Washington, Estados Unidos. Sandra Day O’Connor, la primera mujer nombrada para la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, falleció el viernes a los 93 años, según un anuncio oficial.
O’Connor, jueza jubilada que renunció en 2006, murió en su casa en la ciudad de Phoenix, en el estado de Arizona (suroeste), indicó el máximo tribunal en un comunicado.
Se precisó que padecía “demencia avanzada, probablemente Alzheimer, y una enfermedad respiratoria”.
Su deceso llega tras una ardua batalla de años contra la demencia que le hizo alejarse de la vida pública en 2018.
Había sido nombrada miembro de la Corte Suprema en 1981 por el entonces presidente republicano Ronald Reagan (1981-1989) para llenar una de las pocas vacantes femeninas en su administración.
Alguna vez considerada la mujer más poderosa de Estados Unidos, O’Connor a menudo generó confusión tanto a sus críticos como entre sus partidarios durante sus casi 25 años de ejercicio en el tribunal superior, negándose a ser encasillada políticamente.
También rechazaba ser vista simplemente como la única mujer en el tribunal y acabó siendo una jueza fundamental desde principios de la década de 1980 hasta su retiro.
“El poder que ejerzo en el tribunal depende del poder de mis argumentos, no de mi género”, subrayó en una conferencia de la Universidad de Washington en 1990.
Cuando Reagan la eligió para actuar en la Corte, los sectores más conservadores criticaron su falta de experiencia judicial a nivel federal y vieron con dudas su posición sobre el aborto, mientras que los liberales, aunque celebraron ver a una mujer en el máximo tribunal, manifestaban preocupación por su compromiso real con el feminismo.
Sandra Day nació el 26 de marzo de 1930 en El Paso, Texas (sur), y creció en el rancho ganadero de sus padres en el sureste de Arizona.
Con una infancia aislada, se desarrolló aprendiendo entre hombres, acompañando a su padre y otros vaqueros en las tareas rurales. Así, aprendió a conducir con apenas siete años y a disparar rifles y montar a caballo cuando cumplió ocho.
Esto sería fundamental en su proceso de crecimiento y para que años más tarde terminara teniendo un papel muy importante como niveladora de una corte con visiones polarizadas en diferentes temas.
O’Connor acabó siendo un voto “basculante” en la Corte, rompiendo con sus colegas conservadores y proporcionando muchas veces el quinto voto que permitía conformar una mayoría de tono más liberal en varias ocasiones por temas clave.
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