Nueva York, 21 de octubre de 2024 – Félix Herrera García, un dominicano de 35 años, fue sentenciado a 45 años de prisión por la muerte del bebé Nicholas Feliz Dominici, de 22 meses, tras ingerir fentanilo en la guardería “Divino Niño”, ubicada en El Bronx. El incidente ocurrió el 15 de septiembre de 2023, dejando a otros tres niños inconscientes y gravemente afectados por la droga.
Herrera utilizaba la guardería, propiedad de su esposa, como un escondite para almacenar y distribuir drogas. El juez federal Jed Rakoff, encargado del caso, declaró que las acciones de Herrera pusieron en riesgo no solo la vida de los bebés, sino también la de otros ciudadanos expuestos a esta droga, que es una de las principales causas de muertes por sobredosis en Estados Unidos.
Los fiscales demostraron que Herrera operaba en la guardería desde octubre de 2022 y empaquetaba sustancias como fentanilo, heroína y parafluorofentanilo (pFF) en compartimentos ocultos bajo el suelo, sin importar la presencia de niños. Fue arrestado en México en octubre de 2023, cuando intentaba huir hacia la República Dominicana, y posteriormente extraditado a Nueva York. En junio de 2024, se declaró culpable de homicidio y tráfico de drogas.
Junto a Herrera, también fueron acusados su esposa, Grei Méndez, y su primo, Carlisto Acevedo Brito, quienes se declararon no culpables y esperan juicio. Otros dos cómplices, Renny Antonio Parra Paredes y Jean Carlo Amparo Herrera, ya se declararon culpables y están pendientes de sentencia.
El fiscal federal Damian Williams resaltó la gravedad del caso: “Un bebé murió y los demás resultaron gravemente heridos porque Félix Herrera y sus cómplices procesaron drogas letales en un espacio que debía ser seguro para los niños”.
La guardería “Divino Niño”, autorizada por la Oficina de Servicios para Niños y Familias de Nueva York (OCFS), había pasado inspecciones días antes del incidente sin que se detectaran irregularidades. El comisionado de salud de Nueva York, Ashwin Vasan, lamentó que este espacio de cuidado infantil se convirtiera en un lugar de distribución de estupefacientes, conmocionando a la ciudad.
El caso refleja la magnitud del problema del fentanilo en Estados Unidos y las devastadoras consecuencias de su tráfico, incluso en lugares donde los niños deberían estar seguros.