El 20 de mayo, José “Pepe” Mujica celebró sus 89 años, cargando en sus hombros una vida llena de historia, luchas y reflexiones profundas. En una reciente entrevista concedida a BBC Mundo desde su chacra en el Montevideo rural, el expresidente de Uruguay (2010-2015) repasó su trayectoria, habló sobre el amor, la política, la sobriedad, y compartió sus pensamientos sobre el futuro del mundo y su lugar en él.
Mujica, quien sobrevive a un cáncer de esófago y enfrenta dificultades de salud que lo han llevado a alimentarse por sonda, asegura que está “peleando con la muerte” pero sin perder la gratitud. “Me pasó de todo: añares preso, torturado, fui presidente… Tengo que gritarle gracias a la vida”, reflexiona desde su sillón, rodeado de libros y recuerdos que narran una vida intensa.
Amor, compañerismo y el premio de la vida
Con su habitual tono sincero y sin adornos, Mujica habla de la relación con su esposa, Lucía Topolansky, a quien describe como su mayor apoyo. “Si no fuera por Lucía, yo estaba pelado. Ella no es solo compañera, es enfermera, es todo”, comentó emocionado, subrayando que el amor en esta etapa de su vida es una “dulce costumbre” que lo salva de la soledad.
La política y su legado
El expresidente también celebró el reciente triunfo electoral de Yamandú Orsi, a quien considera el resumen de “40 años de militancia”. Mujica se mostró satisfecho de haber impulsado a nuevas generaciones, asegurando que el verdadero mérito de un líder es “dejar una barra que lo supere con ventaja”.
En cuanto a su visión sobre la izquierda en el mundo de hoy, Mujica hizo un llamado a la autocrítica, destacando la importancia de reconocer las fallas humanas en la administración estatal. “No fallan las instituciones, fallamos nosotros que las manejamos”, aseguró.
Consumo, sobriedad y el futuro del planeta
Mujica reafirmó su mensaje contra el consumismo y abogó por una vida más sobria, planteando la necesidad de un cambio en la relación de la humanidad con el planeta. “Si todos en el mundo consumieran como los europeos, precisaríamos tres planetas. No podemos seguir así”, afirmó, advirtiendo sobre las consecuencias del cambio climático y el despilfarro de recursos.
Pese a su pesimismo sobre el ritmo de cambio, dejó claro que seguirá sembrando ideas, confiando en que la conciencia global pueda, eventualmente, despertar.
Reflexiones sobre la vida y la muerte
A sus casi 90 años, Mujica encara la inevitabilidad de la muerte con estoicismo. “La muerte es la sal de la vida”, señaló, recalcando la importancia de encontrar un propósito para vivir. Para él, ese propósito siempre ha sido luchar por un mundo mejor, pero también disfrutar de las pequeñas maravillas de la naturaleza. “El campo no es soledad; es un conventillo lleno de vida”.
Sin embargo, no evita la autocrítica. “Es inconcebible que en Uruguay haya gente con dificultades para comer. Pude y debí haber hecho más”, admitió.
Una vida marcada por la coherencia
Fiel a su estilo, Mujica cerró con una reflexión sobre su manera austera de vivir, que tanto lo ha caracterizado. “Me admiran por coherente, pero no me siguen”, bromeó, reafirmando que su sobriedad no es un acto político, sino su forma de defender su libertad. “No quiero perder tiempo en pagar cuotas”.
Pepe Mujica, el hombre que una vez fue guerrillero, presidente y ahora una figura inspiradora a nivel mundial, sigue siendo un ejemplo de autenticidad y humildad en un mundo donde esas cualidades son cada vez más escasas. Su legado, asegura, no será él, sino los compañeros que continúen luchando por las causas sociales que le dieron sentido a su vida.