El papa Francisco regresó este viernes a Roma, tras una gira de 12 días por cuatro países del sudeste asiático y Oceanía, la más larga y lejana de sus once años y medio de pontificado, durante la cual despejó dudas sobre su salud.
Procedente de Singapur, el avión del jesuita argentino, de 87 años, aterrizó poco antes de las 19H00 locales (17H00 GMT) en el aeropuerto de Fiumicino de la capital italiana, informó un periodista de AFP que lo acompañó a lo largo de su periplo.
Tras un viaje que lo llevó previamente a Indonesia, Papúa Nueva Guinea y Timor Oriental, el pontífice ofreció en Singapur un último discurso rebosante de energía y humor ante 600 jóvenes de distintas religiones en una escuela católica de esta rica y cosmopolita ciudad-Estado.
“¡Arriésguense, salgan! ¡No tengan miedo!”, les dijo Francisco”
“¡Un joven que elige hacer siempre su vida de forma ‘cómoda’ es un joven que engorda! Pero no engorda su barriga ¡engorda su mente!”, bromeó, pidiéndoles no convertirse en “esclavos” de la tecnología.
A bordo del avión papal, el jesuita argentino ofreció la tradicional rueda de prensa para los periodistas que lo acompañan, la primera desde su último viaje internacional hace un año, a la ciudad francesa de Marsella.
El ambicioso periplo de 33.000 km había sembrado dudas sobre la capacidad de Jorge Bergoglio, que se mueve en silla de ruedas, de resistir a esta odisea a tres meses de cumplir 88 años y poco más de un año después de someterse a una importante operación abdominal.
Pero ni la agenda repleta con 16 discursos y múltiples actos oficiales, ni el desfase horario ni el calor tropical hicieron demasiada mella en el sonriente pontífice, al frente de la Iglesia católica desde 2013.
A lo largo de la gira, se mostró animado y despierto, especialmente en uno de los puntos culminantes del viaje, una misa multitudinaria ante 600.000 fieles en Dili, la capital de Timor Oriental.
Durante dos horas y bajo un intenso calor, se dejó llevar por gestos improvisados, especialmente ante los jóvenes, reaccionando con vivacidad a los testimonios que le leían y solicitando al intérprete que tradujera sus declaraciones.
Pareció más sombrío en los desfiles militares en su honor, una tradición que siempre ha aborrecido, o durante la última misa el jueves en Singapur, en la que el cansancio empezó a asomar en su rostro.
“No está cansado, sino contento”
Aunque el papa viajaba con su médico personal y dos enfermeros (el protocolo habitual), no se filtraron detalles sobre su salud, una cuestión sobre la que el Vaticano preserva la máxima discreción.
El 45º viaje internacional del papa confirma la importancia de estos desplazamientos para Francisco, que siempre ha preferido el terreno y el revigorizante contacto con multitudes.
“En su espíritu, el papa no se siente cansado, sino contento. Es una perspectiva muy distinta, también muy cristiana, de ver las cosas”, dijo a AFP el director del servicio de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni.
“Más que concentrarse en la fatiga, insiste en la alegría que lo nutre durante estas visitas. Y es esto lo que le permite seguir adelante”, agrega.
“Parar no forma parte de su ADN”, ahonda una fuente vaticana. “Para él, ser papa se vive al 100%, con el riesgo de no prestarse atención a uno mismo. Y es también este altruismo que emociona a los fieles”, apunta.
Esta gira histórica, pospuesta en 2020 debido a la pandemia, abordó un amplio abanico de temas importantes para el papa: el diálogo con el islam en Indonesia, la lucha contra los abusos infantiles en Timor Oriental, la protección del medioambiente en Papúa Nueva Guinea o la defensa de los derechos de los trabajadores migrantes en Singapur.
Desde una mezquita de Yakarta a las atiborradas calles de Dili, el papa de “los confines del mundo” recordó la importancia que otorga a las “periferias” una Iglesia global que desearía más abierta.
Como símbolo de este compromiso queda la imagen del papa recubierto de un tocado de plumas tradicional en un viaje de ida y vuelta a Vanimo, un pueblo remoto a las puertas de la selva de Papúa Nueva Guinea.
Francisco tiene en la agenda otro viaje internacional a partir del 26 de septiembre, con una visita de cuatro días a Luxemburgo y Bélgica, antes de dirigir en octubre la Asamblea General del Sínodo de los Obispos sobre el futuro de la Iglesia católica.