El tipo de leche de vaca que consumimos incide directamente en nuestro proceso de envejecimiento, y prescindir de ella, también. Por increíble que parezca, a estas conclusiones ha llegado un equipo de investigadores estadounidenses.
Los científicos de la Universidad Brigham Young, tal y como informaron en la web de su centro, descubrieron que el proceso de envejecimiento biológico del organismo es más lento en el caso de las personas que consumen leche con menos grasa.
Bajo la supervisión del profesor Larry Tucker, los investigadores encuestaron a 5.834 ciudadanos estadounidenses mayores de edad que tomaban leche con bajo contenido en grasa (entre 0 y 1%) o con un alto contenido de esta (entre 2 y 3,25%). Además, se tuvo en cuenta al 13% de los encuestados que afirmaban no tomar leche de vaca.
Junto con la composición de la leche, se tuvo en cuenta la frecuencia con la que esta era ingerida por los participantes. Al contrastar esta información con la longitud de los telómeros (los extremos de los cromosomas, principales indicadores de la edad) de los encuestados, se observó lo que Tucker ha calificado como una diferencia “sorprendente”.
Resultó que por cada punto porcentual que aumentaba el contenido en grasa de la leche, los telómeros se acortaban en 69 pares de bases de nucleótidos, lo cual supone más de cuatro años biológicos. Así, los telómeros de algunos de quienes consumían leche del tipo 3,25% tenían 145 pares de bases menos que los telómeros de quienes se decantan por la leche desnatada.
Además, la investigación, publicada en la revista Oxidative Medicine and Cellular Longevity, demostró que los telómeros de las personas que no beben leche de vaca también son más cortos. Con todo esto, Tucker afirmó que sus conclusiones confirman las recomendaciones dietéticas que el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos daba para el período 2015-2020, según las cuales, la leche con bajo contenido en grasa se considera un alimento saludable.
Fuente: RT