Por: Jatzel Román
Hoy son las elecciones generales brasileñas, que con 156 millones de votantes llamados a las urnas, son las por mucho las más grandes de toda América Latina. Se trata del noveno certamen directo desde el retorno a la democracia 37 años y el décimo si contamos el proceso indirecto de 1985.
En aquel proceso, un colegio electoral fue que puso fin al régimen militar, invistiendo a Tancredo Neves como presidente civil, quien falleció antes de asumir el gobierno que entonces le tocó a su vicepresidente, José Sarney.
Después de esto hubo un gran movimiento llamado “Direitas Ja” en promoción del voto directo para presidente que finalmente se restauró en 1989 ganando el carismático joven Fernando Collor de Mello por encima del sindicalista Lula da Silva. Este sin embargo terminó renunciando a la mitad de su mandato para evitar ser destituido por acusación de tráfico de influencias, asumiendo entonces su Vice, Itamar Franco.
Es a partir de 1994 que la cosa se pone más estable cuando Fernando Henrique Cardoso le gana a Lula da Silva e inicia un gobierno reformista de grandes resultados. Amparado en su control de la inflación, el gobernante intelectual reforma la Constitución para establecer el actual modelo de reelección con dos períodos consecutivos, con posibilidad de retornar luego que pasen cuatro años.
La lucha por la sucesión oficialista sin embargo no ayudó a mantener el poder a sus seguidores y en 2002 la cuarta fue la vencida, ganando Lula por primera vez. Este prometió un manejo moderado de la cosa pública, lo cual cumplió y dio continuidad al modelo de Cardoso, sosteniendo el gran crecimiento, pero aumentando considerablemente la ayuda social que le ganó gigante popularidad incluso en sus rivales.
Varios escándalos de corrupción sin embargo le afectaron y en 2006 no logró ganar primera vuelta, teniendo que ir a balotaje con Geraldo Alckmin, pero la movilización de sus partidarios fue tan efectiva que no sólo ganó la segunda, sino que su rival incluso bajó en votos, lo cual no es común.
En 2010 entrega el poder aun marcando más de 80% de aprobación, entrándose de lleno en la campaña de su sucesora escogida, Dilma Rousseff quien nunca marcaba bien en las encuestas, pero la fortaleza de Lula ayudó y también para repetir en 2014.
Es sin embargo en esa época que todo comienza a colapsar en una mezcla de crisis económica convertida en depresión y las escandalosas revelaciones del caso Lava Jato. La clase política en un intento de salvarse a sí misma, decidió sacrificar a Dilma, presentándola como culpable de casi todo y destituyéndola en busca de calmar a la población rabiosa. A esto se sumaron buena parte de sus propios aliados, incluyendo su vicepresidente Michel Temer quien entonces asume el gobierno, pero no logran el cometido y las protestas siguieron igual.
Quien si salió ganando fue el diputado Jair Bolsonaro, un ex Capitán de la Fuerza Aérea que llevaba casi 30 años en el Congreso, pero frecuentemente chocando con las élites al punto de haber estado en 9 partidos diferentes. Nostálgico del régimen militar, promotor de la ley y el orden, conservador social, aparentemente tolerante de la libertad económica, aliado de los evangélicos y ajeno a todos los escándalos de corrupción, se disparó en las encuestas con un electorado harto del sistema.
A pesar de sólo haberse postulado por un partido sin alianza, logró 46% en la primera vuelta, drenando a toda la derecha y en segunda subió a 55%.
Pero en estos cuatro años ha pasado de todo y el contexto cambió muchas veces. Desde Lula preso a Lula libre por tecnicismo, desde Bolsonaro anti sistema a Bolsonaro pactando con el sistema para gobernabilidad, la pandemia, inflación etc.
Lula se presenta por sexta vez como candidato presidencial y lleva de candidato a vicepresidente a su rival de 2006, intentando con ello sumar votantes de derecha que no les gusta el estilo del actual gobierno.
Bolsonaro ha hecho una enérgica campaña que busca evitar a todas costas ir a segunda vuelta y ha logrado motivar su base, así como los electores más temerosos de un retorno petista. En caso de no lograr mantenerse, sería tan sólo el quinto presidente latinoamericano que no logra su intento reeleccionista en las urnas en democracia.
Los intentos de armar una tercera vía no parecen haber sido muy exitosos, pero en las últimas encuestas ya la senadora Simone Tebet marcaba tercer lugar apelando a derechistas y socialdemócratas.