Los presidentes de Rusia y China lanzaron esta semana el gasoducto Siberia Power, el cual suministrará gas al norte de China desde la región de Yakutia, en Siberia.
El proyecto, acordado en 2014, fue inaugurado por los mandatarios Vladimir Putin, desde la ciudad de Sochi, y Xi Jinping, desde Pekín, por videoconferencia.
El llamado “acuerdo del siglo” entre el grupo Gazprom de Rusia y la Corporación Nacional de Petróleo de China es el resultado de una inversión de US$55.000 millones.
A lo largo de 3.000 kilómetros, el gasoducto suministrará 38.000 millones de metros cúbicos de gas al año, en un contrato que durará 30 años y reportará un estimado de US$400.000 millones en ese período.
“Este es realmente un evento histórico”, declaró el presidente Putin desde Sochi, “no solo para el mercado energético global sino sobre todo para nosotros, Rusia y China”.
Por su parte, Xi dijo que “el lanzamiento del gasoducto es un resultado transitorio importante y el comienzo de una nueva etapa” de la cooperación entre ambos países.
Diez años de negociación
El acuerdo le abre un mercado importante de exportación de gas a Rusia, tras la caída de la demanda y los precios en Europa y las sanciones internacionales impuestas contra Moscú por su incursión en Ucrania y anexión de Crimea.
Desde el punto de vista chino, el proyecto le permitirá asegurar un abastecimiento de energía fijo en medio de una escasez de producción interna y las exigencias de ser la segunda economía del mundo.
También le permitirá a Pekín independizarse parcialmente del consumo de carbón y petróleo como principales fuentes de energía a cambio del gas, que es mucho menos contaminante y deja una menor huella de CO2.
La construcción del gasoducto se inició poco después de la imposición de sanciones contra Rusia, pero llevaba diez años negociándose, en parte por una disputa de precios.
En ese entonces, el analista de la BBC Jamie Robertson escribió que “es posible que Putin no se haya llevado la mejor parte del contrato de gas…, pero el lograr abrir las puertas económicas de China bien puede ser un logro mucho más grande”.
Moscú y Pekín, los nuevos “mejores amigos”
La alianza entre ambos países se ha intensificado desde que tanto Moscú como Pekín se han sentido alienados por Europa y, especialmente, por Estados Unidos.
La relación de Moscú con Occidente se malogró tras las sanciones impuestas a Rusia por su participación en el conflicto ucraniano hace cinco años.
El gobierno de Putin también ha sido internacionalmente criticado por su apoyo al régimen de Bashar al Asad en Siria, desde 2015.
Los lazos de China con EE.UU. también se han deteriorado desde que Washington pareció haber dado una media vuelta a la política de la globalización a favor de un proteccionismo económico nacional.
Ambos países están actualmente enfrascados en una guerra comercial de imposición de aranceles y represalias, medidas y contramedidas, sin una resolución en el horizonte, a pesar del diálogo intenso.
La sensación de rechazo de Occidente que comparten ha acercado a Rusia y China como nunca antes, tanto en lo económico como en lo militar, según observadores.
La asociación ya ha visto un incremento en el intercambio comercial, que creció un 25% en 2018, para llegar a un récord de US$108.000 millones, según el Kremlin.
Fuente: BBC Mundo