A lo largo de la historia, algunos científicos han intentado cambiar el mundo con sus proyectos, que han resultado ser ineficaces y en algunos casos hasta peligrosos para el planeta. El portal de negocios y tecnologías VC elaboró una lista de las ideas más extravagantes que nunca fueron realizadas.
‘Secar’ el mar Mediterráneo
En 1928, el arquitecto alemán Herman Sorgel presentó al público un proyecto bautizado como Atlantropa, que preveía la construcción de una gigantesca presa hidroeléctrica en el estrecho de Gibraltar, lo que habría permitido aislar el mar Mediterráneo del océano Atlántico.
El proyecto preveía también la construcción de una presa entre la isla italiana de Sicilia y Túnez. Según los cálculos de Sorgel, esto permitiría dividir al Mediterráneo en dos cuencas y abastecer recursos energéticos suficientes para todo el territorio europeo, además de unir el continente con África, no solo literalmente, sino también a través de un proyecto común.
No obstante, la construcción de las presas podría dar lugar a una desecación gradual del mar, algo que también afectaría el clima del sur de Europa y, como consecuencia, de todo el planeta. Además, se derivarían riesgos tectónicos por la convergencia en la zona de las placas euroasiática y africana.
¿Lluvia en el desierto?
En la década de los 60, los científicos soviéticos Evgueni Diomin, Víktor Kushin y Dmitri Ioseliani desarrollaron un proyecto que tenía por objeto frenar la sequía al cambiar el clima del desierto del Sahara.
Los investigadores propusieron utilizar los denominados meteotronos —un aparato diseñado en 1967 en la URSS que envía corrientes de aire húmeda y caliente a una altura de varios kilómetros, lo que provoca la formación de un ciclón y la llegada de la lluvia— para reverdecer el desierto para siempre en un período de tan solo dos años.
Sin embargo, el proyecto, valorado en 60 millones de dólares, nunca se realizó. En cuanto a los meteotronos, se consideran un arma climática, ya que también —aunque teóricamente— son capaces de causar sequías, congelaciones y huracanes.
Derretir los glaciares del Ártico
Otro investigador soviético, Piotr Borísov, propuso construir una presa de casi 90 metros en el estrecho de Bering. En su libro ¿Puede el hombre cambiar el clima?, el científico se preguntó si esto ayudaría a frenar las aguas frías del océano Pacífico que ralentizan el movimiento de la corriente del Golfo, de modo que cuando llega a las costas de la isla de Spitsbergen, su agua ya está demasiado fría.
El proyecto —valorado en más de 340 millones de dólares— también proponía explotar y destruir los glaciares del Ártico. Según Borísov, esto también cambiaría el clima de Canadá y Alaska.
El cambio del movimiento natural de la corriente del golfo llevaría a su detención en el Atlántico, lo que provocaría el inicio de una nueva Edad de Hielo, de acuerdo con el ecólogo ruso Valeri Karnaújov, de la Academia de Ciencias de Rusia.
Por su parte, los investigadores estadounidenses David Lawrence y Andrew Slater, de la Universidad de Colorado, sugieren que la construcción de una presa en el Ártico provocaría la aparición de enormes zonas pantanosas en Rusia y Canadá. En cuanto a las emisiones de miles de millones de toneladas de dióxido de carbono y metano, que se esconden bajo los glaciares, provocarían un desastre natural en todo el planeta.
Cambiar el curso de los ríos
En 1938, el académico soviético Vladímir Óbruchev presentó a Iósif Stalin un proyecto que tenía por objeto cambiar el curso de los ríos Ob e Irtish para aumentar el nivel del mar de Aral y, por consiguiente, ayudar a los agricultores de esta región árida.
Sin embargo, la realización del proyecto solo inició en 1968 y duró casi 20 años. Más de 170 empresas trabajaron en el desarrollo de un plan para revertir los ríos. No obstante, en 1985, el proyecto se dejó a un lado debido a una crisis económica.
El proyecto podría tener consecuencias catastróficas para la ecología, afirmó el presidente del Centro de Política Ecológica, Alexéi Yáblokov, en una entrevista con el periódico Novie Izvestia.
“En la naturaleza, todo tiene sentido, y es muy peligroso romper el equilibrio del ecosistema. Los ríos son los vasos sanguíneos del país. ¿Han visto alguna vez que a alguien le cambien la dirección del flujo de la sangre?”, expresó.
Inundar Siberia
En la década de los 50, el ingeniero soviético Mitrofán Davídov propuso crear un mar artificial en Siberia y construir allí la central hidroeléctrica más potente del mundo.
El proyecto de Davídov preveía la construcción de dos presas en los ríos Ob y Yeniséi y la inundación deliberada de la llanura de Siberia Occidental. El mar de agua dulce de 300.000 km2 permitiría hacer más agradable el clima de Siberia y abastecer de agua a los agricultores de Asia Central.
No obstante, estaba equivocado. Al analizar el proyecto, la comisión estatal estableció que el mar siberiano sería mucho más pequeño y menos profundo de lo que esperaba el excéntrico ingeniero.
Fuente: Sputnik