Entrevista hecha al presidente cubano Díaz-Canel:
Ignacio Ramonet.- Presidente, primero agradecerle mucho la gentileza que ha tenido concediéndonos esta entrevista.
Esta va a ser una entrevista de una decena de preguntas que vamos a dividir en tres bloques: un bloque consagrado a la política interior, a la situación interior en Cuba; un segundo bloque sobre economía, esencialmente economía en Cuba, obviamente; y un tercer bloque sobre la política internacional.
La primera pregunta entonces de política interior es la siguiente:
Para muchas familias en Cuba desde hace poco tiempo, dos o tres años, la vida cotidiana se ha vuelto particularmente difícil: hay penurias alimentarias, hay inflación, hay carencias en los servicios públicos. El bloqueo económico, comercial y financiero impuesto ilegalmente por Estados Unidos ya existía, y lo que le quiero preguntar es qué ha ocurrido en estos últimos tiempos para que las cosas se hayan degradado de tal manera.
Miguel M. Díaz-Canel.- Bueno, Ramonet, ante todo te agradezco la oportunidad que nos das de conversar contigo, siempre es muy interesante para uno poder compartir contigo puntos de vista y también oír tus comentarios sobre estos temas. Y me has hecho una pregunta muy interesante, porque muchas personas preguntan por qué si ha existido bloqueo durante tanto tiempo, ¿qué es lo que distingue en los momentos actuales el bloqueo?
Creo que hay que partir de que, en primer lugar, hoy el bloqueo tiene una característica cualitativamente diferente; hoy estamos hablando de un bloqueo recrudecido y, además, apoyado ese recrudecimiento por otro componente, que es la inclusión de Cuba en una lista espuria que a su antojo determina el Gobierno de los Estados Unidos sobre países que supuestamente apoyan el terrorismo.
Sobre todo, te voy a hacer una comparación que yo creo que es la mejor manera de ilustrar lo que cambia de un momento a otro, si comparamos cómo era la vida de las cubanas y los cubanos hasta el año 2019 o hasta el segundo semestre de 2019, y cómo ha sido la vida después de ese segundo semestre de 2019, que es lo que enmarca también o diferencia estos dos momentos.
En primer lugar, nosotros somos un país que ha sufrido las limitaciones y las adversidades que nos impone el bloqueo durante más de sesenta años; un bloqueo ilegal, injusto, anacrónico como política y cargado, sobre todo, de una perspectiva prepotente del Gobierno de los Estados Unidos.
Cuba no se ha quedado cruzada de brazos nunca y nosotros hemos desarrollado una capacidad de resistencia. Yo, incluso, después de las vivencias que tuvimos en la COVID-19, digo que es una resistencia creativa, porque el país no ha sido solo capaz de resistir los embates del bloqueo, sino que el país en esas condiciones ha avanzado, ha aportado, ha crecido como nación y, además, se ha desarrollado; o sea, no es quedarte resistiendo solo y no hacer nada más.
Bajo todos esos conceptos y todas las estrategias que ha tenido la Revolución hemos podido mantener un determinado nivel de actividad económica, de exportaciones, de apoyo a programas sociales de alto impacto en nuestra población y hemos vivido, aunque detenido nuestro sueño o ralentizadas todas nuestras aspiraciones, precisamente, por los efectos del bloqueo, que te digo categóricamente que es la causa que más frena nuestro desarrollo económico. Y yo siempre digo: si bloqueados hemos sido capaces de tantas cosas, de qué no hubiéramos sido capaces sin estar bloqueados; pero esas serán hipótesis que hay que convertirlas en tesis con estudios, con comprobaciones, con análisis de datos, que no es el caso de lo que nos atañe ahora.
En 2019 este país recibía ingresos por exportaciones a partir de nuestras producciones exportables y competitivas en el mercado internacional, porque había una vitalidad de la actividad económica del país; el país recibía una cantidad importante de remesas; recibía ingresos notables por la actividad turística –recuérdese que nosotros llegamos a tener casi cuatro millones y medio de turistas en un año–, y teníamos créditos de varias instituciones financieras, créditos gubernamentales de países con los que tenemos muy buenas relaciones y también créditos de programas, de agencias, que nos permitían elaborar y apoyar proyectos.
Por otra parte, teníamos un suministro estable de combustible sobre la base de convenios con países amigos, con países hermanos, que hacían que nosotros bajo esos convenios no tuviéramos que gastar de los ingresos de divisas que recibíamos prácticamente nada en combustible, porque todo eso tenía una compensación a partir de servicios que nosotros damos a esos países hermanos.
Por lo tanto, en todas esas condiciones teníamos ingresos en divisas que nos permitían importar materias primas para desarrollar nuestros principales procesos productivos en la magnitud en que podíamos tener esas cosas con las limitaciones del bloqueo; podíamos comprar alimentos para satisfacer la canasta básica, incluso podíamos comprar alimentos y otras mercancías que poníamos en las tiendas –en aquel momento eran las tiendas que funcionaban en CUC, y en el mercado interno en moneda nacional–, por lo tanto, nuestro mercado interno tenía un determinado nivel de abastecimiento.
Teníamos disponibles divisas con las cuales podíamos lograr un mercado cambiario legal, controlado por el Estado, donde se podían realizar operaciones de compra y venta de divisas con su equivalente en moneda nacional. Teníamos un nivel aceptable de capacidad para pagar nuestras obligaciones de deudas con países o con empresas que han invertido en Cuba, incluso con la inversión extranjera. Y teníamos una capacidad también de dinero para las compras de las piezas de repuesto, de los insumos más importantes para nuestra economía.
Por lo tanto, había una oferta en el mercado interno y había una adecuada relación de oferta/demanda que permitía que los niveles de inflación fueran pequeños.
Todo esto provocaba una retroalimentación: los procesos productivos, una buena actividad productiva daba más fondos exportables, más ingresos; el turismo se desarrollaba, daba más ingresos, y todo eso se iba revolviendo y llegamos a una determinada situación, yo diría, de estabilidad, sin lograr todavía la prosperidad a la que aspiramos, y estamos en un proceso de perfeccionamiento de nuestro sistema económico-social, y, por otra parte, también con todo un grupo de planteamientos, de visiones, de postulados y lineamientos con relación al Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030, y vivíamos de esa forma.