Con sus grandes ojos y su tímida sonrisa, Licca-chan, conocida como la Barbie japonesa, seduce a todas las generaciones en Japón y los adultos incluso la convirtieron en una celebridad en las redes sociales.
Más pequeña que la Barbie estadounidense, la muñeca japonesa mide 22 centímetros, y tiene un aspecto más “familiar”, detalla Minami Murayama, una de sus grandes admiradoras.
Esta ama de casa, de 34 años, desea convertirse en estilista y con Licca-chan, su “sueño se hizo realidad”, explica a AFP Murayama, que posee unas cuarenta muñecas y confeccionó más de mil trajes en miniatura para vestirlas.
Licca-chan ha sido una de las muñecas favoritas de los niños japoneses desde su aparición en las tiendas de juguetes en 1967, y su fabricante, Takara Tomy, vendió más de 60 millones de unidades. Incluso lanzó una “colección de muñecas elegantes” para clientes mayores.
La biografía oficial de la compañía presenta a Licca-chan como una adolescente de 11 años, cuya madre es una estilista japonesa y el padre un músico francés.
Minami Murayama pasa horas confeccionando ropa para la muñeca, privilegiando los vaqueros, que su marido ayuda a blanquear y desgarrar para obtener un aspecto “envejecido”.
La treintañera construyó incluso una serie de accesorios para decorar minicafés y estudios de moda. “Hay muchas profesiones diferentes que me gustaría desempeñar, como dirigir un café o una panadería o ser estilista de moda”, dice. “Por supuesto, no podré hacerlo todo en la vida real, pero en el mundo de las muñecas sí” añade.
Una vida real
En las redes sociales, la pequeña muñeca japonesa tiene incluso un canal dedicado a ella bautizado “La verdadera vida de Licca-chan”.
En videos y fotos, publicadas por sus aficionados, se la ve en situaciones banales, en pijama o llevando una bolsa de basura.
Licca-chan “no vive una vida de ensueño, sino una vida real en una habitación desordenada y comete errores”, dice la creadora de la cadena, que tiene más de un millón de seguidores en Instagram pero requiere el anonimato para evitar problemas en su trabajo.
“Si mostramos a la gente que incluso alguien como Licca-chan vive así, eso les permite sentirse cómodos consigo mismos”, detalla a AFP.
El fabricante no aprueba realmente esta imagen, alejada de la imagen oficial que dio a su muñeca.
Pero “la verdadera vida de Licca-chan” es un tema sensible entre los aficionados adultos de la Barbie japonesa, que forman una comunidad en línea e intercambian ropa y accesorios caseros.
Ryoko Baba, una diseñadora gráfica de 33 años, jugó con Licca-chan cuando era una niña y reanudó esta actividad hace unos dos años para aliviar el estrés de la pandemia de covid.
“Cuando querías salir pero no podías, tenías muchas menos oportunidades de comprar ropa nueva”, señala. Así que muchos “pudieron satisfacer este deseo vistiendo muñecas en su lugar”, comenta quien suele copiar modelos de su propio armario para sus docenas de muñecas.
Según Murayama, “hay muchos adultos que juegan con juguetes para niños” en Japón, donde “realmente no hay separación”.
Por su parte, Baba describe a Licca-chan como un “ícono nacional”, convencida de que el éxito de la muñeca no hará más que crecer. “Recientemente, he visto muchos comentarios de personas diciendo que no sabían que este mundo existía. Espero ayudar a difundir el mensaje”, afirma.
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