Historias de la Calla Habana, en plena transformación

Historias de la Calla Habana, en plena transformación

LA HABANA (AP) — En el antiguo barrio de la Habana Vieja que los cubanos llaman Loma del Angesl se está produciendo una drástica transformación: Edificios que se vienen abajo están siendo reemplazados por hermosos restaurantes y construcciones remodeladas para los cubanos ricos y los turistas. Aquí las historias de cinco residentes de la Calle Habana que revelan cómo los afectan estos cambios.

Pedro Alejandro López, de 83 años

López y su esposa se instalaron en una casona colonial de cuatro habitaciones en la Calla Habana hace 40 años. Él fue camionero de la empresa nacional de electricidad y fue autorizado a comprar la vivienda, construida en 1918. Pagó 50 pesos mensuales (el equivalente a 2 dólares), no ajustables a la inflación, durante 20 años.

La pareja y un hijo ciego viven allí con su pensión del equivalente a 12 dólares al mes. Apenas pueden cubrir los gastos diarios y el mantenimiento de una casona tan grande que se desmorona lentamente. La familia sigue usando una nevera General Electric de 1960. En una tarde reciente había apenas unas pocas botellas de agua en ella.

López ansía vender la casa y comprar una más pequeña, en mejor estado. La propiedad es ofrecida en el portal de una inmobiliaria. Piden 55.000 dólares por ella.

"Todavía no sabemos bien qué cantidad de dinero se puede pedir por esto", expresó. "Hay que ver".

Un agente de bienes raíces dice que la propiedad no se está vendiendo tan rápidamente como otras porque el gobierno es el propietario del departamento del segundo piso, que requiera muchos arreglos y que no puede ser vendido.

López nunca ha hablado con los turistas que recorren su calle ni ha cenado en el nuevo restaurante Habana 61, donde un plato de langosta asada con una salsa de frutas tropicales cuesta lo mismo que recibe de pensión mensual. De todos modos, disfruta viendo los cambios de su calle.

"Antes hacíamos una vida monótona", manifestó. "Ahora hay más actividad".

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Reinaldo Bordón, de 44 años

Durante casi 20 años, Bordón y dos amigos trabajaron en restaurantes de La Habana y ahorraron lo que pudieron, hasta que compraron la propiedad donde hoy funciona Habana 61.

El restaurante ha tenido un éxito rotundo y figura actualmente segundo en la lista de mejores restaurantes de La Habana de TripAdvisor, con más de 500 comentarios de clientes.

En su interior hay sillas de cuero y paredes con pintura fluorescente decoradas con paisajes ciudadanos abstractos. El chef prepara platos tradicionales de la cocina cubana, como ropa vieja, con un toque moderno. Una tarde reciente un bartender preparó una bandeja llena de mojitos para turistas.

"El cliente es básicamente turista. Aunque también vienen cubanos", declaró Bordón.

Cuando Bordón y sus amigos llegaron a la Calle Habana, la vivienda se encontraba en muy mal estado. Lentamente fueron transformando el departamento de la planta baja en un restaurante. No fue fácil. Querían decorar el baño con azulejos blancos y negros, por ejemplo, pero solo consiguieron blancos.

De modo que compraron los blancos y esperaron a que llegasen los negros.

Ha sido interesante ver la transformación de la Calle Habana, según Bordón.

"Cambió totalmente el aspecto de la cuadra", comentó.

José Ángel Valls Cabarrocas, de 70 años

Volver a Cuba después de vivir por décadas en Miami fue algo emocionante para Valls Cabarrocas.

Se fue del país con su familia cuando tenía 13 años y hace poco descubrió que podía comprar una propiedad si recuperaba su ciudadanía cubana. Hace un año, poco después de que los presidentes Raúl Castro y Barack Obama anunciasen la reanudación de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, decidió que había llegado el momento.

Se sintió atraído por la Calle Habana.

"Puedes vivir aquí y mientras estás aquí ver la transformación que tiene lugar frente a tus ojos", expresó.

Piensa usar la casa para alojar a su familia y a amigos cuando visiten Cuba. Está tratando de preservar los detalles originales de esta vivienda del 1930, que necesita mucho trabajo luego de 57 años en los que casi no se le hizo mantenimiento, incluida la renovación de la plomería y la electricidad.

"Va a tomar un año probablemente", afirmó.

No está seguro qué deparará el futuro en la Calle Habana, pero se siente optimista.

"Ojalá que este genio que salió de la botella nunca vuelva adentro", declaró. "De hecho, es imposible que regrese".

Magaly González Martínez, de 66 años

El desvencijado edificio donde viven la familia de González y otras 16 personas fue alguna vez una fastuosa mansión de un conde acaudalado.

González señala lo que queda de ese pasado próspero: azulejos azules con motivos florales que asoman por entre paredes que se vienen abajo. Una escalera de mármol de la que sobreviven solo la mitad de los escalones.

Cuando se mudó hace 46 años, el edificio estaba todavía en condiciones relativamente buenas, pero se fue deteriorando lentamente hasta que el techo se derrumbó hace cinco años, destruyendo el frente del edificio. Los bomberos tuvieron que buscar a ver si había residentes entre los escombros, pero por suerte no hubo muertos.

Desde entonces que los residentes del edificio se preguntan cuándo será reparado.

González observa los restaurantes y albergues que aparecen por todos lados en la Loma de Ángel.

"Todo es muy bonito, pero estamos aquí en medio de todos ellos con esa fachada fea. Creo que eso no debe ser así", se lamentó.

No se siente optimista de que los cambios en la cuadra vayan a beneficiar a la gente como ella a corto plazo.

"Estamos esperando que suceda un milagro", dijo.

Jesús Hermida Franco, de 41 años

Hubo una época en que las obras de Franco eran todas oscuras y atormentadas.

La gente no parecía valorar su arte, relató, y no tenía mucha motivación para levantarse todos los días y trabajar.

Todo cambió en los últimos cinco años. Ahora los turistas se interesan en sus trabajos, exhibidos en la planta baja de la casa de su familia en la Calle Habana, que ha sido transformada en un estudio y galería. Lo está pintando de colores brillantes.

Una tarde reciente trabajaba en una reproducción en gran escala de una tapa de la revista Life.

"Hay personas que te valoran un poco más como artista", dijo Franco. "Eso te motiva un poco más para trabajar".