El papa Francisco recibió este jueves a los sacerdotes del Colegio sacerdotal argentino en Roma y bromeó con ellos al afirmar: “Hoy debería ser yo quien los acompañe a ustedes, en la celebración de la Santa Misa y en la cena. No hace falta que les diga que me quedo con las ganas del asado”.
“Pero, ser pastor como bien saben, nos coloca a veces delante y a veces detrás, según los designios de Quien es Señor de nuestras vidas”, agregó el pontífice, que apareció en la audiencia con el brazo en cabestrillo tras sufrir esta mañana una caída en su residencia.
Pero “para no dejar de lado los olores de nuestra tierra”, añadió, puso el ejemplo del cura Brochero, sacerdote argentino a quien el papa canonizó en 2016.
“El santo cura explica qué significa abrazar ‘la carrera eclesiástica’, ya saben que es una expresión que a mí no me gusta pero como la entiende Brochero, en su deseo de morir corriendo come el caballo “chesche”, se asemeja más a la de san Pablo: trabajar en el bien de los prójimos hasta el último momento de la vida”.
“Es decir, cuidar la vida interior, mantener encendido el fuego, con mucha humildad, pues parados en nuestra soberbia somos más vulnerables”, agregó Francisco.
A los sacerdotes argentinos también les pidió “fraternidad sacerdotal” como decía Brochero: “En primer lugar con el Obispo, del que se considera un simple soldado, para emular las hazañas de los próceres, combatiendo junto a él, codo con codo, hasta el último cartucho”.
El papa apareció en la audiencia con el brazo en cabestrillo, pues esta mañana sufrió una caída en su residencia, la casa de Santa Marta, que le provocó un hematoma en el antebrazo derecho, sin fracturas, y se le inmovilizó como medida de precaución, según informó la oficina de prensa del Vaticano.