AFP.- El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, conmemoró el feriado de este 26 de julio con un llamado a la paz, al trabajo y a la unidad del país, realizando labores voluntarias con jóvenes simpatizantes, 15 días después de protestas contra el gobierno de la isla.
“Felicidades, cubanos todos! Gracias, amigos queridos del mundo! Ya es 26! Reitero mi llamado a la paz, al trabajo, a la unidad y a juntos avanzar!”, dijo el lunes Díaz-Canel en Twitter.
El 26 de julio se celebra el asalto del cuartel Moncada en Santiago de Cuba, encabezado en 1953 por Fidel Castro, que dio inicio a su revolución contra el régimen de Fulgencio Batista.
En los barrios de La Habana, se realizaron pequeñas conmemoraciones con asistencia limitada por la creciente ola de casos de covid-19, que al cierre del lunes sumó 8.184 nuevos casos y 66 fallecimientos en 24 horas, una de las cifras más altas desde que se presentó el primer contagio en la isla de 11,2 millones de habitantes.
En medio de una mayor vigilancia en algunas zonas de la ciudad, no se observó presencia de manifestantes, que habían hecho convocatorias aisladas para salir a la calle, dos demanas despu{es de las inéditas protestas en 40 ciudades que dejaron un muerto, decenas de heridos y centenas de detenidos.
Junto con otros funcionarios, Díaz-Canel, Primer Secretario del Partido Comunista (PCC, único), realizó trabajo agrícola con unos 100 jóvenes en Fontanar, un barrio de las afueras de La Habana.
Los jóvenes “desean mejorar sus condiciones de vida y no encuentran una salida inmediata a sus expectativas”, dijo el general en retiro Fabián Escalante, en un artículo publicado el lunes en Cubadebate.
“Existe un sector poblacional joven, despolitizado, (por nuestro ineficiente trabajo político y patriótico) que no comprende la necesidad de la resistencia a las políticas imperiales”, añadió Escalante, quien fue jefe de la inteligencia cubana durante los duros años de la Guerra Fría.
Admitió que “la explosión social ocurrida” en el país “nos sorprendió a todos y no por falta de evidencias e indicios”.
En su reflexión, Escalante admite que los dirigentes del gobierno “también tenemos responsabilidades por los errores cometidos, que exigen un análisis autocrítico, no solo referencias marginales”.
“La pasividad nos hace cómplices de los errores y tendencias negativas”, dice el general, que llamó a combatir “la corrupción, a la burocracia, la desidia”, así como “a la desconfianza, a la falta o ausencia de control administrativo y político” y a “las orientaciones ‘huecas, formales'”.