El mundo, ya con 8.000 millones de habitantes, se prepara el sábado para adentrarse en 2023 y dejar atrás a 12 meses marcados por la guerra en Europa, la inflación y un polémico Mundial que encumbró a la Argentina de Lionel Messi.
Después de unos años aguados por la pandemia, muchos esperan festejar por todo lo alto la Nochevieja, a pesar del encarecido coste de vida y un virus que, aunque cada vez más olvidado, no ha desaparecido.
Sídney será una de las primeras grandes ciudades en recibir el 2023, recuperando su corona de “capital de la Nochevieja del mundo” tras dos años de confinamiento y celebraciones chafadas por el virus.
Australia ya reabrió sus fronteras y espera acoger más de un millón de personas en la bahía de Sídney para contemplar un espectáculo con más de 100.000 fuegos de artificio que iluminarán la noche de verano austral.
A la hora del almuerzo, cientos de personas ya empezaban a tomar posiciones.
“Ha sido un año bastante bueno para nosotros, dejar atrás el covid por supuesto es genial”, dijo a la AFP David Hugh-Paterson, cerca de la Ópera de Sídney.
Las autoridades de la ciudad esperan que casi 500 millones de personas sigan el espectáculo por internet o televisión.
“Si todo el mundo se une para celebrar y mira al año próximo con optimismo y alegría renovados, consideraremos que hemos hecho un buen trabajo”, dijo el organizador del espectáculo pirotécnico, Fortunato Foti.
Para algunos, 2022 quedará como el año del Wordle, del bofetón en los Óscar, de la Copa del Mundo levantada por Lionel Messi o del último concierto de Joan Manuel Serrat.
También supuso el adiós de la reina Isabel II, la leyenda brasileña Pelé, el escritor español Javier Marías, el cantante cubano Pablo Milanés o el último dirigente soviético Mijaíl Gorbachov.
Pero 2022 será probablemente recordado por el regreso del conflicto armado a Europa.
“Un cielo pacífico”
Más de 300 días después de que las tropas rusas se adentraran en Ucrania, unos 7.000 civiles murieron y más de 10.000 resultaron heridos, según el Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU.
Además, unos 16 millones de ucranianos se vieron forzados a dejar sus casas.
Aquellos que se han quedado deben respetar un toque de queda entre las 23H00 y las 05H00, entre periódicos apagones energéticos y salvas de misiles rusos.
Aunque algunos pasarán la Nochevieja rezando a la luz de las velas, otros quieren alargar la fiesta toda la noche.
En los últimos años, “la gente siempre se quedaba hasta las 3 o las 4 de la madrugada, así que quedarse una hora o dos más no será un problema”, dice Tetiana Mitrofanov, propietaria de un restaurante en Kiev.
En la Rusia de Vladimir Putin no parece haber apetito para las grandes celebraciones.
Moscú canceló sus tradicionales fuegos artificiales tras una consulta del alcalde Serguéi Sobianin a los residentes sobre cómo celebrar el nuevo año.
Irina Shapovalova, trabajadora de un geriátrico de 51 años, admite que su principal deseo para 2023 es “un cielo pacífico sobre nuestras cabezas”.
La cadena estatal VGTRK prometió ofrecer “una atmósfera de Año Nuevo, a pesar de los cambios en el país y el mundo”.
Pero la emisión de este año no contará con su otrora presentador estrella Maxim Galkin, que se exilió después de denunciar la guerra en Ucrania. Desde entonces, las autoridades rusas lo consideran un “agente extranjero”.
Después de varios fines de año a medio gas por la pandemia, las vacunas han permitido un retorno a cierta normalidad en la mayoría del mundo.
Sin embargo, China, el país donde se detectó por primera vez el virus, todavía batalla por dejar la pandemia atrás tras haber levantado a principios de mes las fuertes restricciones imperantes desde 2020.
El virus se propaga rápidamente entre una población que hasta ahora apenas había estado en contacto con la enfermedad y ha saturado hospitales y crematorios.
Bares, teatros y centros comerciales han planificado numerosas fiestas de Nochevieja, aunque las autoridades de Shanghái han decretado la cancelación de los tradicionales festejos oficiales a orillas del río.