América Latina y el Caribe tiene el segundo programa de alimentación escolar más grande del mundo: en 2022 unos 80 millones de niños debieron apelar a la comida de sus escuelas para asegurarse parte de su alimento diario, asegura un estudio presentado el martes.
El 80% de los beneficiarios de alimentos en sus escuelas se encuentran en siete países: Brasil, México, Colombia, Perú, Ecuador, Argentina y Guatemala, según un informe que fue presentado hoy en Brasilia por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas.
En 2022, “80.3 millones de niños y niñas recibieron comidas escolares, tales como desayunos, meriendas o almuerzos, en toda ALC en 2022. La mayoría de estos niños y niñas viven en América del Sur (63,2 millones), seguida de América Central (13,3 millones) y el Caribe (3,8 millones)”, dice el trabajo.
El impacto del Covid-19 implicó un desafío para los programas de alimentación escolar. “La pandemia alejó a casi 165 millones de estudiantes de la enseñanza en la región, pero los programas respondieron haciendo la transición de comidas en las escuelas a alimentos para llevar a casa”, explicó Marie Evane Tamagnan, especialista del BID en educación, al presentar el trabajo. “Esos programas ayudaron a traer nuevamente a los niños a las escuelas. Eso demuestra la importancia de los programas de alimentación en momentos de crisis como una pandemia o desastres naturales”, agregó.
El informe también muestra una enorme disparidad entre los países, tanto en cobertura como en presupuesto destinado y cuánto se gasta por niño en alimentación.
“En los países de bajos ingresos, el costo de la alimentación escolar puede ser tan bajo como USD 10 anuales por niño/niña, mientras que, en los países de altos ingresos, el costo anual por niño/niña se estima en USD 293. La calidad de los programas depende en gran medida de la financiación, que puede afectar, por ejemplo, a la cantidad, calidad y diversidad de los alimentos suministrados, o a la integración de componentes de salud y nutrición en las comidas escolares”, dice el texto.
Según dijo Sarah Kohnstamm, asesora en Alimentación Escolar del WFP, si bien la cobertura es alta en muchos países, dado que en la mitad de ellos el 90% de los niños tiene acceso a programas de alimentación escolar, en otros las tasas son más bajas y en algunos llegan al 30 por ciento.
“Pero la cobertura es solo una parte de la historia. Al mirar al interior de cada país se puede ver otros factores, como la calidad de la dieta que se ofrece, si alcanzan a todos o no, el número de días de la semana que se ofrece”, dijo Kohnstamm.
El aumento de costos y la necesidad de más presupuesto
Según entienden el BID y el WFP, es necesario que los países de la región actualicen los presupuestos destinados a la alimentación escolar, dado que con el aumento de costos de los últimos años, si no lo hacen, las escuelas deberán absorber esa diferencia y lo tendrán que hacer bajando la calidad nutricional de los alimentos.
“El reciente aumento vertiginoso de los precios de los alimentos y los combustibles están afectando la calidad general y el alcance de programas nacionales de alimentación escolar”, dice el informe.
“Todavía no hay tendencias claras sobre cómo respondieron los programas de alimentación escolar de la región a esta crisis. En general, los presupuestos han permanecido estancados. Son pocos los casos de aumentos presupuestarios”, agrega.
Según dijo Kohnstamm, las limitaciones financieras pueden obligar a hacer concesiones: “por ejemplo llegar a más escuelas pero con una oferta menos nutritiva de alimentación”, aseguró.
El impacto de la alimentación en la educación
Los programas de alimentación escolar son fundamentales para la salud, la nutrición y el rendimiento académico de los estudiantes, según el estudio del BID y el WFP. “En primer lugar, la disponibilidad de alimentos en las escuelas a través de estos programas aumenta la cobertura educativa, reduce el ausentismo y puede mejorar el rendimiento académico, particularmente entre los grupos más vulnerables y las niñas”, dice el informe. Eso se da más que nada en zonas con inseguridad alimentaria, donde los programas de alimentación escolar cumplen un rol crucial.
El trabajo cita evidencia científica que demuestra cómo la alimentación escolar tiene incidencia no solo en la asistencia a clase sino también en el rendimiento a corto plazo en tareas matemáticas y cognitivas. Según un trabajo académico del año 2020 citado en la publicación presentada este martes, en el caso específico de las niñas y adolescentes, la alimentación escolar contribuye a cerrar brechas educativas de género.
En Perú, por ejemplo, un estudio realizado en 2019 demostró que la alimentación escolar en un programa específico, denominado Qali Warma School Feeding Programme, tuvo efectos positivos a corto plazo en el rendimiento cognitivo de niños vulnerables, especialmente en los niños que en su casa no desayunan antes de ir a la escuela.
Información sustraída de INFOBAE.