José Cestero: La línea que no se borra

José Cestero: La línea que no se borra

Por: Juan José mesa

Hay amistades que no se forjan en palabras, sino en gestos, miradas, silencios compartidos. José Cestero me regaló una vez —sin aviso previo— un cuadro titulado “𝘙𝘦𝘵𝘳𝘢𝘵𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘤𝘦𝘱𝘵𝘶𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘮𝘪 𝘢𝘮𝘪𝘨𝘰 𝘑𝘶𝘢𝘯 𝘑𝘰𝘴é 𝘔𝘦𝘴𝘢”. No me pidió posar. No intentó copiarme. Pintó lo que veía cuando me pensaba.

Ese día supe que un retrato verdadero no busca la semejanza, sino la permanencia. Cestero me dibujó como solo un amigo sabe hacerlo: con afecto, con humor, con lucidez. Y desde entonces, ese lienzo —ese gesto— me acompaña como una de las joyas más hondas de mi colección interior.

José no fue un pintor más. Fue un Quijote moderno, patrimonio viviente de nuestra Zona Colonial, donde vivió, creó y resistió. Retrató conceptualmente a sus maestros, a sus colegas, a artistas de fama internacional. Registró escenas de la Revolución de Abril. Alzó su pincel por la defensa del medioambiente, por la memoria histórica, por la dignidad de su oficio.

Se pensaba como Quijote, sí. Y lo era.

Solitario a veces, idealista siempre.

Con su lanza de carboncillo y su escudo de papel entintado.

Hoy, con su partida, no toca anunciar una muerte, sino honrar una vida.

No toca protagonizar su ausencia, sino acompañar su permanencia.

José Cestero nos deja más que obras: nos deja una ética.

Y nos deja el deber de recordarlo no por lo que falta,

sino por todo lo que aún nos deja.

Descansa, querido amigo.

Aquí seguimos, dibujando el mundo con lo que aprendimos de ti.

“Nadie puede atarme, nadie puede detener mi caminar…”