Macron genera controversia en Francia con su gestión del nombramiento de un nuevo gobierno

Macron genera controversia en Francia con su gestión del nombramiento de un nuevo gobierno

El controvertido papel del presidente Emmanuel Macron en la elección de un nuevo primer ministro suscita críticas en Francia, donde algunas voces, como la de su predecesor François Hollande, lo acusan de ningunear al Parlamento.

El presidente conmocionó Francia al adelantar por sorpresa en junio las elecciones legislativas previstas en 2027. Su objetivo era pedir una “aclaración” sobre el panorama político, a raíz de la victoria de la extrema derecha en los comicios europeos.

El resultado fue una Asamblea (cámara baja) dividida en tres bloques –izquierda, centroderecha y extrema derecha–, todos ellos lejos de la mayoría absoluta.

A diferencia de países vecinos como Bélgica, Alemania, España e Italia, la conformación de coaliciones postelectorales no está en el ADN francés y Macron ya tuvo que gobernar en minoría en los difíciles últimos dos años.

Como bloque con más diputados, la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP) pidió el nombramiento de la economista Lucie Castets como primera ministra.

Pero el mandatario de centroderecha rechazó designarla en nombre de la “estabilidad” tras constatar que el resto de grupos habría aprobado una moción de censura contra un gobierno de NFP, ya que cuenta entre sus filas con el partido de izquierda radical LFI.

“Es un error institucional”, aseguró Hollande, actual diputado socialista, en una entrevista al semanario Le Point, asegurando que correspondería a la Asamblea, y no al presidente, censurar un eventual gobierno.

El diario de izquierda Libération recomendó incluso seguir el “modelo de democracia” de España, donde en 2023 el rey Felipe VI encargó en vano formar gobierno al candidato de derecha por ser el más votado, antes de darle la oportunidad al socialista Pedro Sánchez.

En los países vecinos, los jefes de Estado tienen un papel más protocolario, pero, en Francia, el presidente comparte el poder ejecutivo con el gobierno, aunque sea de otro color político.

La Constitución de 1958, que buscaba pasar página de un período de inestabilidad institucional, otorgó más poderes al presidente, y el actual sistema electoral busca además favorecer las mayorías.

Macron es el encargado de nombrar al primer ministro, que no necesita la aprobación de la Asamblea, y de garantizar, “a través de su arbitraje, el buen funcionamiento de los poderes públicos”, según la Carta Magna.

“No funciona”

Pero ¿dónde está el límite? El bloqueo político actual es inédito desde 1958 y Macron entendió que su “responsabilidad” como “garante de la estabilidad institucional” es que “el país no quede bloqueado ni se debilite”.

Sin embargo, algunos consideran que la iniciativa de Macron busca mantener el control del poder, pese a no ser ya la primera fuerza.

Su actuación también divide a los constitucionalistas. “La lógica era nombrar al grupo que llegó en cabeza. En la mayoría de las democracias funciona así. Si no funciona, se prueba una segunda solución”, apunta el experto Dominique Chagnollaud.

Para Dominique Rousseau, “Macron respeta la Constitución”. “No va nombrar un gobierno del que sabemos que caerá en 48 horas”, asegura el especialista, quien le recomienda designar a una “personalidad” para la tarea de hallar un primer ministro.

Por ejemplo, en Bélgica, donde varios partidos deben ponerse de acuerdo para gobernar, suele haber personalidades encargadas de explorar las posibles coaliciones de gobierno, por encargo del rey.

En Francia, “Macron actúa como negociador entre las partes, al tiempo que rinde cuentas de su gestión y encabeza una fuerza política”, apunta en el diario Le Monde el constitucionalista Benjamin Morel, para quien esto “no funciona”.

“No porque no sea constitucional, sino porque inevitablemente crea tensiones, se pone en contra a los diferentes socios y no se consigue formar una coalición”, aclara.

Desde su llegada al poder en 2017, su popularidad ha ido cayendo, perdió la mayoría absoluta en 2022 y muchos más diputados en las últimas elecciones, generando la actual crisis política.

La cercanía de la presidencial de 2027, en la que Macron ya no puede presentarse, también parece desanimar a los partidos que podrían tender la mano a un oficialismo desgastado, al temer que esto les pase factura electoral.