España asume el sábado la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, un hito importante para este país europeísta que sin embargo tiene la cabeza en otro lado a tres semanas de unas elecciones que podrían provocar un cambio de gobierno.
“¡Hola, Europa!”, tuiteó el presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez, el 15 de junio, cuando presentó con entusiasmo las prioridades de la presidencia española, antes de volver a dedicarse a la campaña, encadenando los días siguientes viajes y entrevistas.
Líder con perfil internacional y un deseo declarado de aumentar el peso de España en Bruselas, Sánchez sorprendió a compatriotas y socios europeos cuando el 29 de mayo, al día siguiente de una derrota de la izquierda en las municipales y regionales, anunció elecciones legislativas anticipadas para el 23 de julio.
El país que ostenta la presidencia del Consejo de la UE no tiene más voz que sus socios, pero sí le corresponde durante su semestre dar impulso político a los grandes temas de debate.
“El riesgo es una presidencia que tenga la cabeza en otra parte”, si bien “en el fondo (no hay un) riesgo real de descarrilamiento” porque “España es un país fundamentalmente europeísta”, estima en entrevista con la AFP Sébastien Maillard, director del Instituto Jacques Delors.
“Inevitablemente, esto complica la situación. Tendremos ministros haciendo campaña o preguntándose cuál será su próximo cargo. Tendrán menos tiempo y energía para dedicar a sus homólogos europeos para buscar compromisos”, añade.
– El ejemplo francés –
Sánchez ha buscado enviar un mensaje tranquilizador, asegurando que “no hay ningún riesgo de que no se pueda cumplir con todos los objetivos que nos hemos marcado”.
Para defenderse de las críticas, pone el ejemplo de Francia, que celebró elecciones presidenciales en abril de 2022 mientras ocupaba la presidencia de la UE.
Entre las prioridades, Sánchez ha mostrado su deseo de culminar la reforma de la política migratoria europea y dar “pasos sustantivos” hacia la ratificación del acuerdo comercial con Mercosur, que Madrid apoya decididamente pero que genera resistencias en países como Francia.
El líder socialista subraya que la presidencia se ha venido preparando “durante este último año” en colaboración con “todos los actores, tanto institucionales, como sociales y políticos”, dando por sentado que podría ser asumida sin problema por un gobierno de un color distinto.
Unas declaraciones rebatidas por su rival conservador, Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular (PP), quien dice haber recibido “más información de la presidencia sueca de la UE”, que finaliza esta semana, que “sobre la española”.
La gran interrogante entre sus socios europeos es si Sánchez podrá mantenerse en el poder después del 23 de julio, algo que han venido durante meses poniendo en duda las encuestas, que dan ganadora a la derecha.
Si hay un cambio de gobierno rápido, no será “tan malo”, pero si las negociaciones para formar gobierno se alargan en el tiempo “puede ser complicado”, confía un diplomático europeo.
Las dificultades podrían aumentar si el PP, un partido moderado y europeísta, necesita para gobernar, como vaticinan todos los sondeos, el apoyo del partido de extrema derecha Vox.
Esta formación ultraconservadora y ultranacionalista, muy cercana al primer ministro húngaro, Viktor Orban, y al partido nacionalista populista en el poder en Polonia, ha mostrado desde las municipales y regionales que está cobrando caro su apoyo, lo que podría complicar unas posibles negociaciones con los conservadores.
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