A pesar de que el COVID-19 encontró a República Dominicana en una buena posición en sus cuentas externas debido a las remesas, al turismo, a las exportaciones de oro y a los bajos precios del petróleo, se prevé un impacto muy severo de la crisis sanitaria sobre el comercio exterior y los ingresos corrientes.
Así lo resalta el Panorama del Comercio Exterior número 7 correspondiente al trimestre enero-marzo de 2020, del Observatorio Dominicano de Comercio Exterior (ODCI), que fue presentado de manera virtual este martes 21 de abril.
El documento detalla que, a partir de marzo, ocurrió una drástica caída de los ingresos por turismo debido a la reducción de los viajes internacionales y también una caída en las exportaciones de bienes, especialmente de zonas francas. La investigación, indica, sin embargo, que las exportaciones nacionales podrían ser las más resilientes a la crisis.
El economista Pavel Isa Contreras, quien dirige el ODCI y presentó el informe, precisó que se espera una disminución muy significativa de las importaciones por la drástica caída en el nivel de actividad económica y la reducción en los precios del petróleo.
“Aunque todavía no es posible hacer proyecciones del comportamiento de los ingresos y egresos externos, se estima que, si las exportaciones nacionales caen en un 10%, las de zonas francas en 25%, los ingresos por turismo y remesas en 33% y 20%, respectivamente, los ingresos totales del país declinarían en cerca de 6,000 millones de dólares, al pasar de US$29,000 millones en 2019 a US$23,000 millones en 2020, equivalente a una reducción de más de un 20%”, explicó el docente investigador del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC).
Indicó que, como resultado de la depresión económica, las importaciones podrían reducirse en un 30%, al pasar de US$20,000 millones en 2019 a US$16,000 millones en 2020. Además, el déficit de la Cuenta Corriente se multiplicaría por 2.4, aumentando de US$1,200 millones a US$2,800 millones.
El Panorama del ODCI detalla que lo anterior significaría que, al severo efecto que tendrá el COVID-19 sobre el empleo, los ingresos de la población las exportaciones, el turismo y las remesas, habría que añadir un posible aumento del déficit externo, el cual habría que financiar con inversión extranjera, créditos externos o con las reservas internacionales. Si ninguna suceden en la magnitud necesaria, no habría más opción que permitir una depreciación del peso mayor a la esperada.
El Panorama del Comercio Exterior número 7 publica, además, un artículo de Raúl Octavio Pérez en el que, citando fuentes internacionales, explica las dimensiones de la crisis económica internacional que el COVID-19 está generando en términos la contracción de la actividad económica y el comercio internacional.
La publicación también recoge un artículo de Marcelo Salazar, director general de la Dirección de Administración de Acuerdos y Tratados Comerciales Internacionales (DICOEX) del Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes (MICM) el cual describe el estado de situación de la desgravación arancelaria del país en el DR-CAFTA.
Este artículo apunta a que en 2019 terminaron de ser liberalizadas las importaciones de cortes de res y cerdos, productos lácteos, cebollas, ajo, habichuelas, frutas, embutidos y cervezas, y que continuará el programa de desgravación por cinco años más, hasta 2025, de las importaciones de arroz, muslos de pollo, queso mozzarella y yogurt.