En el año 1933, el periódico escocés Inverness Courier publicó un artículo en el que un corresponsal anónimo aseguraba que el matrimonio MacKay había visto nadando en las aguas negras del lago Ness un monstruo de gran tamaño.
Eran los inicios de la leyenda de Nessie, o el monstruo del Lago Ness, una criatura que ya existía en el imaginario colectivo de los locales desde finales del siglo XIX, y que desencadenó extraordinarias historias, canciones, camisetas, grabaciones, operativos, entramados conspiratorios y visitas masivas de curiosos turistas.
Nadie puede asegurar con certeza que este colosal plesiosaurio habitara las aguas del lago Ness en 1933. Pero ahora, un equipo de investigadores ha descubierto los restos de una criatura marina que vivió hace 70 millones de años en las profundidades de la Antártida y que presenta características muy similares al monstruo escocés. La investigación de los científicos fue publicada en la revista especializada Cretaceous Research.
Según explicaron los expertos, los fósiles descubiertos indican que se trataba de un inmenso elasmosaurio de aproximadamente 12 metros de largo y 15 toneladas de peso: el ejemplar más grande del género que se haya encontrado jamás.
Los elasmosaurus son reptiles de la familia del plesiosaurio, un orden que surgió a principios del período Jurásico y habitó el mar de América del Norte hasta su desaparición durante la extinción K-T, al final del Cretácico. Esta fecha hace referencia al día en que los dinosaurios murieron tras la caída de un meteorito en la Tierra, y data de hace cerca de 66.000.000 años.
El parecido de la fisonomía del monstruo del Lago Ness a un dinosaurio del Jurásico hizo que algunos defendieran que la misteriosa criatura escocesa era un plesiosaurio que había sobrevivido a la catástrofe. Con un cuello largo como el de una jirafa y una cabeza similar a la de una serpiente, Nessie comparte rasgos con el espécimen cuyos restos se hallaron en la Antártida.
“Durante años fue un misterio… No sabíamos si era o no un elasmosaurus. Eran [los restos] de algún tipo raro de plesiosaurus que nadie conocía”, explicó José O’Gorman, paleontólogo del Consejo Nacional de Investigación Científica y Técnica de Argentina.
Para corroborarlo, necesitaban un ejemplar más completo con el que poder comparar los restos. Y tenían un candidato potencial, un espécimen de la isla de Seymour que había descubierto William Zinsmeister, de la Universidad de Purdue, durante una expedición en 1989. Entonces, el académico no contaba con los recursos suficientes para recuperar el fósil, por lo que los restos permanecieron en la Antártida hasta el año 2012, cuando el Instituto Antártico Argentino se involucró y participó en la operación.
Las condiciones climáticas y los problemas de logística complicaron las laborales, pero finalmente en 2017, el equipo logró desenterrar una parte importante del esqueleto. Tras los análisis, el ejemplar resultó también realmente interesante, pues arrojaron que vivió hace sólo 30.000 años antes de que se produjera la extinción K-T.
“Incluso en la Antártica, había muchos elasmosaurus felices. La diferente morfología de estas especies también muestra la especialización que se estaba dando en este punto tardío de la existencia de los plesiosaurus. Es definitivamente una indicación de que hacia el final del Cretáceo, los plesiosaurus se las ideaban para ampliar su repertorio alimenticio”, explicó la paleontóloga de la Universidad de Utrecht Anne Schulp.
Fuente: Infobae