El experto en transformación digital y analista del ecosistema tecnológico, Arturo López Valerio, advirtió que una de las principales tensiones del mercado laboral dominicano es la persistencia de un modelo empresarial que exige a los tecnólogos desempeñar múltiples funciones a la vez, especialmente en las mipymes, que continúan buscando “empleados orquesta” en vez de profesionales con roles claros y especializados. Su análisis fue ofrecido durante una entrevista en el programa Esto No Tiene Nombre, donde profundizó sobre la brecha entre el capital financiero, la comprensión tecnológica y la cultura organizacional en el país.
López Valerio explicó que, mientras el mundo opera con estructuras verticales —donde un especialista cumple una función específica— en República Dominicana se sigue exigiendo que un solo colaborador abarque infraestructura, ciberseguridad, bases de datos, programación y soporte simultáneamente. Ese desbalance, afirmó, ha creado un fenómeno evidente: el talento mejor preparado directamente no está participando del mercado local porque encuentra mejores condiciones en proyectos internacionales, sin necesidad de emigrar y con una carga laboral más razonable.
“El talento tecnificado, el que maneja inteligencia artificial, ciberseguridad o machine learning, está optando por plazas en el extranjero donde solo les piden una tarea vertical y les pagan mejor. Aquí se les exige hacerlo todo”, sostuvo. Según explicó, este retiro voluntario del mercado local profundiza la brecha entre la sofisticación tecnológica que necesitan las empresas y la disponibilidad de profesionales dispuestos a cubrir esas funciones.
Talento atrapado y mal valorado
El especialista alertó además sobre un segmento distinto del mercado laboral: el talento “atrapado”, es decir, profesionales que no han podido actualizarse por falta de tiempo, de educación complementaria o de habilidades como el inglés, y que quedan en puestos mal remunerados y con escasas oportunidades de crecimiento. “Ese talento está atrapado con bajo salario, con falta de capacitación y siendo tratado como si fuera un bracero, un recurso fácilmente reemplazable”, afirmó. Este grupo sostiene gran parte de la operación tecnológica del país, pero desde condiciones que limitan su desarrollo y minan la productividad nacional.
López Valerio también subrayó que el problema de fondo no es tecnológico ni educativo, sino cultural. Insistió en que República Dominicana cuenta con talento calificado y acceso a tecnología, pero persisten modelos de gestión que desvalorizan al profesional local, mantienen prácticas de control gerencial propias de otra época y alimentan un modelo laboral que ahuyenta a quienes poseen mayores competencias. “Nuestro problema no es de recursos ni de formación; es de cultura. Y si la cultura no cambia, los resultados tampoco cambiarán”, apuntó.
Una economía digital que avanza sin el talento suficiente
En este escenario, advirtió que la economía del conocimiento avanza más rápido que la capacidad de adaptación de las empresas locales. Mientras los negocios se digitalizan y procesos como el comprobante fiscal electrónico se vuelven obligatorios, la disponibilidad de talento dispuesto a cubrir esas responsabilidades se reduce. El país corre el riesgo, dijo, de enfrentar un “juego trancado” en pocos años si no se modernizan los modelos de contratación, desarrollo y retención.
El experto señaló que las mipymes replican los peores hábitos de la gran empresa: rechazo al teletrabajo por desconfianza, falta de inversión en tecnología, expectativas irreales sobre la carga laboral y resistencia a actualizar los modelos de gestión. Todo esto alimenta la fuga silenciosa del talento local hacia mercados mejor remunerados.
La entrevista concluyó con un llamado a revisar el futuro del trabajo desde una perspectiva realista: aprovechar la inteligencia artificial como herramienta de aprendizaje y no como sustituto del pensamiento crítico; modernizar las estructuras gerenciales; y crear condiciones para que los profesionales quieran —y puedan— desarrollarse en el país. “Si el talento no participa, no hay ecosistema posible. Y si el talento que queda está atrapado, tampoco habrá futuro”, sentenció.

