La icónica figura de la cultura popular cubana, Juana Bacallao, falleció a los 99 años en La Habana debido a un tromboembolismo pulmonar que estaba siendo tratado en el hospital militar Carlos J Finlay.
Desde que ingresó al hospital a mediados de semana, su estado de salud mantuvo en vilo a Cuba. Aunque algunos anticiparon su deceso en redes sociales sin verificar la información, esto se explica por el cariño que le tenía el público, que reconocía su gracia y singularidad artística.
En respuesta al triste suceso, el ministro de Cultura, Alpidio Alonso, la recordó como una artista carismática y querida, profundamente arraigada en el imaginario del pueblo cubano.
La Uneac compartió la noticia y la describió como un símbolo de la identidad más entrañable de la isla.
En 2008, las Fuerzas Armadas Revolucionarias le otorgaron la réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez. El colega Lázaro Caballero, autor del libro “Juana la Cubana”, siguió de cerca su enfermedad y se despide de ella convencido de que su leyenda crecerá aún más en el futuro.
Juana, nacida el 26 de mayo de 1925 en La Habana, fue descubierta por el maestro Obdulio Morales mientras cantaba en la calle. A partir de ese momento, dejó de ser Neris Amelia Martínez Salazar para convertirse en Juana Bacallao, conocida como “Juana la Cubana”.
Su camino hacia la fama y la estabilidad económica no fue fácil, pero logró alcanzarlo gracias a los cambios revolucionarios en el ámbito cultural. Juana se destacó en la vida nocturna de La Habana, con actuaciones brillantes en el Salón Rojo del Capri y presentaciones en el extranjero en Estados Unidos, España, República Dominicana y otros países de la región. Desarrolló un estilo único para interpretar el son, la guaracha y los temas afrocubanos, y construyó toda una mitología a su alrededor con anécdotas tanto verdaderas como ficticias, pero siempre chispeantes e inolvidables.
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