En las últimas décadas, muchas de las investigaciones científicas que buscaban develar cómo funciona el cuerpo humano se enfocaron en estudiar tres sistemas clave: el genoma, el proteoma y el microbioma.
El primero es la secuencia de ADN que posee cada organismo y que contiene toda su información genética. El segundo, el conjunto de proteínas que fabrican los genes, que son los “ladrillos esenciales” de la vida. Y el tercero es el ecosistema de microorganismos que viven en el cuerpo y son determinantes para la salud.
Ahora está empezando a crecer el interés en otro sistema que es fundamental para la vida, no solo humana sino también de plantas y animales: la red bioeléctrica que hace funcionar a todo organismo, y que algunos científicos han empezado a llamar el “electroma“.
“Así como las señales eléctricas sustentan las redes de comunicación del mundo, estamos descubriendo que hacen lo mismo en nuestros cuerpos: la bioelectricidad es la forma en que nuestras células se comunican entre sí“, explicó en un reciente artículo en el sitio Nesta la divulgadora científica Sally Adee, una experta en este campo, y autora del libro “Somos eléctricos”, que saldrá en febrero.
Según Adee -a quien algunos atribuyen haber acuñado el neologismo “electroma”- “es difícil exagerar cuán total y absolutamente todos tus movimientos, percepciones y pensamientos, y los míos, están controlados por la electricidad”.
Cómo funciona
Mustafa Djamgoz, profesor emérito en Biología del Cáncer del Imperial College de Londres, es uno de los primeros científicos que está aplicando la bioelectricidad para tratar esta enfermedad.
Djamgoz, quien también enseña Neurobiología en esa prestigiosa universidad británica, estudia los procesos bioeléctricos del cuerpo desde hace décadas y desde 2019 es el coeditor en jefe de “Bioelectricity”, la única revista científica dedicada a este campo.
Pero antes de entender cómo usa la bioelectricidad para tratar el cáncer, el periódico BBC Mundo le pidió que explicara qué es y cómo se genera esta corriente en nuestro interior.
“Todos los elementos que tenemos en nuestro cuerpo, por ejemplo, el sodio, el potasio, el calcio, el magnesio y el zinc, atraviesan una reacción química que hace que se separen sus átomos, formando lo que se conoce como iones, que son partículas con carga eléctrica”, detalla.
“Los fluidos de nuestro cuerpo están llenos de estos iones. Los de carga opuesta se atraen, los que tiene la misma carga se rechazan. Y al circular por nuestro cuerpo generan una corriente”.
El experto aclara que se trata de una corriente de muy baja potencia: apenas 70 milivoltios (una pila AA común tiene 1.500 milivoltios, compara).
Pero la bioelectricidad del cuerpo es esencial para su funcionamiento -dice- ya que es a través de estas señales eléctricas que las distintas partes del cuerpo se comunican.
Ley fundamental
Djamgoz destaca que la red bioeléctrica del cuerpo funciona bajo los mismos principios fundamentales que aplican a todo circuito eléctrico, incluida la ley de Ohm (que establece que el voltaje es equivalente a la corriente multiplicada por la resistencia).
La gran diferencia es que mientras la electricidad tradicional se mueve a lo largo del núcleo conductor dentro de un cable, la bioelectricidad es generada por iones que fluyen a través de la membrana celular (la cubierta).
Dado que la membrana es como un sello, para penetrar en la célula los iones deben atravesar una especie de compuerta: unas proteínas llamadas “canales iónicos”, que están incrustados en la membrana.
Cuando fluyen por estos canales se produce la conducción eléctrica.
Al experto le resulta paradójico que el sistema bioeléctrico haya sido mucho menos estudiado que otros que gobiernan el cuerpo, por ejemplo, el genoma, ya que es mucho menos difícil de entender.
“Tenemos 22.000 genes y cada persona tiene una composición genética diferente, es por eso que tenemos medicina personalizada. Pero en la bioelectricidad hay una sola ley fundamental, que aplica para todos“, afirma.
También resalta que todas las células y tejidos de nuestro cuerpo -las neuronas, nervios, músculos, cartílagos, intestino, etc- utilizan el mismo proceso para comunicarse.
“Cuando pensamos en las propiedades eléctricas del cuerpo lo primero en lo que pensamos es el cerebro, el corazón y los músculos, pero la realidad es que incluso los microbios en nuestro intestino, el sistema inmunológico y las células cancerígenas generan señales eléctricas“, dice.
“La bioelectricidad realmente es una de las fuerzas o mecanismos más fundamentales de la naturaleza“, afirma.
Con información de BBC News.