Kamala Harris y Donald Trump intensifican los mítines este domingo en los estados clave en un intento por recabar votos a dos días de unas elecciones presidenciales muy reñidas que tienen en vilo a Estados Unidos y al resto del mundo.
Los estadounidenses están acostumbrados a los sobresaltos en esta campaña, pero la sorpresa del sábado por la noche fue chistosa.
En el legendario programa «Saturday Night Live», la vicepresidenta y candidata demócrata se sentó cara a cara con la comediante que la interpreta, Maya Rudolph, en un tocador como si se estuvieran viendo en un espejo.
«¡Voy a votar por nosotras!», dijo su doble. «Genial», contestó ella.
La expectación es máxima en la carrera por la Casa Blanca entre Harris, de 60 años, y el expresidente republicano, de 78, dos opciones en las antípodas ideológicas.
Ella lo ha llamado «fascista». Otro tanto ha hecho él y además la tacha de «marxista» y «comunista».
Más allá de la dialéctica electoral, ella ha hecho una campaña enfocada en el centro y él es el orgulloso líder del movimiento «Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo», conocido por sus siglas en inglés MAGA.
Con un empate técnico en las encuestas, la batalla se centra en los estados pendulares que no han sido bastión del partido republicano ni del demócrata.
El magnate irá este domingo a Pensilvania, Carolina del Norte (que ya visitó el sábado dos veces) y Georgia.
La exfiscal apostará todo a Míchigan, un emblema del llamado «cinturón del óxido», región del medio oeste de Estados Unidos marcada por el declive industrial.
Al menos 75 millones de personas ya han emitido su voto en estos comicios fuera de lo común, con un presidente, Joe Biden, que se retiró de la carrera en julio debido a las presiones de su bando y dos intentos de asesinato contra Trump.
«Ser presidente es muy peligroso», dijo el magnate el sábado.
Además, el republicano es el primer expresidente condenado por un delito y con cuatro inculpaciones pendientes.
Una mancha que no le ha pasado factura. Sus mítines son multitudinarios y sus simpatizantes parecen perdonárselo todo.
Ella también llena salas con partidarios que corean «No volveremos atrás» y «Sí se puede», un lema prestado por su amigo, el expresidente demócrata Barack Obama, muy implicado en la recta final de la campaña.
La exfiscal les pide que «pasen página» a Trump, «una persona inestable, obsesionada con la venganza, consumida por el resentimiento y en busca de un poder sin control», según sus palabras.
«El primer día si Donald Trump es elegido entrará en esa oficina con una lista de enemigos, yo entraré con una lista de quehaceres», repite desde el martes.
El millonario la acusa de tener «un coeficiente intelectual bajo» y de ser «incompetente».
Su oposición a lo políticamente correcto y su retórica antimigrante han sido el centro de la campaña del republicano.
«Estados Unidos es ahora un país ocupado, pero pronto dejará de serlo» porque «el 5 de noviembre de 2024 será el Día de la Liberación», recalcó el sábado durante un mitin en Carolina del Norte.
«No es diferente a una invasión militar, excepto que no llevan uniforme», añadió. «Yo diría, que probablemente son mucho más violentos, mucho más despiadados y pondremos a estos criminales sedientos de sangre en la cárcel o los echaremos a patadas de nuestro país».
En la recta final, aumenta el miedo a un posible estallido de violencia si Trump pierde y se niega a reconocer su derrota, como hizo en 2020.
Es posible que haya que esperar días para conocer el nombre del ganador.