La embajada rusa advirtió el miércoles a los países occidentales contra una “posible desestabilización” de Bosnia de la que ellos serían responsables, tras la suspensión por el representante internacional en el país balcánico de una controvertida ley separatista de la entidad serbia.
Esta reacción de Moscú es testimonio de las tensiones que atraviesan esta frágil región, donde Rusia está tratando de aumentar su influencia.
Desde que el Kremlin invadió Ucrania a finales de febrero, se multiplicaron los temores de nuevas crispaciones en los Balcanes.
Con el apoyo de las potencias occidentales, pero no reconocido por Moscú, el alto representante de la comunidad internacional en Bosnia, el alemán Christian Schmidt, ordenó el martes la suspensión de una ley sobre los bienes públicos adoptada en febrero por la entidad serbia, la República Srpska (RS).
Con esta legislación, que podía debilitar el poder central, la República Srpska se proponía apropiarse de los bienes del Estado en su territorio, ya fueran edificios públicos, infraestructuras o terrenos.
Desde el final de la guerra intercomunitaria, que causó 100.000 muertos entre 1992 y 1995, Bosnia está dividida en dos entidades, la RS y una federación croata-musulmana, unidas por un frágil gobierno central.
La decisión del diplomático alemán fue calificada de “ilegítima” por la embajada de Rusia en Sarajevo, que pidió en un comunicado que fuera “anulada” por la junta directiva del Consejo de Aplicación del Acuerdo de Paz en Bosnia (PIC).
“Si varios miembros de la junta directiva del PIC siguen cediendo al comportamiento arbitrario de Christian Schmidt (…) toda la responsabilidad de una posible desestabilización en Bosnia-Herzegovina caerá en los representantes de la comunidad internacional”, advirtió la embajada rusa.
Rusia no reconoce la legitimidad del diplomático alemán, nombrado en 2021 por el PIC, ya que esta designación no fue aprobada en el Consejo de Seguridad de la ONU.