El 13 de septiembre se celebra el Día de Internacional del Chocolate. Una jornada que rinde tributo a este dulce producto a la que pocos pueden resistirse.
Conquista a paladares de todas las edades; es versátil, ya que puede consumirse de múltiples formas; y además, si se toma con moderación, aporta importantes beneficios para la salud física y mental de quien lo toma (es rico en antioxidantes, reduce el estrés…).
Esta festividad nació en Francia en 1995 como homenaje al escritor británico Roald Dahl, autor del libro ‘Charlie y la Fábrica de Chocolate’. Concide, además, que el 13 de septiembre nació Milton S. Hershey, el fundador y dueño de la compañía de chocolates Hershey.
Considerado alimento de los dioses según los aztecas, fue hacia mediados de 1550 cuando fue introducido en Europa. Y concretamente llegó al Monasterio de Piedra. Según cuenta la historia, parece que fue un monje del cister, Fray Jerónimo de Aguilar quien, tras un viaje a las Américas acompañando a Hernán Cortés, trajo el cacao al Monasterio, y aquí lo cocinaron por primera vez en Europa.
Eso sí, para camuflar el sabor amargo del chocolate puro, añadían canela, vainilla y azúcar en grandes cantidades. “Cuando uno lo bebe, puede viajar toda una jornada sin cansarse y sin tener necesidad de alimentarse”, decía el propio Hernán Cortés, en clara alusión al poder calórico del producto.
La historia del chocolate en el Monasterio de Piedra
En Nuévalos, la cocina del Monasterio de Piedra alberga una exposición que repasa la historia del chocolate, un alimento que aunque “no era consumido habitualmente como otros productos, tuvo mucha presencia en la vida de los monjes”, según Octavio Vilá, abad de Poblet.
Disfrutar de esta exposición constituye así otro motivo más visitar uno de los enclaves más bonitos de Europa, que combina la edificación cisterciense del siglo XIII con un parque natural único y un complejo turístico de primer nivel.