un contrato”, y están en una situación de mayor desprotección para percibir su remuneración con normalidad. Sobre los empleados formales, el especialista en estadísticas del trabajo indica que “pueden hacer uso de su seguro de cesantía para mantener el puesto, subvencionando el pago del salario”.
Apenas iniciada la pandemia, la deuda de las familias ya superaba el 52 % del PBI. Actualmente Chile tiene más de 5 millones de personas morosas
Benjamín Sáez, sociólogo de la Fundación SOL
Y, a pesar de que a nivel financiero el Estado chileno no parece tener grandes conflictos comparado con países vecinos, como Argentina, que está al borde del ‘default’ técnico, son los propios ciudadanos quienes tienen deudas muy difíciles de afrontar: “Un asalariado promedio tiene créditos de consumo hipotecario equivalentes a cinco veces su ingreso mensual”, subraya.
Así, la mitad de los hogares chilenos “destina un 24 % de su salario o más” a los pagos mensuales de dichas devoluciones y sus intereses. En otras palabras, apenas iniciada la pandemia “la deuda de las familias ya había superado el 52 % del PBI”, y hay al menos “5 millones de personas morosas”, según datos oficiales sobre el primer trimestre del año. En ese sentido, Sáez alerta que el aporte económico anunciado por el Ejecutivo no supera la línea de pobreza en hogares de familia, y remarca que los sueldos en general ya eran bajos, considerando el costo de vida.
“El descontento tiene duración prolongada”
Regresando a la reacción social, describe que en las últimas semanas “se mantuvo cierto grado de conflictividad a pesar del estado de pandemia, sobre todo al comienzo de la emergencia”. Y agrega: “Las causas subyacentes al descontento no se han ido, y siguen aumentando mientras se genera un deterioro en las condiciones materiales de vida”.
Con ese contexto, cree que todavía “se pueden generar mayores turbulencias económicas que incentiven el malestar”. Pero, además del impacto en la economía familiar, “la lectura de mal manejo de la crisis es bastante relevante”. Con ello, Sáez se refiere a la intención oficial de reactivar la actividad antes de lo debido, “generando un recrudecimiento en los contagios y el temor ante una posible saturación del sistema de salud pública”.
A su vez, opina que la administración de Sebastián Piñera “toma medidas de avanzada para contener el orden público, pero no para resolver las razones del descontento”.
Coincidiendo con Quitral Rojas, el especialista afirma que el estallido social en Chile persiste: “Sin dudas continúa, considerando los bajos niveles de legitimidad de la autoridad política y también las instituciones del Estado, como la fuerza pública”. Y esa desigualdad, “con el 1 % más rico concentrando el récord mundial del 33 % de los ingresos”, también se nota a la hora de cumplir el aislamiento social: “Vimos rompimientos de cuarentenas y cordones sanitarios de personas que pueden salir en helicópteros”.
El experto señala que estas situaciones se viven “de forma dramática, porque está en juego la vida de las personas”. Y acota: “Las escasas herramientas otorgadas para escapar a las consecuencias de esta crisis, también incentivan este tipo de respuestas”.
Por otro lado, aclara que aquellas muestras de desacato no tienen un liderazgo claro o grupo organizador, si no que se vinculan a situaciones puntuales, que conforman la insatisfacción generalizada. Sobre los disturbios recientes, cree que en parte se corresponde al anuncio gubernamental de entrega de alimentos —2,5 millones de cajas—, “con una fecha poco clara, generando la reacción”.
Al concluir, puntualiza: “Esto no es un estallido espontáneo. Vemos signos de descontento que tienen una duración prolongada, no es algo esporádico. Mantiene su fuerza y tiene diversas expresiones, frente a distintos conflictos”.
Por Leandro Lutzky, fuente: RT