AFP.- Al menos 85 personas murieron, entre ellas 13 soldados estadounidenses, en el doble atentado suicida reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el aeropuerto de Kabul, un ataque que multiplicó la angustia a pocos días de que terminen las evacuaciones de miles de extranjeros y afganos que quieren huir del nuevo régimen talibán.
El atentado, que causó además más de 160 heridos, sembró el caos y la desolación entre los miles de afganos que se agolpan en el aeropuerto, única puerta de salida del país, con la esperanza de poder montarse en uno de los vuelos de evacuación de los países occidentales.
Videos difundidos en redes sociales reflejaban ese pánico: decenas de víctimas, muertas o heridas, tendidas en las aguas sucias de un canal de desagüe y rodeadas de socorristas desbordados. Hombres, mujeres y niños corrían en todas direcciones huyendo despavoridos del lugar de las explosiones.
“Hay muchas mujeres y niños entre las víctimas. La mayoría de la gente está conmocionada, traumatizada”, dijo el viernes a la AFP un responsable del gobierno depuesto a mediados de agosto por los talibanes, confirmando a la AFP que entre los civiles que estaban en el lugar de los atentados hubo al menos 72 fallecidos y más de 150 heridos, según informaciones recogidas en los hospitales locales.
A ellos se suman los 13 militares estadounidenses muertos y 18 heridos, la mayor pérdida del ejército estadounidense en Afganistán desde 2011.
En el peor momento desde el inicio de su mandato, un conmovido presidente Joe Biden prometió “perseguir” a los autores del ataque y hacerles “pagar” sus consecuencias.
“Estados Unidos no se dejará intimidar”, dijo el mandatario.
Con lágrimas en los ojos Biden rindió el jueves un sentido homenaje a los soldados muertos, “héroes comprometidos en una misión peligrosa y altruista para salvar las vidas de otros”.
Condena y miedo a nuevos ataques
Estados Unidos, que espera que los ataques del EI “continúen”, explicó que los ataques del jueves fueron perpetrados por dos kamikazes del grupo yihadista y que también hubo un tiroteo.
El atentado, que provocó una condena mundial unánime, confirmó también los temores al respecto expresados horas antes por varios países occidentales, que habían recomendado a sus ciudadanos que se alejaran del aeropuerto.
Los talibanes, a través de su portavoz Zabihullah Mujahid, condenaron “firmemente” el ataque, pero señalaron que “tuvo lugar en una zona donde las fuerzas estadounidenses son responsables de la seguridad”.
El aeropuerto es el último lugar del país donde hay tropas extranjeras, coordinadas por Estados Unidos, desde que los talibanes entraron en Kabul el 15 de agosto y retomaron el poder.
Bajo el nombre de EI-K (Estado Islámico Khorasan), el grupo yihadista ha reivindicado algunos de los ataques más sangrientos perpetrados en Afganistán en los últimos años, que dejaron decenas de muertos, especialmente entre los musulmanes chiitas.
Aunque ambos son sunitas radicales, el EI y los talibanes son enemigos entre ellos y muestran un odio visceral mutuo.
Cuando Estados Unidos y los talibanes cerraron en 2020 el acuerdo que trazaba las líneas de la retirada de las tropas extranjeras, el EI los acusó de abandonar la causa yihadista.
“Pánico total”
“Cuando la gente escuchó la explosión el pánico fue total. Los talibanes empezaron a disparar al aire para dispersar a la gente”, dijo a la AFP un testigo del suceso, Milad.
“Había muchos muertos y heridos”, añadió este hombre que, en medio de la confusión, perdió los documentos con los que esperaba embarcar en un avión con su mujer y sus tres hijos.
“No quiero ir nunca más (al aeropuerto). Muerte a América, a su evacuación y a sus visados”, aseguró.
El viernes por la mañana, una extraña calma reinaba en Kabul, sobre todo alrededor del aeropuerto, donde los talibanes habían reforzado sus controles y la multitud parecía haberse esfumado en algunos puntos.
Estados Unidos prevé poner punto final a su presencia en Afganistán, y por tanto a las evacuaciones masivas, el 31 de agosto. Hasta ahora, más de 100.000 personas fueron evacuadas del país desde mediados de agosto.
Con la fecha límite acercándose, varios países ya decidieron el fin de sus vuelos de repatriación. España anunció el viernes que ponía punto final a estas operaciones, al igual que Alemania, Holanda, Canadá y Australia. El gobierno del Reino Unido explicó este viernes que sus evacuaciones seguirán durante “algunas horas”.
Francia sugirió que podría seguir sacando personas de Afganistán “más allá del viernes” aunque subrayó que había que ser “prudente al respecto”.
El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, aseguró esta semana que los talibanes se habían comprometido a dejar que estadounidenses y afganos bajo su protección sigan saliendo del país más allá del 31 de agosto.
Pero los anuncios sobre el fin de los vuelos realizados por varios países hacen temer que muchos afganos que han trabajado para gobiernos y empresas extranjeras o para el gobierno depuesto no puedan salir.
Los talibanes prometieron que no habrá represalias contra sus detractores y aseguraron que su gobierno no será tal y como se recuerdan sus precedentes años en el poder (1996-2001) cuando impusieron una interpretación extremadamente rigurosa y radical de la ley islámica que penalizada especialmente a las mujeres y a las minorías.