Los glaciares experimentaron en 2023 la mayor pérdida de masa registrada desde que hay registros, y en 2024 la temperatura media global -que sobrepasó en 1,5 °C los niveles preindustriales- amenaza su futuro y la seguridad hídrica de millones de personas además de alterar ecosistemas.
Por ello, la Asamblea General de las Naciones Unidas nombró 2025 como el Año internacional de la preservación de los glaciares, coordinado por la Unesco y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), y para incrementar la conciencia global sobre el papel “crítico” de los glaciares, la nieve y el hielo en el sistema climático, recordó que a partir de este año el 21 de marzo fue designado como Día mundial de los glaciares.
Portavoces de la Unesco señalaron que se trata de una oportunidad para “sensibilizar a la opinión pública mundial” sobre el papel fundamental de estas masas frías, así como sobre “las repercusiones económicas, sociales y medioambientales” de los cambios inminentes en la criosfera: las zonas del planeta con la temperatura suficientemente baja para mantener agua en estado sólido.
275.000 glaciares en todo el mundo
En la actualidad, existen más de 275.000 glaciares en todo el mundo que cubren aproximadamente 70.000 kilómetros cuadrados y almacenan alrededor del 70 % del agua dulce mundial, por lo que conservar estas grandes masas de hielo es “determinante para garantizar el ciclo hidrológico, regular el clima, los niveles del mar y suministrar agua dulce”.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) afirmó que es “altamente seguro” que el deshielo de las dos grandes capas de hielo (en Groenlandia y en la Antártida) seguirá elevando el nivel del mar a nivel global “durante el resto del siglo actual” y prevé que los glaciares más pequeños ubicados en Europa, África Oriental, los Andes e Indonesia “perderán más del 80 % de su masa de hielo para 2100” si continúa la emisión de gases de efecto invernadero al ritmo actual.
Sin embargo, otros estudios muestran que la situación no es tan clara. Así lo señala el informe facilitado hace unos días por el Centro Nacional de Datos de Nieve y Hielo de EE.UU. (NSIDC).
El NSIDC certifica que la tasa de pérdida de hielo marino en la Antártida durante los meses más cálidos se desaceleró “a niveles muy por debajo el promedio”, hasta el punto de que a finales de 2024 la extensión del hielo marino se había recuperado hasta los 7,3 millones de kilómetros cuadrados, terminando el año “muy cerca del promedio de 1981 a 2010”. Esto “ilustra claramente la alta variabilidad de la extensión del hielo marino antártico”.